Sabado 27 de abril 2024

Una década de la CIA en Ucrania

Redacción 07/03/2024 - 00.45.hs

El grado de compromiso de la CIA con Ucrania es innegable. Ante la inminencia de la guerra, aún cuando todo el personal diplomático norteamericano fue evacuado, los espías continuaron en el territorio.

 

JOSE ALBARRACIN

 

Un extenso artículo de investigación recientemente publicado por el New York Times arroja luz y detalles sobre la fuerte presencia de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense en Ucrania, y su decidida participación en la guerra contra Rusia. Esta sociedad de inteligencia se remontaría a una década atrás, y hoy se traduciría en presencia constante de operativos de EEUU en suelo ucraniano, y en doce bases secretas ubicadas en la frontera entre los dos países en guerra, plenamente financiadas y operadas desde Washington. La vieja denuncia de Moscú, sobre la presión de los servicios de inteligencia occidentales para crear sentimientos anti rusos entre los ucranianos, se confirma plenamente.

 

Dignidad.

 

Los autores Adam Entous y Michael Schwirtz aseguran que esta "colaboración" comenzó hace exactamente diez años, en febrero de 2014, cuando tomó el poder la que en Ucrania se designa como la "revolución de la dignidad", que en realidad fue un golpe de estado orquestado desde Occidente para derrocar al presidente electo Viktor Yanukovych e instalar en Kiev un gobierno hostil a Rusia. Sin embargo, el mismo artículo se encarga de señalar que el funcionario ucraniano que inició ese contacto en 2014, Viktor Yanukovych, ya había estado a cargo antes de la inteligencia ucraniana y tenía fluidos contactos con agentes de la CIA.

 

Según esta investigación, los agentes de Kiev se afanaron por ganarse la confianza de sus pares norteamericanos, a los que entregaron pilas de documentos sobre secretos militares y estratégicos de Moscú, incluyendo detalles muy específicos sobre su flota del Mar del Norte y sus submarinos atómicos, que habrían causado "una fuerte impresión".

 

También colaboraron en forma crucial para vincular a Rusia con el derribo, ese mismo año, de un jet de Aerolíneas Malayas que cayó en el este ucraniano con 300 pasajeros a bordo. El acto terrorista habría sido perpetrado por grupos separatistas del Donbas con tecnología misilítica rusa, una hipótesis que, por cierto, le convenía ampliamente al nuevo gobierno local.

 

Otra colaboración crucial prestada a EEUU fue la reunión de información sobre la supuesta interferencia de agentes rusos en las elecciones presidenciales de 2016, en favor del candidato vencedor, Donald Trump.

 

Trump.

 

Curiosamente, y pese a la estrecha relación de Trump con el líder ruso Vladimir Putin, la colaboración en materia de inteligencia con Ucrania casi no se modificó durante su mandato. De hecho, el entonces mandamás de Washington intentó aprovechar a los espías ucranianos para obtener información comprometedora contra Joe Biden y su familia, en relación a sus negocios en aquel país del este europeo (maniobra ésta que le valió un pedido de juicio político).

 

Aún cuando los espías consultados para el artículo -cuyos nombres, obviamente, no se revelan- manifiestan que nunca dieron ayuda para actos de agresión bélica, está fuera de duda que varios de sus "socios" ucranianos se involucraron en serios actos de guerra, como el fallido ataque militar a Crimea en 2016 -la península ya estaba bajo dominio ruso- o como el asesinato con explosivos de varios líderes separatistas de la región del Donbas, notoriamente pro-rusa.

 

A no dudarlo, estos actos tuvieron directa influencia en la decisión de Putin de iniciar una agresión militar contra Ucrania, aún cuando desde Washington se insiste en que ésta "no fue provocada".

 

Compromiso.

 

El grado de compromiso de la CIA con Ucrania es innegable. Ante la inminencia de la guerra, aún cuando todo el personal diplomático norteamericano fue evacuado, los espías continuaron en el territorio. El actual director de la agencia, William Burns, lleva diez viajes al país desde que se inició la guerra, dos años atrás.

 

Lo que resulta sugestivo, en cambio, es preguntarse cuál sería el grado de compromiso de estos dos periodistas (basados en Washington y New York, no en Kiev) con la central de inteligencia de su país. Su constante esfuerzo por presentar esta relación entre espías como un cortejo permanente de los ucranianos, ante la pudorosa resistencia de los norteamericanos, resulta poco convincente.

 

Llama la atención, además, que un artículo de investigación, que revela supuestos secretos de inteligencia en el contexto de una guerra foránea en la que EEUU está cada vez más involucrado, no ha generado mayores repercusiones. Se supone que el buen periodismo debería molestar a los poderosos, pero en este caso no parece ser así. Sin llegar a insinuar que la nota constituya en sí de una operación de inteligencia, el compromiso de estos periodistas con sus fuentes parece haber influido. Para no hablar de lo sugestivo que resulta el "timing" de la publicación.

 

Acaso la explicación más convincente sobre los intereses que se mueven detrás, esté en este párrafo del artículo que citamos en forma textual: "Hoy esta red de inteligencia es más importante que nunca, ya que Rusia está a la ofensiva, y Ucrania depende cada vez más del sabotaje y de los misiles de largo alcance, que requieren de la presencia de espías apostados bien atrás de las líneas enemigas. Y están cada vez más en riesgo: si los legisladores republicanos en el Congreso cortan la financiación militar a Kiev, la CIA podría verse obligada a replegarse".

 

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