Cine Santa Rosa cumple 30 años: “Un cine pensado para todo el público”
Un punto de encuentro con amigos y amigas, un lugar para atreverse a soñar, para reflexionar, para conocer otros países, otras culturas, para tener algo de miedo, para reír, llorar… Todo eso pasa -hoy en día- en el Cine Milenium, pero también hay muchas historias en el Cine Don Bosco y en el Cine Amadeus y quizás estas líneas ayuden a hacer memoria…
Hace 30 años, es decir el 1º de septiembre de 1995, abrió en Santa Rosa el Cine Don Bosco, la primera aventura familiar de Walter Geringer y Bettina Tueros. “No sabíamos nada de cine”, recordó Walter al realizar un repaso por la historia de la empresa. “Yo tenía la pasión y Bettina se enganchó conmigo, tiramos los dos para el mismo lado y a la vez, fue un laburo enorme. Si bien la pasión te puede llevar a hacer las mejores cosas, el acompañamiento económico fue muy difícil al principio”, reflexionó en diálogo con LA ARENA.
En una entrevista, Walter repasó la historia de los cines. Quién no recuerda el tradicional Cine Don Bosco, el Amadeus con sus jueves de cine independiente, los ciclos del Oscar, del cine francés, alemán y las inolvidables películas infantiles que marcaron generaciones… El propietario del Milenium -actual cine de los Geringer Tueros- contó que en un primer momento estuvieron asociados con una familia amiga, “pero después nos quedamos solos”.
Atraer al público.
La pareja debió redoblar esfuerzos para conseguir los títulos de las películas. “Además había un cierto tipo de películas que me gustaban a mí, pero no al resto de la gente”, dijo entre risas. Y los años ‘90 fueron complicados para el cine. “Era una época en la que el cine recién empezaba a remontar luego de una caída muy grande a partir de la incursión del VHS y del cierre de muchas salas en los ‘80. Si bien había grandes producciones cinematográficas, todo estaba previsto para más adelante, 1995 no era el momento para empezar”, explicó.
Walter afirmó que “fue un desafío atraer a la gente al cine y más aún en una ciudad en la que había muchos videoclubes, y otras otras salidas que no eran al cine”. También existía el Cine Monumental, que “traía estrenos a la par de Buenos Aires, y tenía una gran lucha para mantener al al público cinéfilo”.
“Con Bettina, muchas veces decíamos ‘El mes que viene cerramos’, por la poca asistencia”, señaló y sostuvo que el director del Colegio Domingo Savio, el Padre Alfredo Zentner, fue de gran apoyo para la familia. “Fue casi el único que realmente nos apoyó, nos decía que si no podíamos pagar el alquiler lo dejemos para más adelante, pero que sigamos porque estaba bueno lo que hacíamos”, comentó. “Y realmente se logró, con mucho esfuerzo y muchísimo tiempo, que la gente vuelva al cine”, agregó.
Ciclos.
El primer estreno importante fue El Cartero, una película italiana que convocó a un buen número de espectadores en Santa Rosa. Luego comenzaron los pequeños ciclos, como la Semana del Cine Nacional en La Pampa y los jueves de cine. Walter recordó las críticas que realizaba el periodista Eduardo Orbea de LA ARENA. “Como eran rollos de 35 milímetros teníamos que chequearlas, entonces el operador Jorge Ponce y el periodista Eduardo Orbea las venían solos en el Don Bosco mientras las probaban. Al día siguiente, en el diario salía una crítica que atraía al público”, contó.
Hoy, los jueves de cine independiente de todo el mundo son un clásico, pero cuando inició solo había cinco personas adentro de la sala. “Mi suegra y mi suegro eran fieles”, afirmó y señaló que cuando comenzó a correrse la voz, el espacio fue llenándose. “Siempre había 10, 15 o 20 personas, y luego se convirtió en salas casi llenas, la gente aplaudía de pie. Son cosas hermosas que sucedieron y siguen pasando porque ya es un lugar de encuentro”, sostuvo.
El ciclo se trasladó al cine Amadeus cuando se inauguró en el 2004. “La gente ya no preguntaba qué película se iba a proyectar, iban directamente y a veces no nos mandaban la correcta, entonces a Bettina se le ocurrió pasar una película ‘sorpresa’ en los jueves de cine”, aseguró Walter. A la salida, la gente votaba qué le había parecido el film: excelente, bueno o malo. “La película de Los Beatles ‘Anochecer de un día agitado’ tuvo todas referencias malas, mientras que una de Burkina Faso les había parecido excelente”, ejemplificó.
En ese momento, los dueños del cine se dieron cuenta que al público le gustaba conocer otras culturas a través de las películas, entonces trajeron filmografía de Uzbekistán, Japón y muchos países más. El Amadeus -que cerró en plena pandemia- también se había convertido en una galería de arte. “Tuvimos la suerte de tener curadurías como las de Raquel Pumilla, Paola Barattini y Paula Rivero, que mostraban arte local en un cine”, explicó.
El Ciclo del Oscar es otro momento importante de la empresa. “Inventamos ese ciclo y la novedad era que estrenábamos la ganadora del Oscar a los dos días de haber ganado el Oscar. A veces no sabíamos si la conseguiríamos. Recuero El Paciente Inglés que había ganado el lunes, el miércoles salió la copia del laboratorio y el jueves ya la íbamos a dar. Tuvimos que buscarla a mitad de camino porque la gente ya estaba adentro de la sala y el rollo recién llegaba”, dijo entre risas.
Actualidad.
Las historias en el Don Bosco y en el Amadeus son muchísimas y hoy la familia está escribiendo la del cine Milenium, un espacio de 316 butacas, con 13 empleados, 60 proveedores que rompe esquemas, comodidades y busca la inclusión de todas las personas en la sala. “Tenemos funciones para personas neurodivergentes y con discapacidad auditiva. Es un gran laburo porque no lo hacían los cines normalmente. Nosotros lo hacemos para que todo el público pueda disfrutar del cine, además los más pequeños pueden recorrer el cine por primera vez y eso les va a permitir no asustarse cuando vengan a ver una película más adelante”, explicó Walter. También tienen funciones para escuelas, colegios secundarios y universidad. “Tratamos de que quien venga aprenda a ser espectador, que respete al otro”, sostuvo.
“En 30 años tenemos todas estas cosas valiosas”, dijo con orgullo el propietario. Obviamente que ya tienen pensados los próximos pasos, como por ejemplo la actualización de la página web para que el público pueda elegir la butaca desde su casa. “Es todo un desafío”, aseguró. Si hay algo que tiene en claro Walter es que el cine seguirá siendo un espacio de encuentro en la ciudad y una salida asegurada para toda la familia. No hay plataforma de streaming que pueda competir a una buena butaca, un buen sonido y una pantalla gigante. Es por ello que el sábado estuvieron de festejo y al evento no faltó el personaje de Star Wars Obi-Wan Kenobi (Walter Geringer) y Cruella (Bettina Tueros).
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