Domingo 07 de septiembre 2025

Cococho Mirasol, dicen que trae suerte

Redacción 28/10/2012 - 04.21.hs
Mario Vega - Durante el día está lleno de gente en derredor, pero cuando el club va quedando vacío debe entristecer un poco. Quizás espera, como cualquier hombre, que llegue esa mujer que llene su espíritu andariego.
En pocos ambientes como en el fútbol -aunque también existe en otros deportes- la superstición y las cábalas tienen tanta repercusión y vigencia. Cualquiera que se instale frente a un televisor -aunque no vaya a un estadio- podrá ver a los futbolistas surgiendo de la manga, casi todos tratando de que su primera pisada en el césped -si hay césped- sea con el pie derecho. También a aquellos que, en una suerte de misticismo religioso, repiten la señal de la cruz, elevan plegarias al cielo, o ensayan algún tipo de ritual buscando aliarse con la suerte y tratando de alejarse de las malas ondas.
Pero no sólo a los deportistas les pasa, porque también muchos espectadores eligen -cuando están mirando por tevé- el mismo lugar del sillón, o actos litúrgicos que -a la luz de la razón- aparecen como simplemente absurdos.
Cualquiera que haya practicado un deporte más o menos en forma organizada -tomando parte de un torneo o en determinadas competencias- sabe que están los que, después de una buena actuación eligen vestirse con la misma ropa, e incluso hasta utilizar la misma muda interior. ¿Quién no recuerda al Coco Basile todo entalcado por su amigo El Panadero Díaz, a manera de cábala en el banco de Boca Juniors o el Seleccionado Nacional?, ¿o los clásicos "cuernitos" de algunos entrenadores cuando el equipo rival ataca al suyo?
O esas cuestiones tan ridículas como aferrarse a la imagen de una Virgen que a veces se coloca a metros de un banco de suplentes, como si en todo caso la divinidad no debiera alcanzar a todos los humanos, cualquiera sea el color de camiseta que los vista.
Todo un folklore que -aunque no sea el único ámbito en el que se utiliza- identifica al fútbol y su entorno. Atisbos o presunciones que, rápidamente, cambiarán si aparece en el camino una derrota o un contratiempo.

Enfermedad que se fue sola.
Pero no sólo se trata de ese tipo de acciones, que uno podría juzgar ilógicas y descabelladas, sino que hay otras que tienen que ver con una serie de talismanes o amuletos. Hay personas que son identificadas como poseedoras de alguna virtud que los haría irradiar ondas positivas que pueden conducir a un equipo al triunfo (¿??). Algo inexplicable. Pero, lo que es peor, hay individuos que son "acusados" de todo lo contrario, como capaces de generar fluidos maléficos capaces de hacer perder un partido, o preanunciar algún tipo de desgracia. Ese sujeto será tildado, de allí en más, lisa y llanamente de mufa. Toda una locura incomprensible.
Edgardo Ariel Mirasol (43), nacido en Godoy Cruz, Mendoza, es uno de esos personajes que, de tanto en tanto, aparecen en el ambiente del fútbol. Amigo de los Mac Allister -"Son mis hermanos", resume lo que siente por ellos-, está en su club hace ya más de una década, con algunas idas y vueltas en el medio.
Tuvo en su provincia natal "una infancia dura", con un agregado que pareciera haberle dejado algunas secuelas que él pretende que no existen. "Tuve epilepsia hasta los 22 años, justo cuando dejé de tomar las pastillas que tomaba para curarme. Dejé las pastillas y se me fue...", sonríe. Cuenta que era hijo de una familia pobre, con un papá que trabajaba de empleado municipal, y una mamá ama de casa y que tiene cuatro hermanos que hace mucho que no ve.
Este hombre nómade -dispuesto a abandonar esa condición- encontró en el fútbol, y en los futbolistas, un modo, una forma de eludir primero las privaciones, y también la manera de hacerse de un espacio diferente al transformarse precisamente en una suerte de talismán. Una tontería de marca mayor, pero en la que algunos creen a pié juntillas.

 

Ante Garmaz y el fútbol.
¿Quién es Edgardo Ariel Mirasol? Cococho, que así le dicen, es alguien vinculado al fútbol, como dije, desde una posición distinta. Hoy es colaborador del Deportivo Mac Allister, pero antes que ninguna otra cosa es amigo de los hermanos, que lo adoptaron y lo contienen.
"Lo que pasa es que yo era hincha del Deportivo Maipú en Mendoza, y no me perdía partidos. Allí lo conocí al Pato cuando fue a jugar el Nacional B, y desde el principio nos hicimos amigos. En el '92 muere mi papá y me fui de mi casa. Al principio me llevó Ante Garmaz, que era representante de Maipú en la AFA... estuve dos meses en su casa. ¡Pero ojo!, Ante era casado y tenía una mujer muy hermosa", dice ante mi mirada un poco inquisidora.
Luego apareció en Lanús, donde jugaban Juan José Serrizuela, "El Caño" Ibagaza, Gastón Coyete, y dirigía Héctor Cuper. Vivía en el club y hacía un poco de todo: limpiaba y ayudaba a masajear a los jugadores".En el '96 iba a volver a Mendoza y al tiempo cayó Rácing de Avellaneda a jugar una copa de verano, y en el plantel El Colorado Mac Allister; además del Chelo Delgado, el Mago Capria, Nacho González y la dirección técnica de Angel Cappa. "Era algo así como un asistente del plantel...", recuerda Cococho.
Más tarde cuando "El Colo" hizo su experiencia como entrenador de Argentinos Juniors allí también Cococho haría "de utilero y masajista. "Después Serrizuela me llevó a San Lorenzo, donde estaba Romeo -hoy manager del plantel-, Michelini, y donde conocí a Galíndez". Este es el mítico masajista de Argentina campeón del mundo 86, también un amuleto de los futbolistas.
Por entonces lo invitaron a acercarse al Independiente del Tolo Gallego, pero "como a veces pagaban y a veces no" se terminó yendo. "El Pipa" Estévez lo habría de invitar a ir a Boca -cuando pasó de San Lorenzo a los xeneizes- "porque el plantel estaba necesitando un poco de suerte". Cococho cuenta hoy que estuvo nada más que dos semanas en el equipo de los bosteros: "¡Qué tenía que hacer yo ahí si soy de Ríver", vuelve a reír.
Lo cierto es que esa transferencia -"El pase del año" dijo Olé en su reconocido estilo grandielocuente- le daría a Cococho una gran popularidad.
"Y cómo que no... es verdad que doy suerte", se ufana.

 

El suertudo.
"Fijate, estuve en Lanús en 1996 y ganó la Conmebol; y después me fui y perdieron el campeonato al final. En San Lorenzo. cuando dirigía el ingeniero Pellegrini, ganaron el Clausura y en 2002 la Copa Mercosur. Me acuerdo que cuando estaba en Independiente me enojé porque me pagaban de vez en cuando y me fui por algunos días... resultado: perdieron con Ríver. A los pocos días me llamaron y volví: le ganamos 4 a 1 a Talleres en Córdoba. Que cada uno crea lo que quiera...", sigue presumiendo. Lo cierto es que terminó yéndose enojado. "Vivo en Reconquista 154, General Gutiérrez, Maipú, Mendoza. Si quieren saben dónde encontrarme", les dejó dicho cuando se iba.
Boca se lo terminaría llevando, pero no aguantó demasiado allí, aunque compartió con Diego Maradona, Caniggia y tantos otros.
Un día decidió que se venía a La Pampa: "Se deben acordar: el Deportivo Mac Allister fue campeón del Provincial en 2002, y el Nani Muñoz se cansó de meter goles". Desde entonces sigue vinculado "de cualquier manera" en el club de los hermanos: "Yo colaboro, Y hago de todo: masajeo, cuido la cancha, estoy en la utilería. La verdad es que aquí estoy bárbaro", reconoce.
Además del fútbol, de disfrutar de ver a los equipos del Deportivo Mac Allister en las distintas categorías, le gusta ir al Casino. "Juego algunas fichitas, pero en realidad voy a ver gente. Es un buen lugar para ir a tomar algo", dice tratando de ser convincente.
"¿Los jugadores? Te puedo asegurar que los cuido mucho. Sé que existen tipos que no se portan bien con ellos y eso me da angustia y bronca. Pero te digo que si veo algo raro los saco largo... podrían ser tus hijos", reflexiona.
Tiene recuerdos, muchísimos, fotos con los jugadores más impensados, incluso la que lo muestra en el estadio "Juan Gilberto Funes" de San Juan entre el astro brasileño Ronaldinho y Lionel Messi. Nada menos. "Conocí a muchos, pero el mejor de todos los que vi jugar fue el Pocho Insúa, sobre todo cuando estaba en Argentinos Juniors...". Menciona con cariño a los Mac Allister, pero además al Pipa Estévez; pero se nota que le tiene tirria al Flaco Schiavi. ¿Por qué? Al parecer porque es el típico tipo al que le gustan las bromas pesadas, y no repara si se las hace a alguien más débil... Y la verdad, cuando es así, no está bueno. De verdad que no.
En el final Cococho deja lo que casi parece un anhelo: "Aunque el fútbol es todo en mi vida, te juro que espero el día que aparezca la pareja, y pienso en hijos. Que en algún momento va a pasar... En eso pienso como cualquier mortal. Con eso sueño", concluye.

 

Mil y una anécdotas de Cococho.
"Cuando fui a jugar a Maipú de Mendoza en el Nacional B me lo encontré en un kiosco que estaba frente a la cancha. Tendría 15 años y me cayó simpático y se incorporó al plantel. Viajábamos a todos lados y si llegábamos el viernes él ya nos estaba esperando... en el avión le juntábamos las bandejitas de comida y se las guardábamos en un bolso: Se comía en un rato las veinte bandejas de milanesas", sonríe Carlos Patricio Mac Allister . "Además lo entrábamos a los hoteles en las bolsas de utilería... y no era nada livianito. Estaba todo el día con nosotros", continúa.
"No lo vi durante años, pero un día que estaba en Belgrano entrenando me suena el celular. 'Pato', me dijo, y le conocí la voz al toque. 'Estoy a 15 kilómetros de Santa Rosa'. Y bueno, se quedó, aunque en algún momento fue a algún club de Buenos Aires. ¿Que da suerte? Esas son pavadas", agrega contundente el Pato.
"¿Anédcotas? Mil. Pero hay una bárbara. Nosotros siempre quisimos que mejorara sus modales, sus costumbres, que anduviera siempre limpio. Un día, en Mendoza, 'Colores' le ordenó que se bañara: 'Te metés en la bañera y no salís hasta que vuelva', le dijo. Mi hermano bajó y se puso a jugar a las cartas... volvió a las tres horas. ¿Qué hacés ahí?, lo retó. 'Y si me dijiste que no saliera hasta que vuelva', contestó Cococho. Tenías que verlo, parecía una pasa de uva", se ríe ahora sí con ganas El Pato.
"Lo que te puedo decir es que es una buena persona, que mejoró en todo y que lo queremos mucho", cerró.

 


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