La Pampa es la segunda productora de avena
Nuestra provincia tuvo un crecimiento en su producción de avena del 34%, y llegó al 9,53% del total del país que trepó a 564.909 toneladas. Las 53.870 toneladas producidas se cosecharon en 47.500 hectáreas pampeanas.
JUAN JOSE REYES
A pesar de los vaivenes climáticos que atravesó todo el territorio provincial durante la pasada campaña como la falta de humedad en piso por la fuerte seca tanto en el norte como el sur, las altas temperaturas y los vientos, un verdeo de invierno como lo es la avena, llegó al 9,53% del global del país que trepó a 564.909 toneladas. La Pampa con 53.870 toneladas producidas (creció 34%) en 47.500 ha. cosechadas (se sembraron 199.300) tuvo un rendimiento de 1.134 kilos por hectárea.
La mayor producción se dio en el departamento Guatraché con 13.750 kg/ha seguido de Atreucó 10.200; Hucal 9.000; Capital 5.500; Realicó 2.560 y Catriló 2.520 ton. Conocida como el cereal del invierno por su sensibilidad a las altas temperaturas, la avena es uno de los seis cereales más importantes para la generación de grano a nivel mundial. Si bien en La Pampa la fertilización es una herramienta imprescindible para aprovechar el potencial productivo del verdeo y el éxito es consecuencia de un manejo agronómico integral.
Allí intervienen otros factores además de los nutricionales (labranzas y selección de especies) que deben ajustarse para alcanzar altas disponibilidades forrajeras. El período invernal a punto de iniciarse, es una limitante de los sistemas ganaderos basados en recursos pastoriles. La utilización de gramíneas en esta época permite solucionar el problema, sin embargo, para producir en cantidad y calidad el manejo debe ser eficiente, pues la fertilización es una herramienta clave.
Gracias a su adaptabilidad, a pesar de la ingente falta de humedad en piso durante la campaña anterior, la avena puede sembrarse de manera anticipada o tardía, ya sea a inicios de otoño o finales de invierno, provocando una cosecha granífera que favorece a la alimentación de los animales y a la producción del heno.
Excelencia forrajera.
Entre los cultivos forrajeros con mejores posibilidades para adecuarse a los cambios climáticos de aquí, se encuentran los cereales de invierno, siendo la avena y el centeno las especies de mayor importancia teniendo en cuenta el panorama varietal y difusión que presentan.
Al ser La Pampa una de las zonas con el mayor porcentaje de producción (10%) en el país, los productores ganaderos llevan a cabo la compra o canje del grano producido en la región para el consumo animal, principalmente en caballos y vacas, o para generar nuevas siembras.
Según el INTA, el cultivo de avena, ha experimentado una continua declinación en tanto que la producción, si bien manifestó una tendencia similar, resultó de menor magnitud, pues creció el consumo humano producto de un cambio en los hábitos de alimentación, relacionado con la incorporación a las dietas de más fibras y menos calorías. En La Pampa, en la década de los ‘80, se alcanzaron valores de áreas sembradas y cosechadas altas.
Tal comportamiento obedeció a que la avena es un cultivo fácil de producir y almacenar, pero el hecho de ser considerado como una excelente alternativa dada su plasticidad y su multiplicidad de usos, su crecimiento se detuvo. Para quién produce ganado su principal destino es la utilización es como verdeo invernal.
Tolera heladas.
La gente de campo prefiere las avenas sobre el resto de otros verdeos ya que cuentan con cultivares más tolerantes a heladas y enfermedades, además de poder sembrarlas a fines de verano y más tardíamente a fines de invierno, en este último caso con posibilidades de cosecha granífera, para consumo animal o destinándose para la elaboración de heno en rollos y fardos. Según la fecha de la siembra se puede catalogar como tempranas, intermedias o tardías. Cada productor lo hará acuerdo a la necesidad de forraje que le fija el sistema productivo adoptado. En pasadas siembras la provincia obtuvo producciones de hasta 226.400 toneladas (2004/05); 215.230 (2001/02) y 200.100 en la siembra 2000/01 con rendimientos de hasta 1.971 kg/ha pero la 2019/20 fue muy baja alcanzando apenas las 22.110 toneladas. A partir de allí en la cosecha 2020/21 se obtuvieron 41.890 y en la actual como se explicó 66.865 toneladas y un crecimiento interanual del 9,34% y en la pasada hasta 66.865 toneladas posicionándose detrás de la provincia de Buenos Aires con 335.928 toneladas en el segundo lugar. Le siguieron en orden de importancia Córdoba con 34.082 y Entre Ríos con 12.880 toneladas.
Clima y producción.
Es considerada una planta de estación fría, localizándose las mayores áreas productivas en los climas templados más fríos (zona centro sur de La Pampa), aunque posee una resistencia al frío menor que la cebada y el trigo. Es una planta muy sensible a las altas temperaturas sobre todo durante la floración y la formación del grano. Además es exigente al agua por tener un coeficiente de transpiración alto, aunque le perjudican los excesos de humedad.
Las necesidades hídricas de la avena son altas como todos los cereales de invierno, por ello se adapta mejor a los climas frescos y húmedos. Así, la avena exige primaveras muy abundantes de agua (como lo fue la pasada), y cuando estas condiciones climatológicas se dan, se obtienen buenas producciones. Es sensible a la seca en la formación del grano.
Es una planta rústica, poco exigente en suelo, que se adapta a terrenos muy diversos. Prefiere los profundos y arcillo-arenosos, ricos en cal y que logren retener humedad, pero sin que quede el agua estancada. Es frecuente que la avena sea un cultivo poco cuidado, tanto en labores preparatorias como en abonado. Sin embargo, si se abonara y preparara el terreno con más esmero, la avena sería capaz de producciones elevadas, sobre todo cuando hay humedad.
La cantidad de semilla empleada es variable y va desde una dosis corriente de 100 a 150 kg/ha. La densidad de siembra óptima en invierno es de 250 plantas /ha. En primavera la densidad es de 300-350 plantas/m2.
El segundo destino de la avena es la producción de granos. Parte son conservados en los establecimientos agropecuarios para su posterior uso como simiente. Para el INTA “si se considera una densidad de siembra de 100 kg/ha, y se parte del supuesto de que toda la semilla fiscalizada se comercializa en la campaña, se llega al siguiente resultado: como promedio de las últimas 10 campañas de solo el 3,8% de la superficie implantada con avena habría sido sembrada con semilla fiscalizada.
Un dato preocupante, porque el valor tecnológico de una semilla está en la información genética que porta que permite obtener cultivos de rendimientos crecientes y diversas resistencias. El resto de la semilla que se recolecta es utilizada como forraje para consumo animal.
También se la usa con destino industrial para consumo humano, de su molienda se obtiene avena arrollada, harina y salvado de avena. El otro dato muy relevante a nivel país fue que en la Argentina la producción de Avena cayó un 40,6% pasando de 723.155 a 488.884 toneladas respecto de la campaña pasada a causa de la estrepitosa sequía.
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