Miércoles 24 de abril 2024

Jorge, de pernoctar en las calles a trabajar en un bar

Redaccion 27/01/2020 - 05.38.hs

En el invierno que pasó, en pleno centro de Santa Rosa, frente mismo a la plaza San Martín, un hombre acomodaba sus trastos -un colchón viejo, una deshilachada frazada y una suerte de mochila que utilizaba como almohada- y dormía en el lugar. Por estas horas se sabe que esa misma persona está radicada en Río Cuarto, y estaría pernoctando en las tribunas del Club Atenas; aunque podría decirse que su suerte cambió en el buen sentido: fue tomado para trabajar en un bar de esa ciudad cordobesa.

 

Noches inclementes.
Jorge Ariel González (48 años), que de él se trata, durante algunos meses fue visto por los vecinos que circulan por el centro de Santa Rosa. Los transeúntes casi se habían acostumbrado a observar que en el portal de un céntrico comercio pegado a la Catedral -en una suerte de entrada, de porche-, pernoctaba un hombre. Allí soportaba las inclemencias de las noches invernales… se lo veía comer algo allí mismo y después se acomodaba para dormir. «Sólo tiene la cercanía de un perro flaco de pelaje negro, con el que duerme arrebujado en estas noches frías e inclementes», señalábamos allá por el mes de junio pasado.
En esa época, por las mañanas, temprano, solía compartir unos mates con los primeros lavacoches que llegaban a la zona, y después partía a errar por la ciudad.

 

Ahora en Río Cuarto.
Ahora, por las redes sociales se conoce que llegó a Río Cuarto hace algunas semanas, y duerme en las tribunas de un club.
A Esteban Fernández, uno de los propietarios de un bar en la ciudad, le cayó bien el trato correcto que siempre muestra Jorge, y decidió darle una oportunidad.
«Le facilitamos la oportunidad de trabajo en nuestro bar y está muy contento; aunque en algún momento se mostró un poco triste porque no tenía ropa para presentarse… le dimos una muda pero tal vez no alcanza», explicó Esteban por Facebook.
Se refirió a Jorge como «una persona respetuosa, tiene 48 años y queremos ayudarlo. Necesita un espacio para vivir, porque duerme sobre cartones en el suelo», puntualizó Fernández.

 

Algunas necesidades.
Además, el propietario del bar ofreció un número para que se puedan comunicar aquellos que tienen la intención de ayudarlo. El teléfono es el 358286444; y Esteban dio a conocer una pequeña lista de lo que necesita Jorge: zapatillas número 42, prendas de vestir, pero no alimentos porque no tiene dónde cocinarlos, ni tampoco dónde dejarlos.
En la foto que se postea se lo puede ver a Jorge Ariel González en la puerta del bar donde ha conseguido trabajo. En su momento contó que es hijo de Eduardo «El Galgo» González, hachero de profesión, y de Rosa Hermelinda, que crió también a otros siete hermanos.

 

«No le hago mal a nadie».
Aquella vez que dialogó con un cronista de este diario, Jorge reveló que sufre de esquizofrenia, pero aclaró: «No de la mala, porque soy incapaz de matar una hormiga». Se trata de una enfermedad mental que puede provocar alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida del contacto con la realidad.
«Pero yo no le hago mal a nadie… yo estoy aquí y no molesto… a veces pasa alguien y me ayuda de alguna manera, pero no me gusta molestar», había señalado. En un tiempo estuvo internado en el Hospital Lucio Molas, y había sido después de eso que decidió dormir en la calle. Últimamente había abandonado el lugar, y casi no se lo veía, hasta que ahora apareció en Río Cuarto.

 

Jorge, dibujante.
Un rasgo curioso, o no, es su gusto por el dibujo, que iba mostrando a quien quisiera verlos… algunos bien logrados y coloreados, acompañados de mensajes escritos que pretenderían ser aleccionadores («mis ojos piden paz», rezaba uno; otro vinculado al tránsito y la necesidad de observar las señales porque «puede costar la vida»).
Jorge, hay que expresarlo, ha tenido una existencia complicada, y se encontró en su camino con circunstancias que lo expusieron a la orfandad, al desamparo, y a vivir sin un techo que lo cobije. Hoy podría decirse que tal vez algo empezó a cambiar, y acaso lo que venga sea mejor para él. Aunque sea un poquito mejor.

 

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