Artesanos de las raíces
Natalia Martínez y Juan Pérez dejan aflorar lo mejor de la cultura indígena en «Tierra Ranquel», objetos de cerámica que son distinguidos y premiados en todo el país gracias a una calidad e identidad marcada por lo pampeano.
«Lo más positivo de toda esta situación es que estamos sumando producción, nunca tuvimos tanto stock», dice con una sonrisa algo resignada Natalia mientras muestra un estante repleto de cazuelas en forma de piche. A su lado Juan explica el trabajo de cera pura de abeja que hace sobre una olla, un recipiente hermoso e ideal para un guiso bien suculento. Es que en tiempos de confinamiento y cuarentena social, el trabajo sigue pero queda ahí, a la espera de lucirse ante otros ojos, posarse sobre otras manos y contener distintos aromas, sabores o recuerdos.
Natalia Martínez es una santarroseña de 46 años que estudió Diseño Gráfico en Córdoba, es profesora de danzas folklóricas, ceramista y está en pareja con Juan Pérez (57), oriundo de Victorica que además de ceramista es actor y tallerista en platería. Después de conocerse en clases de folklore comenzaron a edificar juntos una historia atravesada por la cerámica más ancestral, obras que se inspiran en el aire, el fuego, el barro y el agua. La raíz del pueblo ranquel.
«Durante 18 años fui empleado del Banco de La Pampa y en 2001 tomé la decisión de renunciar y emprender otra búsqueda. Comencé a leer, a investigar, a buscar en mis raíces y descubrí que mis antepasados son de origen ranquel. Empecé a ir a las celebraciones de año nuevo ranquel en Leuvucó y me fui conectando con la Mamüll Mapu (tierra del monte). Con Nati nos habíamos conocido en el ’99 en clases de folklore, y a fines de 2001 pusimos un kiosco frente al hospital. Allí estuvimos varios años y ese tiempo nos sirvió para ir formándonos como ceramistas», recordó Raúl.
«Esa exploración por tu pasado es un viaje de ida porque es maravilloso saber quién sos, de dónde venís, ese gran sentido de pertenencia que uno descubre que tiene, y todo eso lo llevamos a la cerámica. Cada vez que vamos a buscar arcilla es una ofrenda que le hacemos a la tierra ancestral. Lo que hacemos también es un rescate cultural», describió Juan.
Esa búsqueda y ese aprendizaje desembocó en «Tierra Ranquel», el nombre que desde 2010 los identifica y que fue esparciéndose por distintos rincones del país, en ferias internacionales y en muestras donde sus piezas utilitarias y ornamentales se destacan por la creatividad y por una fuerte impronta cultural de los pueblos originarios.
«En 2014 nos invitaron al encuentro nacional de ceramistas Barro Calchaquí, en San Carlos, en Salta. Allí van 30 ceramistas de todo el país. Nosotros enviamos el currículum y nos eligieron para ir y trabajar en vivo. Te dan 10 kilos de arcilla y te dicen: ‘Hacé tu obra’. ‘¿Y ahora qué hacemos?’ nos preguntamos. Nosotros teníamos ollas, cazuelas, vasos, pero había que hacer algo distinto, y a nuestro lado todos se ponían a trabajar de inmediato. Entonces Juan me dijo que teníamos que visibilizar nuestra cultura ranquel, qué queríamos mostrar y decir. Ahí plantamos una semilla. Y nos dieron una mención especial por el contenido que le dimos a nuestra obra y me acuerdo que cuando volvimos aparecimos en LA ARENA. Eso repercutió mucho y a partir de ahí se nos abrieron otras opciones», resumió Natalia sobre el momento en que Tierra Ranquel marcó un despegue en su trayectoria.
Ferias
La pareja armó un mapa de eventos y encuentros que cada año los lleva por la Fiesta del Poncho en Catamarca, por la Feria Internacional de San Juan, por el masivo encuentro de diez días en Capital Federal, por la Feria del Lago en la patagónica El Calafate o por la Bienal del Chaco. «Durante el verano nos instalamos todo enero y parte de febrero en San Martín de los Andes, en la feria muy linda que se hace ahí. Es todo un circuito que también permite abrir puertas y generar nuevas cosas», coinciden.
«Tierra Ranquel» logró así los máximos premios en Catamarca (2016 y 2017), en la bonaerense Berazategui (2017) y en San Juan (2018). Y en el año 2017 se quedaron con el primer premio Cerámica Tradicional del Fondo Nacional de las Artes.
«Para nosotros ese premio fue algo que nos llenó de gratificación, de alegría. Tenemos claro que llegamos luego de un largo camino de trabajo y de conducta, pero esa distinción también llevó a que se generen otras cosas como la convocatoria al Museo de Arte Popular «José Hernández» de la Ciudad de Buenos Aires, una muestra que incluyó a otros artistas pampeanos y que se extendió del 16 de marzo al 20 de mayo del año pasado.
«En cada evento y en cada lugar al que vamos contamos con el gran apoyo de la Provincia. El Consejo Provincial Aborigen siempre nos da una mano y eso es clave para poder llegar y mostrar lo que tenemos», destaca Juan luego de recordar el encuentro multidisciplinario de Cerámica Tierra Ranquel que se desarrolló en 2018 en Medasur, un evento que luego tuvo su réplica en la Casa de La Pampa en Buenos Aires.
Talleres
Aunque tienen su base en la capital pampeana, tanto Natalia como Juan son de espíritu inquieto y por eso dictan talleres en distintos puntos de la provincia.
«Hasta que comenzó la cuarentena estábamos viajando a dar los talleres, en realidad recién había arrancado el año. Es algo que me gusta muchísimo y hace un tiempo nos convocaron para ir a enseñar a mujeres de Puelches, la mayoría chicas jóvenes cuyas parejas trabajan en la salinera, en la APE o en Vialidad, y ellas se quedan al cuidado de la casa y de los chicos hasta que los hombres vuelven. Para los talleres se juntaron 18 mujeres, que para un lugar como Puelches es un montón. Muchas hicieron obras hermosas, fue una experiencia maravillosa para nosotros», valoró Natalia.
La pareja cuenta cada detalle del trabajo que se hace con cera pura de abeja, el horneado, el estiércol de chivo que sirve para el ahumado de las piezas. Todo un trabajo cien por ciento artesanal que luego luce con su impronta ancestral.
«Hoy estamos en una situación inédita, rara, pero ponemos nuestra energía en seguir produciendo para que cuando todo esto pase salgamos a ofrecer lo que hacemos. Y nos pasó algo curioso porque habíamos aceptado ir a Capitán Sarmiento (provincia de Buenos Aires), a un encuentro que nos venían invitando hace tiempo, así que preparamos todo y llenamos el tanque de combustible en la estación 606. Y cuando subimos a la ruta 5 nos llamaron que se había suspendido por la cuarentena, así que al menos no viajamos hasta allá», se ríen ambos mientras esperan volver a mostrar todo su trabajo, toda su creación nacida de la tierra.
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