Ahora es la OMS la que advierte

Redacción 25/05/2015 - 04.09.hs

Entre los cambios productivos que ha experimentado el campo en las últimas décadas -algunos muy significativos- posiblemente el que más interrogantes abre es el relativo al uso de agrotóxicos, específicamente los que contienen glifosato.
El uso de este herbicida ha ido en aumento en nuestra provincia y en todo el país y está estrechamente relacionado con el viraje hacia la producción masiva de soja, a la zaga de los requerimientos de los grandes mercados internacionales. Los campos fumigados con glifosato pasaron a ser un lugar común en la llanura pampeana, sin que se tuvieran en cuenta las consecuencias sobre la salud humana. De hecho cuando se trató de prevenir mínimamente en lugares donde parecían concretarse tales sospechas, la desaprensión de muchos contratistas sojeros los llevó hasta la agresión para con los sanitaristas.
Ahora es la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), de la Organización Mundial de la Salud la que ha declarado que el glifosato "puede provocar cáncer en seres humanos". Así, la IARC vino a confirmar lo que muchas investigaciones habían indicado previamente y que reiteraran recientes trabajos de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Sin embargo no se advierten las medidas urgentes que la situación requeriría por parte de los organismos encargados de la salud pública del país. El componente se sigue vendiendo libremente y tiene calificación de "baja toxicidad". Además cualquier indagación respecto a las pruebas realizadas ante los organismos referentes -Senasa y Ministerio de Agricultura- está vedada al público, lo cual aumenta las sospechas.
Sugestivamente las investigaciones (y dudas) sobre el glifosato en nuestro país se remontan a una década y en la calificación oficial sobre su pretendida "baja toxicidad" no fueron tenidos en cuenta informes que advertían sobre lo contrario.
La cuestión es grave porque se está hablando de un cancerígeno demostrado del que se fumigan anualmente por distintos métodos unos 180 millones de litros sobre la región más densamente poblada del país, sin que existan restricciones efectivas. Ese volumen de glifosato es equivalente al del río Colorado escurriendo durante casi media hora.
Se hace imprescindible que aquellos organismos federales emitan una opinión definitiva al respecto, pero también que las provincias cumplan su parte. A ellas les corresponde regular el uso de estas sustancias, claro que ateniéndose a las calificaciones del Senasa, hasta ahora inocuas pese a los definitivos y alarmantes informes. Uno de ellos, reciente, a cargo de especialistas, subraya que "se ignoran todos los posibles daños crónicos y sub-letales en un largo período de exposición, como cáncer, malformaciones fetales, abortos espontáneos. Estos daños son muy preocupantes para millones de argentinos expuestos a los agroquímicos directamente por fumigaciones, o indirectamente por el agua de lluvia o los alimentos en zonas rurales o urbanas".
El diagnóstico de la OMS debería llevar a una revisión seria y profunda tanto de las calificaciones como de los procedimientos. Aunque reaccionen, desde luego, los poderosos intereses cuyo único objetivo es la ganancia y que han primado hasta ahora.

 


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