Domingo 12 de mayo 2024

Objetos voladores desatan la paranoia en Estados Unidos

Redacción 16/02/2023 - 10.29.hs

Todavía no están los resultados finales en el análisis de los restos del globo derribado, aunque desde el Pentágono ya aseguran que el artefacto tenía capacidades suficientes para poner en riesgo la seguridad nacional.

 

JOSE ALBARRACIN

 

Todo comenzó a principios de mes, cuando alguien hizo sonar la alarma al ver, en los límpidos cielos del Medio Oeste norteamericano, un objeto blanco de forma esférica que se trasladaba impunemente por el cielo. Para cuando llegó al Océano Atlántico, frente a las costas de Carolina del Sur, la paranoia había llegado a tal nivel que el presidente Joe Biden ordenó derribar el objeto en cuestión, al que ya todos calificaban como un "globo espía chino". En China, en tanto, reconocieron inmediatamente la propiedad del artefacto, aunque adujeron que se trataba de un globo civil dedicado a la investigación meteorológica, que se había salido fuera de curso. Y así las relaciones entre los dos países, que habían tenido un tímido acercamiento, dos meses antes, en la Cumbre del G20, volvieron a la tensión habitual, con los asiáticos prometiendo una "adecuada respuesta" -que no precisaron- y acusando a EEUU de haber mandado también globos espías en aquella dirección.

 

Incógnita.

 

Todavía no están los resultados finales en el análisis de los restos del globo derribado, aunque desde el Pentágono ya aseguran que el artefacto tenía capacidades suficientes para poner en riesgo la seguridad nacional. Y aunque el espionaje es habitual entre potencias rivales (de hecho, para eso están los satélites y los teléfonos celulares) en tanto provienen de los mismos que inventaron las "armas de destrucción masiva" en Irak, habrá que analizar estas manifestaciones con cautela.

 

Pero no quedó allí la cosa. En un frenesí llamativo, en el curso de apenas una semana, aviones caza norteamericanos derribaron tres objetos voladores más. Uno de ellos, tan luego, sobre territorio canadiense, por orden directa del primer ministro Justin Trudeau, lo cual pudo ser factible por la vigencia del Norad (Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica) un tratado que vincula a EEUU y Canadá desde las épocas de la Guerra Fría, más exactamente, desde 1958.

 

El pretexto para estos tres ataques era un supuesto riesgo para la navegación aérea. Sin embargo, no se dieron precisiones sobre cuál era la hipótesis concreta del riesgo, ni la altitud de los objetos derribados. El martes desde la Casa Blanca afirmaron que, en realidad, todo parece indicar que los artefactos en cuestión en realidad no representaban riesgo alguno, que lo más probable es que se tratara de proyectos comerciales o de investigación. Ciertamente, no se detectó en ellos ninguna actividad de transmisión de datos. Ni, tampoco, conexión alguna con China.

 

Ovnis.

 

El primer derribo se produjo en la Bahía Prudhoe, en Alaska. El segundo, en el territorio canadiense de Yukon. En tanto, el tercer objeto fue abatido sobre el Lago Yukon, en el estado de Michigan, EEUU, no sin antes disparar un primer misil que no dio en el blanco.

 

No se sabe si alguno de los objetos fue recuperado. Sí existen testimonios de que su tamaño era sensiblemente menor al del "globo chino". Y que el que abatieron en el lago Yukon tenía forma cilíndrica, en tanto el que cayó en territorio canadiense tenía una estructura octagonal, con cuerdas colgando.

 

Como para que el "déja vu" de la Guerra Fría fuera completo, no faltó quien aventuró que se trataba de naves espaciales. Créase o no, la propia Casa Blanca a través de su secretaria de Prensa, Karine Jean-Pierre, salió a explicar que en estos incidentes no se había registrado "ningún indicio de la existencia de aliens, ni de actividad extraterrestre". Lo cual no despeja la incógnita de quién o quiénes eran los propietarios, que de ser terráqueos tienen buenos motivos para no aparecer en este momento.

 

Mundo.

 

Como era de esperarse, estos episodios se instalaron en la grieta política norteamericana, con los republicanos -especialmente los más derechistas- quejándose de la falta de acción del gobierno en materia de seguridad y soberanía. Ahora se sabe, sin embargo, que globos similares surcaron el espacio norteamericano durante la presidencia de Donald Trump, sin que esa administración tomara medidas al respecto, aparentemente porque no fueron detectados a tiempo. Curiosa desatención, de parte de un gobierno que posaba de beligerante contra China.

 

En toda la cuestión -y más allá de las menciones a "actividades extraterrestres"- campea un tono de banalidad. El misil empleado para derribar estos objetos, un "AIM-9X Sidewinder", tiene un costo de mercado de unos 400 mil dólares. Vale decir, que esta aventura, sin considerar siquiera la inteligencia previa, ni el costo de los vuelos, le representó al contribuyente norteamericano unos dos millones de dólares.

 

Cualquiera diría que el mundo tiene problemas más graves y urgentes que afrontar, como para gastar recursos de esta manera. En Turquía y Siria, por ejemplo, el número de víctimas fatales por el terremoto de la semana pasada ya superó los 40 mil. Para no hablar de los heridos y los sin hogar, en medio de las gélidas temperaturas invernales.

 

No lejos de allí, en Europa se desarrolla una guerra que amenaza escalar, en un continente que se jacta de ser la epítome de la civilización, pero que sin embargo ha sido capaz de producir las masacres humanas más extensas y horrorosas de toda la historia. Prácticamente nadie -salvo un par de presidentes sudamericanos- está moviendo un dedo por sentar a las partes en una mesa de negociación que detenga el conflicto.

 

El gobierno de EEUU, no obstante, ha conseguido que todos comencemos a mirar al cielo en busca de objetos voladores. Acaso apuestan a que mientras dure esta fiebre, las miradas no estarán posadas en la actividad terrestre de ese gobierno.

 

FOTO: REUTERS. 

 

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