Moka: un bar de emprendedoras pampeanas que apuesta a lo original
Jésica y Soledad se hicieron cargo de Moka, el bar anexo al Medasur en el que combinan sabrosa gastronomía y buena música con shows en vivo. Se proveen de distintos emprendedores locales, una clave para una propuesta distinta.
Es viernes, el verano sigue marcando el pulso santarroseño aún bajo la luna y la voz de Bel Martínez es una suave compañía. Las reservas se agotaron 48 horas antes y ahí, en ese lugar alejado del centro y el ruido, el extenso espacio verde seduce como una buena propuesta para refrescar la noche. Moka está lleno y Jésica y Soledad no paran. Toman los pedidos, cocinan, charlan, escuchan. Sonríen.
En medio de una oferta cada vez más amplia a la hora de planear una salida, dos amigas apostaron por un "bar+café cultural", una alternativa para un buen desayuno, un almuerzo, una vianda o una noche de música. Todo convive en Moka, de cara a los jardines del centro cultural Medasur.
"Cuando terminé el secundario me fui a estudiar Comunicación a Buenos Aires. Después cumplí un sueño de viajar por Nueva Zelanda y hace un año volví a Santa Rosa. Trabajé en el bar con el anterior dueño y me ofreció la posibilidad de organizar cena-shows, así que desde julio pasado me vinculé con músicos porque eso es lo que me gusta. Cuando se terminó el contrato de concesión que estaba vigente surgió la posibilidad de seguir así que hablé con Soledad: ella se encarga de lo gastronómico y yo de la parte cultural. Así arrancamos, hace cuatro meses", resume Jésica Lezcano, una santarroseña de 29 años que por amigas en común se unió a Soledad González (38, de Catriló) y pusieron en marcha el sueño del emprendimiento propio.
La licitación para obtener la concesión terminó (en lo económico) en empate con otra propuesta, pero fue el proyecto presentado por las amigas lo que marcó la diferencia para que Moka quedara en manos de sus nuevas dueñas.
"En Santa Rosa faltan espacios así, para los músicos y para los artistas en general también. Por eso nuestra propuesta es tener gente que haga talleres, eso lo incluimos en nuestro proyecto. Nos proveemos de emprendedores y de gente de acá que hace cosas: Vanita Rodríguez pintó las paredes. Viandas Caseras, El Altillo almacén naturista, Magui Zen, Mariana Huerta, Abrete Sésamo nos proveen en la parte gastronómica. También la mujer de Artes Golosas y tenemos mucha gente que colabora con nosotras, la idea es justamente darle espacio a quien hace sus cosas y apostó a vivir de eso", resaltó Jésica.
Lugar de reunión.
Rodeado por la Casa de Gobierno, la Cámara de Diputados, el Tribunal de Cuentas y unido a la movida del Medasur, Moka aparece ideal para el encuentro de amigos, la salida en pareja o en familia, los festejos de cumpleaños. También para las reuniones de trabajo. Cafetería, pizzas, viandas, panadería, tragos, cervezas artesanales. Desde la mañana al mediodía de lunes a viernes y desde las 18 al cierre de miércoles a domingo. En la esquina de Belgrano y Padre Buodo.
"Aunque esté alejado del centro a la gente le gusta porque hay verde, es tranquilo, cálido y es algo distinto. El lugar suena bien y eso a los músicos los atrae, entonces cada vez tenemos más fechas de shows. Nos funciona muy bien el boca a boca, muchos nos dicen que es como el patio de la casa. Está claro que no es un lugar que explota, como pasa con otros sitios que abren y se llenan, pero estamos contentas, hay mucha gente que ni siquiera sabe que existe el Medasur, o que ni se enteran de las muestras que se hacen, así que lleva su tiempo", apuntó Soledad.
Para las chicas la experiencia emprendedora tiene su costado de aprendizaje. De prueba y error. De dolores de cabeza, pero las ganas y la chance de "hacer lo que te gusta" superan la tarea cotidiana de estar a cargo. De tener que dar la cara.
"Arrancamos totalmente de cero, sin nada. Nos arriesgamos por algo que a las dos nos gusta, en algo nuevo y que lleva mucho aprendizaje: tenés que aprender a administrar la parte económica, administrarte con la gente que trabaja y con los proveedores, con los músicos, con la clientela. Una cosa es trabajar en un lugar fijo como empleada, pero acá hay que poner la cara ante todo y ahí aprendés, sin muchas herramientas previas, así que ese perfil de emprendedoras lo estamos desarrollando a full", se ríe Jésica sobre el costado que no se ve a la hora de "jugársela" por lo propio.
"Creemos que hay que tener paciencia, era apostar por algo totalmente nuevo, nos va bien y le vamos agregando cosas de a poquito, está bueno que haya otros lugares, que la gente tenga la posibilidad de elegir, que haya oferta y todos podamos trabajar. Por suerte la gente vuelve y eso nos pone contentas y nos motiva. Buscamos ser cálidas, que se sientan a gusto y no que sea un lugar frío donde te sentás, consumís y te vas", resaltan sobre un espacio en el que, por ejemplo, un saxofonista fue la compañía ideal para la noche de enamorados de San Valentín.
Menú de ofertas.
Bel Martínez, Luca en el viento (un tributo al mítico líder de Sumo, Luca Prodan), las visitas de Meteorito y Javier Billordo, Germán Cenizo, Cherry's o una Jam Session; en la variedad está el gusto y Moka se fortalece en ese amplio menú musical.
"Vamos a agregar talleres de emprendedores, intentamos que desde acá esté la posibilidad de aprender cosas. Crochet, encuadernación y distintas propuestas, hay toda una movida grande de gente que hace y nos gusta que podamos convivir con eso en el bar", dice Soledad.
Arte, cultura y gastronomía con comida saludable y opciones naturistas. El sol en el verde o las estrellas a la vista. La opción de un rato de distensión en una ciudad cada vez más coloreada por el gris del cemento y ambientada por el ruido mecánico. Lejos pero cerca.
"Cuando te la jugás hay que poner todo, a veces puede resultar agotador, pero si lo intentás la satisfacción es muy grande. Buscamos tener conexión con los clientes, porque eso a nosotras también nos hace sentir cómodas, así que la idea es transmitirlo y a partir de eso crecer y obtener la rentabilidad necesaria. Empezamos hace poco pero pilas no nos faltan", aclara Jésica. Por si hiciera falta. Se viene la prueba de sonido y las heladeras ya están llenas. Será otra noche para darle una caricia a los sentidos.
"Hay mucho para hacer"
Cuando Jésica volvió a Santa Rosa no dudó en seguir su camino emprendedor. Junto a una amiga organizó ferias en el gimnasio del club Fortín Roca y la respuesta le despejó dudas.
"En la primera que hicimos hubo 50 stands y ahí dijimos: 'vale la pena', porque hay muchísima gente que apuesta, que reduce sus ingresos para hacer lo que la motiva o lo que le gusta. Creo que es muy fuerte esa idea de querer salir de un trabajo, de un lugar que no te entusiasma o no te gusta. A todos nos pasó cuando empezás a trabajar, el tema es poder encausarte hacia lo que te gusta y, claro, que puedas vivir de eso".
En Moka, Jésica y Soledad pagan el alquiler y tienen a su cargo la responsabilidad de todo el manejo del bar. Cuando finalice la concesión tendrán la chance de renovar el contrato, pero para eso falta. Por ahora la apuesta avanza con un público que descubre la nueva opción.
"El público de la noche varía según la opción musical. A Bel Martínez por ejemplo la siguen mucho entonces se agotó todo rápidamente. Cuando abrimos mucha gente de entre 30 y 40 años vino porque no se siente cómoda en otros bares, que son más juveniles. No lo buscamos, se dio así, a la gente todavía le cuesta acercarse pero al mismo tiempo genera la curiosidad por un lugar nuevo", contó Soledad.
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