La Centralita
Después de un tiempo de ausencia, vuelven los cuentos de Aldo Umazano a Caldenia. En esta oportunidad, dos amigos y el recuerdo de la centralita, ese lugar desde donde se realizaban las comunicaciones telefónicas.
Juan Aldo Umazano *
En esa época, para llamar por teléfono desde la casa había que levantar el tubo, hacer girar la manivela, y decirle al empleado con el número que se quería hablar.
Una tarde, el Francisco esperaba al Chueco para ir a tomar un café, pero como lloviznaba se refugió en la centralita. A ese lugar siempre llamaba y nunca había entrado. Apenas ingresó se dio cuenta que tendría una dimensión de cuatro por cinco metros. El Chueco descubrió su presencia y le dijo apurado: -Suerte que entraste. Sentate aquí-, y le colocó los audífonos. Francisco se sintió un piloto de avión. -Yo tengo que ir al baño- que estaba a sus espaldas. -Si alguien llama se encenderá una de estas lamparitas. Entonces enchufás este cable en el número que te pidieron, y los dejás hablar. Yo no tardaré-. Y se fue acariciándose la panza.
Pasaron unos segundos y llamaron.
-¿Sí?-,preguntó el Francisco.
- Dame con el 37.
Francisco puso la ficha en el enchufe 37, se quitó los audífonos, y los dejó sobre la mesa. Las voces parecían lejanas, pero se entendía lo que hablaban. Entonces se acercó a los audífonos y era el Cacho Núñez que lo invitaba al Panzón a jugar a las bochas el domingo.
-¿ A qué hora?
- A eso de las siete.
- Ahí estaré.
- Lo que no se puede es jugar con la pata. Porque ya veo que vas con El Choyque que cuando arrima hace desaparecer el bochín-. Rieron los dos y se despidieron. Desenchufó y quedó a la espera.
No tardó mucho en sonar el teléfono.
-¿Hola?
-Marcame el 71.
Marcó el 71. Dejó los audífonos arriba de la mesa, y se puso a escuchar:
-Perico. ¿Vamos al baile de la loma? A ver si encontramos alguna hija de estanciero.
-A nosotros no nos dan bola ni las del campo, ni las del pueblo.
-Todavía somos jóvenes.
- Yo tengo treinta.
-Y yo treinta y tres.
-Somos pibes todavía-, y sonó una carcajada. -Pasame a buscar-.
-Bueno.
Los dos se desconectaron.
Enseguida llamaron:
- ¿Sí?
-Dame con el Toto.
- ¿Y cuál es el número?
- ¿No lo sabés? ¿Quién habla?
-Yo.
-¿Qué yo?.
Pasa que el telefonista fue al baño.
-El del Toto es el 13.
Lo comunicó y escuchó que el Toto le advertía a Cristina.
-Ojo que no sé quién me atendió. Hablemos de otro tema.
Al oír esto, el Francisco dejó los audífonos arriba de la mesa, pero ladeó la cabeza y puso el oído cerca, para escuchar mejor.
- ¿Qué hacemos?-, preguntó la Cristina.
-¿Y, por teléfono nada?-, y rieron. Tengo una sorpresa para vos.
-¿Sí?
-Un auto nuevo. La segunda sorpresa es el color. Pero no te lo diré. Nos vemos esta noche en la plaza. Yo estaré arriba del auto, a media cuadra. En ese lugar y a esa hora, nadie estaciona. Subí directamente. Chau.
-Chau.
-“¡Pero esa es la voz de Cristina, la novia del Chueco! Y el Chueco está aquí, en el baño”
Sintió los pasos del Chueco que regresaba y le preguntó: -¿Y cómo anduviste?
-Bien. Pero no te suplanto más.
- ¿Por qué?-, dijo el Chueco.
- Es que pierdo mucho tiempo- mintió.
- Si estás al pedo-, dijo el Chueco.
El Francisco se hizo el que no lo escuchó: -Nos encontramos en el Club-, dijo y se fue.
Ya en el café del Club, el Francisco miraba como empezaba a llover. La poca gente que andaba en la calle corría en distintas direcciones y uno de ellos era el Chueco.
-Llovió nomás- dijo el Chueco apenas entró.
-¿Te mojaste?
-Mejor. Así no me baño.
-¿Te gustó mi trabajo?
-Es un poco chismoso.
-Hay que tener cerrada la boca.
-¿Te parece? A veces hay que decir la verdad. Más cuando está un amigo de por medio.
-En eso, tenés razón.
- Por eso quiero hablar con vos.
-Aquí estoy.
-Hoy escuché la voz de Claudia.
-Y yo estaba en el baño. ¿Por qué no me dijiste?.
- Porque no me dijo que era ella. Reconocí su voz.
Llegaron los cafés.
-Esta noche se encuentran en la plaza. Ahí la estará esperando la persona con la que te engaña, pero como el auto es nuevo y recién comprado, no te puedo decir el color.
El Chueco recordó que el Panza Fernández, era quien se había comprado un cero kilómetro y ese día, se lo habían entregado.
* Escritor, titiritero, dramaturgo, actor
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