Domingo 28 de septiembre 2025

La Centralita

Redaccion Avances 28/09/2025 - 12.00.hs

Después de un tiempo de ausencia, vuelven los cuentos de Aldo Umazano a Caldenia. En esta oportunidad, dos amigos y el recuerdo de la centralita, ese lugar desde donde se realizaban las comunicaciones telefónicas.

 

Juan Aldo Umazano *

 

En esa época, para llamar por teléfono desde la casa había que levantar el tubo, hacer girar la manivela, y decirle al empleado con el número que se quería hablar.

 

Una tarde, el Francisco esperaba al Chueco para ir a tomar un café, pero como lloviznaba se refugió en la centralita. A ese lugar siempre llamaba y nunca había entrado. Apenas ingresó se dio cuenta que tendría una dimensión de cuatro por cinco metros. El Chueco descubrió su presencia y le dijo apurado: -Suerte que entraste. Sentate aquí-, y le colocó los audífonos. Francisco se sintió un piloto de avión. -Yo tengo que ir al baño- que estaba a sus espaldas. -Si alguien llama se encenderá una de estas lamparitas. Entonces enchufás este cable en el número que te pidieron, y los dejás hablar. Yo no tardaré-. Y se fue acariciándose la panza.

 

Pasaron unos segundos y llamaron.

 

-¿Sí?-,preguntó el Francisco.

 

- Dame con el 37.

 

Francisco puso la ficha en el enchufe 37, se quitó los audífonos, y los dejó sobre la mesa. Las voces parecían lejanas, pero se entendía lo que hablaban. Entonces se acercó a los audífonos y era el Cacho Núñez que lo invitaba al Panzón a jugar a las bochas el domingo.

 

-¿ A qué hora?

 

- A eso de las siete.

 

- Ahí estaré.

 

- Lo que no se puede es jugar con la pata. Porque ya veo que vas con El Choyque que cuando arrima hace desaparecer el bochín-. Rieron los dos y se despidieron. Desenchufó y quedó a la espera.

 

No tardó mucho en sonar el teléfono.

 

-¿Hola?

 

-Marcame el 71.

 

Marcó el 71. Dejó los audífonos arriba de la mesa, y se puso a escuchar:

 

-Perico. ¿Vamos al baile de la loma? A ver si encontramos alguna hija de estanciero.

 

-A nosotros no nos dan bola ni las del campo, ni las del pueblo.

 

-Todavía somos jóvenes.

 

- Yo tengo treinta.

 

-Y yo treinta y tres.

 

-Somos pibes todavía-, y sonó una carcajada. -Pasame a buscar-.

 

-Bueno.

 

Los dos se desconectaron.

 

Enseguida llamaron:

 

- ¿Sí?

 

-Dame con el Toto.

 

- ¿Y cuál es el número?

 

- ¿No lo sabés? ¿Quién habla?

 

-Yo.

 

-¿Qué yo?.

 

Pasa que el telefonista fue al baño.

 

-El del Toto es el 13.

 

Lo comunicó y escuchó que el Toto le advertía a Cristina.

 

-Ojo que no sé quién me atendió. Hablemos de otro tema.

 

Al oír esto, el Francisco dejó los audífonos arriba de la mesa, pero ladeó la cabeza y puso el oído cerca, para escuchar mejor.

 

- ¿Qué hacemos?-, preguntó la Cristina.

 

-¿Y, por teléfono nada?-, y rieron. Tengo una sorpresa para vos.

 

-¿Sí?

 

-Un auto nuevo. La segunda sorpresa es el color. Pero no te lo diré. Nos vemos esta noche en la plaza. Yo estaré arriba del auto, a media cuadra. En ese lugar y a esa hora, nadie estaciona. Subí directamente. Chau.

 

-Chau.

 

-“¡Pero esa es la voz de Cristina, la novia del Chueco! Y el Chueco está aquí, en el baño”

 

Sintió los pasos del Chueco que regresaba y le preguntó: -¿Y cómo anduviste?

 

-Bien. Pero no te suplanto más.

 

- ¿Por qué?-, dijo el Chueco.

 

- Es que pierdo mucho tiempo- mintió.

 

- Si estás al pedo-, dijo el Chueco.

 

El Francisco se hizo el que no lo escuchó: -Nos encontramos en el Club-, dijo y se fue.

 

Ya en el café del Club, el Francisco miraba como empezaba a llover. La poca gente que andaba en la calle corría en distintas direcciones y uno de ellos era el Chueco.

 

-Llovió nomás- dijo el Chueco apenas entró.

 

-¿Te mojaste?

 

-Mejor. Así no me baño.

 

-¿Te gustó mi trabajo?

 

-Es un poco chismoso.

 

-Hay que tener cerrada la boca.

 

-¿Te parece? A veces hay que decir la verdad. Más cuando está un amigo de por medio.

 

-En eso, tenés razón.

 

- Por eso quiero hablar con vos.

 

-Aquí estoy.

 

-Hoy escuché la voz de Claudia.

 

-Y yo estaba en el baño. ¿Por qué no me dijiste?.

 

- Porque no me dijo que era ella. Reconocí su voz.

 

Llegaron los cafés.

 

-Esta noche se encuentran en la plaza. Ahí la estará esperando la persona con la que te engaña, pero como el auto es nuevo y recién comprado, no te puedo decir el color.

 

El Chueco recordó que el Panza Fernández, era quien se había comprado un cero kilómetro y ese día, se lo habían entregado.

 

* Escritor, titiritero, dramaturgo, actor

 

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