Jueves 04 de septiembre 2025

Pesebres y burbujas

Redacción 20/07/2025 - 09.44.hs

En determinado momento, durante el documental "Apocalipsis en los trópicos" de la cineasta brasileña Petra Costa, se inserta un breve clip en blanco y negro que desarrolla una escena familiar: lo que en España llaman "natal", y aquí en Argentina denominamos "pesebre": el momento en que, según la Biblia, el recién nacido Jesús es visitado por los "reyes magos" (que en inglés son conocidos como "los tres sabios", probablemente con mayor precisión). La secuencia es -aventuramos en el momento- parte de una película clásica, casi con seguridad italiana, vista hace por lo menos cuarenta años atrás. Pero cuando ya ese TOC (trastorno obsesivo compulsivo) se ha desatado irrefrenable, resulta imposible verificarlo en los créditos finales del filme. Primero, porque Netflix -a la que le importa un bledo la propiedad intelectual- tiene la malhadada costumbre de cortar esos títulos de cierre, proponiéndole al cliente algún otro "contenido" que su algoritmo considera pertinente. Luego, porque cuando -después de varias operaciones con el control remoto- se logra reproducir esa secuencia final, el tamaño de la letra es imposible.

 

Stream.

 

Delicias del "streaming", el formato prominente de acceso a la cultura audiovisual en nuestros días, que prescinde del medio físico y, la mayor parte del tiempo, también del arte. Pero no hay que quejarse: ¿Qué otra oportunidad tendríamos de ver la obra de esta excelente documentalista, que ya nos regaló otra joya en la misma vena, con "La democracia en peligro"?

 

En esta ocasión, la joven Petra (acaba de cumplir 41) se preocupa en darnos a conocer el auge de las iglesias evangélicas en Brasil, y su fulminante influencia en el mapa político del país, con su descarada promoción de las fuerzas de ultra derecha, y su nada velada intención de convertir a ese país, meca de la diversión y la sensualidad, en una aburrida y represiva teocracia.

 

Buena parte del documental se lo dedica al pastor Silas Malafaia (recordar ese nombre: es un perfecto cretino, un enemigo a considerar) y su rol como titiritero del movimiento político que llevó a la presidencia a Jair "Mesías" Bolsonaro, últimamente también conocido como "kid tobillera electrónica".

 

Los evangelistas han pasado en pocas décadas a captar una cuarta parte de los feligreses en el Brasil, un fenómeno que Costa califica como el mayor proceso de conversión religiosa de la historia de la humanidad. Ojo al piojo: también entre nosotros andan cortejando a la ultra derecha gobernante, y hasta se adjudican el poder milagroso de transformar pesos en dólares.

 

Pasión.

 

Pero volvamos a la escena del pesebre y el TOC que disparó. La sospecha es que proviene de la película de Pier Paolo Pasolini, "El Evangelio según San Mateo", estrenada en 1964, pero que recién se pudo ver entre nosotros veinte años después, gracias al levantamiento de la maldita censura cinematográfica que regía hasta el advenimiento de la democracia.

 

Curiosa elección de la documentalista: Pasolini era católico, y esta película refleja un profundo interés en la figura de Jesús y sus enseñanzas. Pero ocurre que también era marxista, y era gay, además de ser una figura revulsiva y altamente provocadora en la cultura italiana, con una biografía turbulenta que concluyó en su muerte violenta en 1975.

 

Así que uno termina optando por la salida que se espera de un humano más o menos al tanto de los avances de la tecnología, y hace la consulta en ChatGPT. La respuesta de esta "inteligencia artificial", vomitada en menos de dos segundos, apunta a que la película en cuestión es "Jesús de Nazareth", de Franco Zeffirelli. Cuando uno le señala que esa respuesta no es plausible, ya que ese filme no es en blanco y negro, sino a color (y se sugiere el nombre de Pasolini) la IA recula en chancletas y contesta, muy suelta de cuerpo: "por supuesto, tienes razón, es la película que tú dices. ¿Deseas que te desarrolle el argumento y el contexto (etcétera, etcétera)?"

 

Lo que nos lleva a otra revelación: ¿Cómo es posible que cada vez que hacemos una consulta en estos sistemas, la primera respuesta resulte ser una bolsa entera de verduras? Uno termina prefiriendo, antes que la inteligencia artificial, la estupidez natural de los humanos de a pie.

 

Burbuja.

 

Y esto nos lleva a otra novedad de esta semana, de la que nos enteramos gracias al gran Ted Gioia. Porque resulta ser que la empresa YouTube ha decidido que no va a monetizar (esto es, pagar), en lo sucesivo, los videos generados por inteligencia artificial.

 

Como bien apunta Gioia, la noticia es una bomba: YouTube es propiedad de Google (en realidad, la compañía se llama Alphabet), uno de los grandes promotores de esta gran novedad del momento, que nos viene inundando de canciones horribles, videos idiotas, imágenes torpemente generadas, y -como en nuestro caso- textos de aparente autoridad, pero repletos de errores descarados, que ni un estudiante de secundaria se permitiría.

 

La novedad ha generado gran revuelo, al punto de YouTube salió a aclarar que no todos los videos así generados serán desmonetizados, aunque los productores de estos "contenidos" estarán obligados a declarar cuando usen estos motores sintéticos en su producción.

 

Esto se suma al escándalo producido a raíz de la falsa banda de música "Velvet Sundown", gran estrella de Spotify, que generó la furia de los consumidores, y eventualmente, una cadena de burlas y memes: la gente ya no le teme a la IA, se ríe de ella.

 

Y no termina ahí: los estudios indican que los motores de inteligencia artificial fallan en un porcentaje cercano al 70%, lo cual se traduce en que tres de cada cuatro proyectos de este tipo son un fracaso financiero. Así que Gioia pronuncia aquí esa palabra tan temida: ¿No estaremos, una vez más, en presencia de una "burbuja" económico-financiera?

 

PETRONIO

 

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