Domingo 20 de julio 2025

El ingrediente humanitario en los listados de mérito

Redaccion Avances 20/07/2025 - 15.00.hs
Captura del capítulo “Nosedive”, de Black Mirror.

A partir de un episodio de Black Mirror, la autora de este artículo analiza en paralelo una serie de herramientas y estructuras sociales que pueden asociarse a la temática de la serie.

 

Gisela Colombo *

 

Black Mirror, la serie inglesa que se ha tornado un termómetro social, un laboratorio de pruebas para ciertas prácticas que despuntan en la realidad ofreció, en 2016 un episodio llamado “Nosedive”, que sondeaba el riesgo de medir a las personas por una escala -en algunos casos, numérica, incluso-.

 

En el episodio, al registrarse cada acción y cada interacción con el entorno, entra en juego la despersonalización a la que están sometidos los individuos.

 

El puntaje con que se califica a cada persona está sujeto al minuto a minuto. Sus acciones se precipitan o escalan de acuerdo con los “merecimientos”.

 

Hasta ahí podríamos reclamar la esclavitud a la que eso conduce. Pero resulta que la cosa recrudece cuando desde el acceso a objetos materiales hasta dónde se puede o con quién uno puede casarse dependen directamente del puntaje.

 

En la serie, el puntaje es una suma de las calificaciones de quienes interactúan dentro y fuera de las redes sociales con cada individuo. Por ello Lacie, nuestra heroína, se aventurará para subir el puntaje y acabará “zambulléndose de nariz”/ en una “Nosedive”. Por desear una casa a la que no puede acceder, intenta acercarse a una amiga de mejor puntaje y acaba cayendo en picada.

 

Todo ello traducido en números que indican su valía y son tan mudables que asustan.

 

El relato plantea, entre otros debates, el asunto de la calificación social. Si bien no hay cosa similar a esa escala en nuestra realidad actual, si observamos bien, sí empiezan a despuntar o han mostrado versiones más moderadas: Ya existen aplicaciones de citas en donde no tiene derecho a ingresar alguien que cobra menos de una cifra en dólares por año, o tiene vedado el ingreso alguien que no pueda acreditar su paso por una de las universidades más exclusivas del mundo…

 

Pero no hace falta tanta modernidad. De hecho, varias estructuras sociales se rigen por un sistema similar hace tiempo. Planteemos solo un par de ejemplos:

 

Sistema de scoring.

 

Supongamos que hubiera una escala de efectividad en la conducción de vehículos, que se expresara en números. Y que, del rendimiento en un periodo determinado, devinieran aumentos en las cuotas de las patentes o bonificaciones como premios por la responsabilidad y la prudencia al manejar.

 

¿Estaríamos deshumanizando a los conductores o los dotaríamos de un uso de la libertad más responsable? ¿Sería un acto de injusticia calificarlos?

 

Programa de becas.

 

En algunos sistemas educativos -incluso en algunos públicos a lo ancho del mundo- se ofrece financiamiento a quienes detentan méritos académicos. En este caso, naturalmente, existe una escala, una “historia académica” que determina quiénes podrían recibir o no el premio de un crédito educativo.

 

Sería difícil hablar en esto de injusticia. Y, sin embargo, lo hemos discutido hasta el cansancio desde la educación, increíblemente.

 

Clasificación de Servicios de Salud o Prepagas.

 

En este caso, el asunto se torna mucho más polémico, aunque se han guardado muy bien sus responsables de que su negocio se torne discusión social.

 

Cada paciente tiene una historia de enfermedad y de ella se alimentan estas entidades. Si el paciente necesitó en un periodo anterior, estudios o prácticas médicas en gran número, se concederá un puntaje que dictará un aumento en sus pagos o alguna desventaja extra. Quizá, para quien no haya dado uso a sus servicios exista alguna bonificación.

 

En casos extremos, “la empresa” estimulará la partida del paciente a otra entidad o directamente se reservará el derecho de admisión. ¿Práctica deshumanizante?

 

Pero existen también otras utilizaciones de un mecanismo semejante que, tal vez, logren una utilización más positiva. Open Banking hoy es otra analogía posible.

 

Si una novedad promete cambios profundos en la sociedad es la de Open Banking. ¿Qué es?

 

Open Banking o banca abierta es un modelo financiero que permite a los clientes autorizar a terceros -como fintechs, otros bancos, aplicaciones de gestión financiera o plataformas de pagos- a acceder de forma segura a sus datos bancarios mediante interfaces de programación de aplicaciones (APIs).

 

Este acceso siempre se realiza con el consentimiento explícito del usuario y bajo regulación de leyes nacionales y estrictas medidas de seguridad.

 

En este caso, la calificación a partir de valores como la productividad, la transparencia y la disposición de honrar los compromisos podrá medirse de modo abierto.

 

Cuando Muhammad Yunus fundó el Banco Grameen y comenzó a conceder crédito a madres de familia especialmente humildes, consideró precisamente la exclusión de mucha gente al crédito, aun cuando se trataba de gente proba, honesta y trabajadora.

 

Por el mismo motivo, al abrirse la banca, muchas personas en similares condiciones ven posible el crédito necesario para producir.

 

En la medida en que comience a implementarse en todas las geografías, este sistema reducirá considerablemente el riesgo de las entidades de crédito, lo cual se traduce siempre en contante.

 

La consecuencia en los sitios en que operan ya normativas que lo regulan, es mejor y más accesible crédito. Es que la historia económica o financiera transparente de un cliente puede convertirse en la llave para recibir financiación e ingresar al crédito.

 

Escalafón: ¿Ángel o demonio?

 

El sistema que propone un escalafón, un puntaje por el comportamiento en diversos ámbitos no necesariamente sea negativo. Lo que determina su capacidad constructiva o destructiva son los valores de esa escala.

 

Por eso, un black mirror puede convertirse en “un espejo claro”; en la versión humanizante de este argumento que Black Mirror tituló “Nosedive” o “caída de nariz” podría convertirse en “gancho de agarre” o en “sueño de Santa Lucía”.

 

* Docente y escritora

 

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