Jueves 18 de abril 2024

Vivas nos queremos

Redacción 31/05/2022 - 08.58.hs

A siete años del primer Ni Una Menos, un repaso sobre su gesta, su ebullición, el impacto nacional y mundial del movimiento que significó la masificación de las consignas feministas, hasta incluirlas en las agendas públicas.

 

VICTORIA SANTESTEBAN*

 

Desde 2015, aquella irrupción del movimiento de mujeres con fuerza inaudita, logró la visibilización postergada a partir de la unión de todas, en un grito colectivo: "paren de matarnos". "Ni una menos" continúa como reclamo urgente contra la violencia machista que reacciona contra este feminismo que avanza para no volver al silencio, que denuncia para coartar la impunidad y abraza para no perder las fuerzas.

 

El 11 de mayo de 2015, la periodista Marcela Ojeda twitteaba sobre el femicidio de Chiara López a la vez que llamaba a la acción: "Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales ... mujeres, todas, bah.. no vamos a levantar la voz? NOS ESTAN MATANDO". Marcela llamó a diez comunicadoras y periodistas para organizar lo que sería la primera e histórica marcha Ni Una Menos. Su gesta en pleno escenario digital, con un tweet que derivó en un grupo de Whatsapp integrado por sus mentoras (Marcela Ojeda, Marina Abiuso, Ingrid Beck, Ana Correa, Florencia Etcheves, Hinde Pomeraniec, Valeria Sampedro, Soledad Vallejos, Micaela Libsonque, Mercedes Funes) luego las reunió en La Casa del Encuentro, la ONG pionera en elaborar estadísticas sobre femicidios, que en ese entonces resultaba la única en el país que contaba con los datos de la violencia.

 

Esa reunión dio paso a lo que resultaría semanas más tarde en la convocatoria masiva de más de 500.000 mujeres de 120 ciudades del país, además de las movilizadas en otros puntos de la región como Uruguay, Chile, Bolivia, Colombia, Perú, México. Allí también se replicaría la experiencia revolucionaria de ocupación femenina de las calles con el mensaje urgente: paren de matarnos.

 

El 3 de junio, fecha que coincide con la desaparición de Marita Verón, emblema de lucha contra la trata de personas, sería el día de esa primera marcha Ni Una Menos, que debe su nombre a la consigna "Ni una mujer menos, ni una muerta más" de la poeta y activista mexicana Susana Chávez Castillo, en oportunidad de denunciar los femicidios de Ciudad Juárez.

 

Mundial.

 

Ni Una Menos es consigna revolucionaria y precursora, que ha servido de inspiración para movimientos de mujeres de todo el mundo. Entre 2015 y 2018, los reclamos por los derechos de las mujeres comenzaron a desplegarse a partir de la experiencia argentina del 3 de junio, en Italia, Francia, Turquía, Alemania, Suiza, Canadá, Estados Unidos, China, Holanda, Bélgica, Paraguay, ?Guatemala, Costa Rica, Honduras, República Dominicana, España, Italia, entre otros países. El movimiento Me Too en Estados Unidos también reconoció en el Ni Una Menos la fuerza necesaria para su gesta y el primer Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo de 2017 a su vez debió su concreción al espíritu de lucha que tomó las calles argentinas en 2015.

 

La ocupación del espacio digital con un reclamo certero, con un llamado a la toma de riendas, ese tweet harto y enfurecido por la violencia machista, se convirtió rápidamente en consigna que se viralizaba en redes sociales y canales de televisión. Se dijo que llegó a frivolizarse, por la masividad de una campaña en la que participaba una concurrencia de lo más heterogénea: desde la academia hasta los y las ricas y famosas, todas levantaban el cartel de NiUnaMenos para la cámara.

 

El reclamo feminista por primera vez atravesaba la academia y agrupaciones feministas de antaño para viralizarse en programas de la tarde y en cuentas de redes sociales de modelos, conductoras y actrices. Más allá de la posibilidad de vanalización e hipocresía de quienes aprovecharon el márketing de la campaña, lo que sucedía era digno de celebrar: los reclamos históricos del movimiento de mujeres alcanzaban una visibilidad sin precedentes. Las consignas feministas de antaño se esparcían por todo el país y la región a velocidad de estreno, con fuerza inédita, trascendiendo los ámbitos académicos y de militancia para masificarse. El feminismo comenzó a inmiscuirse en lo cotidiano como nunca antes, efectivizando que lo personal es político. El desmantelamiento a la estructura patriarcal a fuerza de interpelación insistente se coló en almuerzos familiares, en charlas de oficina y hasta en la cancha. La apropiación colectiva del reclamo del movimiento de mujeres hizo a una unión para la fuerza. El mensaje era compartido por todas y todos, en una cadena nacional y mundial que denunció la violencia de género como nunca antes. Por fin, la violencia contra las mujeres dejaba de pasar desapercibida para instalarse desde entonces en la agenda pública, para erigirse como causa común, y así comenzar a sentir que no estábamos tan solas.

 

NiUnaMenos.

 

La realidad femicida de 2015 movilizó a una Argentina de autoconvocadas por su condición de extrema vulnerabilidad a partir del género. La toma de conciencia de las desigualdades, de las violencias y las injusticias basadas en nuestra calidad de mujeres motorizó la visibilización masiva de las denuncias: los femicidios cotidianos, la violación sistemática a derechos humanos a partir de la violencia machista, la ausencia del Estado en la protección de mujeres y en el diseño de políticas para la prevención, sanción y eliminación de la violencia sexista, en claro incumplimiento de normas nacionales e internacionales.

 

El reclamo de NiUnaMenos de 2015 también exhortaba a la sociedad en su conjunto, en un sacudón necesario para el cambio cultural indispensable en pos de la erradicación de la violencia de género, que a siete años puede corroborarse que ha comenzado, tímidamente, a suceder. La tarde del 3 de junio de 2015 fue un nuevo nunca más, describen sus mentoras. Se marchó para no olvidar a las víctimas de la violencia de género, se caminó junto a sus familias, se unieron vecinas, amigas, madres e hijas, las acostumbradas a la toma del espacio público y aquellas que por primera vez caminaban con consignas y pañuelos.

 

En esa masa heterogénea caíamos en la cuenta de las violencias que nos atravesaban en calidad de mujeres, en los años de silenciamiento funcional al sistema opresor y despertamos colectivamente en una unión transversal que superaba generaciones, colores políticos, bolsillos y religiones. Y esa unión sorora de estreno nos emociona hasta nuestros días, en cada oportunidad que exigimos querernos vivas y libres.

 

2022.

 

A siete años de tomar el espacio público y el privado con la recuperación de los lemas feministas de antaño ahora instalados definitivamente, con conciencia de género la marcha continúa. Revivimos los intentos revolucionarios de otros tiempos y es esa energía de revolución la que motoriza el espíritu de lucha urgente, para la notoriedad adeudada. Los números de la violencia femicida se mantienen -con un femicidio cada 25 horas en el país- delatando la reacción patriarcal contra el avance de derechos. Pero ahora que sí nos ven, que no se puede mirar para otro lado, se construye un nuevo Nunca Más, para el fin de la violencia machista y su impunidad. Para vidas libres en una democracia plena.

 

*Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

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