Otro ladrillo en la pared
La incorporación de Argentina al grupo internacional denominado Brics -que hoy integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- es una noticia excelente. Se trata de una alianza que permitirá eventualmente aliviar dos graves problemas de la economía nacional: la escasez de dólares -al ampliar el volumen de comercio internacional que prescindirá de la moneda norteamericana- y la dificultad de acceder al crédito, hoy obturada por el criminal endeudamiento perpetrado en el período 2015-2019. Sin embargo, dos candidatos de la oposición, que representaron en conjunto un 60% del electorado en las pasadas elecciones primarias, ya han anunciado que, de asumir el gobierno en diciembre, ese ingreso nunca se producirá.
Ladrillo.
A modo de introducción, aclaramos que el título de este artículo -que cita a su vez el "hit" del grupo británico Pink Floyd- viene a cuento del nombre adjudicado a esta alianza internacional por Jim O'Neill, un economista del grupo Goldman Sachs. Jugando con las iniciales de los países integrantes, llegó a formar una palabra que en inglés quiere decir "ladrillos". Que, por cierto, en el mundo anglosajón no tiene las connotaciones de estos lares. No quiere decir ni "burros" (en el sentido académico) ni tampoco es un diminutivo de "ladro", la palabra italiana para "ladrón".
A los anglos les encanta hacer estos jueguitos. No hace mucho, para referirse a los países endeudados de la Europa mediterránea (Portugal, Italia, Grecia, España) comenzaron a usar la sigla "PIGS", que en inglés quiere decir "cerdos", y que allá tiene las mismas connotaciones poco higiénicas que entre nosotros. Qué ocurrentes. Creerán que el racismo es aceptable si se practica con humor.
Pero volviendo a los candidatos opositores (que por lo visto se oponen tanto al gobierno como al interés nacional) parecería adecuado aplicarles el término "ladrillos" en todas sus acepciones. Uno de ellos, incluso, ha anunciado que no sólo no aceptará esta nueva alianza internacional, sino que, además, suspenderá todo trato con países supuestamente "comunistas" como China y Brasil, que -¡vaya coincidencia!- son nuestros principales socios comerciales. Lo contentos que estarán los sojeros y en general los productores que exportan, cuyos intereses supuestamente pretende defender este personaje escapado de "Alicia en el país de las maravillas".
Morlacos.
Es curioso que estos políticos sean los que acusan a los sectores más progresistas de "ideologizar" las relaciones internacionales. Si hay algo que no debería preocupar en materia de comercio exterior es la ideología. La atroz dictadura cívico militar argentina que concluyó hace cuarenta años, comerciaba alegremente con la comunista Unión Soviética, y coqueteaba como miembro de los Países No Alineados. Estados Unidos tiene una dependencia económica letal con China. Y, de hecho, si nuestro Banco Central no estuviera forrado en yuanes (por el famoso "swap" que se acordó con Beijing en su momento) hoy sus reservas serían negativas.
Con todos sus defectos -hay quien sostiene que en más de veinte años los Brics no ha logrado más que algunas declaraciones de rebeldía- esta alianza se trata de comercio. De morlacos contantes y sonantes. Aunque, claro está, no están mal las declaraciones, para advertir al llamado Occidente de la necesidad de una mayor inclusión de los países emergentes, mensaje que no está recibiendo.
Si Argentina ingresa efectivamente a los Brics (ingreso que incluiría también a Iran, Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Etiopía), no estará convalidando la invasión rusa en Ucrania, ni la política de los países musulmanes hacia sus ciudadanos homosexuales, ni la de la India para con su minoría musulmana, ni las dictaduras que imperan en varios de esos países. Estará, simplemente, defendiendo su interés nacional -y el bienestar de su población- contra el ninguneo de la potencia imperante por estos lares.
Dato no menor: el extenso artículo que publica esta semana el New York Times para cubrir la reunión llevada a cabo en Sudáfrica, ni siquiera se menciona a nuestro país.
Conflicto.
Un poco el espíritu pragmático de esta alianza tiene que ver con la impronta china, futura primera economía del mundo, que ha comprendido que, para que no la critiquen por sus políticas internas, debe practicar la reciprocidad.
De otro modo no se explica cómo puede convivir allí, por ejemplo, China y la India, que mantienen un conflicto fronterizo por el cual -al menos en una ocasión- estuvieron al borde de una guerra, y se repartieron unos cuantos cuetazos.
Más llamativo todavía es que entre las nuevas incorporaciones vayan a incluirse dos países -Iran y Arabia Saudita- que mantienen una enemistad de décadas, con enfrentamientos bélicos tipo "proxy" en terceros países. Esa enemistad se basa, a su vez, en un cisma que sufre el Islam desde el siglo VII: los árabes son sunitas, los iranís chiítas.
Pero es mucho pedirle a nuestros dirigentes políticos que entiendan de estas sutilezas. Después de todo, la única parte del Islam que conocen es ese gesto de arrodillarse, postrarse hacia adelante, y dejar el trasero al descubierto. Es el ritual que practican, invariablemente, cada vez que concurren a la embajada norteamericana.
PETRONIO
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