Martes 01 de noviembre 2022

Pandemia y medios. Historia y moraleja

Redaccion 21/03/2020 - 21.47.hs

I – Por primera vez en su historia, La Pampa enfrenta una cuarentena masiva para enfrentar la pandemia mundial declarada por la mortal expansión del virus del coronavirus. La anterior epidemia que se recuerde de esta magnitud es, seguramente, la llamada gripe española, declarada en la segunda década del siglo XX y que aquí, de acuerdo a fuentes de la época, se cobró la vida de la esposa del fundador, Rosa Fuston, en homenaje a quien la ciudad tomó su nombre.

 

II – En la Argentina aquélla epidemia le costó la vida a 15.000 personas y en todo el mundo la cifra se calcula entre 50 y 100 millones. El porcentaje de muertes por la influenza en aquellos años hace más de un siglo, son llamativamente similares a escala global de lo que pasa con el coronavirus hoy en algunos países: se calcula que mató a entre el dos y el cuatro por ciento de la población mundial. Los informes que se conocen del coronavirus indican que mata a una cifra similar de los afectados. Pero, a diferencia de lo que sucede con el virus que se expandió desde China, buena parte de la responsabilidad en la expansión de la gripe española se le adjudica al secretismo con que los gobiernos manejaron la epidemia que no nació, como su nombre lo indica, en España, sino en Estados Unidos.
La explicación a esta política de censura y silencio oficial sobre la enfermedad en 1918 se ha adjudicado a que se desató en plena Primera Guerra Mundial y hay quienes sostienen que fue la gripe la que aceleró el armisticio que concluyó con la conflagración.

 

II – Hoy, la nueva epidemia se desata en medio de un nuevo tipo de guerra, la guerra comercial que Estados Unidos desató contra China ante el avance económico del gigante asiático. Causalidad o no, la difusión de la enfermedad ha llevado a que la guerra comercial quedara en segundo plano porque el saldo de muertes en los pocos meses que lleva y pese a las medidas adoptadas y a la mayor calidad de vida y avances médicos, horroriza a propios y extraños. Pero, a diferencia de la epidemia de influenza, la difusión de la enfermedad es seguida, en esta era de la comunicación global, al minuto por buena parte de la humanidad. No hay quien en el mundo pueda decir hoy que desconoce que el coronavirus se ha convertido en una amenaza general y que las únicas medidas preventivas que se conocen son el aislamiento.

 

III – En ese marco, La Pampa corre con una cierta ventaja. Aquí aún no se ha podido detectar la circulación del virus y las medidas de cuarentena general permiten anticipar que, cuando eso ocurra, lo hará con mayor lentitud que en otros puntos de la Argentina. Distinto sucede en otras provincias, sobre todo las que tienen puerta de entrada aérea con el mundo como Buenos Aires y Córdoba, donde el virus ya está presente y el centenar largo de casos confirmados permite temer que son varias veces más, tal vez miles, los que lo portan.

 

IV – En medio de las medidas tomadas por los gobiernos nacional, provincial y municipal, las actitudes personales pueden colaborar o boicotear los efectos que se esperan del aislamiento social. El caso de un joven rugbier que escapó de su internación en Uruguay y se subió a un ferry con 400 personas o el de la mujer que tuvo un encuentro con su amante y obligó a dos pueblos a imponerse cuarentena o la médica que no respetó el aislamiento o el empresario que contagió a sus empleados por negligencia desnudan la fragilidad de un sistema de prevención que aún descansa mucho en la disciplina individual. A medida que los casos se agraven en número y morbilidad, es posible que el Estado apele menos a la voluntad individual y mucho más al control e imposición.

 

V – Aún hay margen para que los antisociales irresponsables de siempre eludan las recomendaciones. Ya se los ha visto actuar como canallas creando y difundiendo noticias falsas en una tarea que siempre encuentra descerebrados que las viralizan. Las redes sociales, que tuvieron en la mente afiebrada de muchos la veleidad de reemplazar a los medios y a los periodistas han demostrado su inutilidad para crear conciencia y, más aún, la facilidad con que se convierten en instrumentos de difusión de noticias falsas. De las muchas enseñanzas que seguramente dejará la pandemia cuando pase, la reivindicación y reafirmación de la necesidad de asegurarle al país un sistema de medios fuerte, independiente y profesional, sea una de ellas.

 

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