Domingo 18 de mayo 2025

Cuando la nostalgia nos acompaña cada día

Redacción 18/05/2025 - 00.06.hs

En nuestro transcurrir se presentan situaciones que no siempre podemos manejar. Porque nacemos y nos desarrollamos en un determinado lugar, pero ciertamente, al cabo, es la vida la que nos va llevando.

 

MARIO VEGA

 

“Mira si será duro vivir lejos y añorar tus afectos, tu tierra, que le contaba a Laura que estaba escribiendo unas líneas hablando de nuestra vida aquí, y que mientras iba recordando cosas de allá se me empezaron a caer las lágrimas. Y de repente me agarró tan llantera (sic) que no pude continuar…”.

 

Son palabras sinceras y sentidas que este hombre -al que conocí de pibe- me iba escribiendo, después que le pedí que me contara de su vida. Laura es su esposa, y el “allá” a que se refiere es “acá”: Santa Rosa, La Pampa. Y “aquí” (de dónde está escribiendo) es San Sebastián de los Reyes, localidad satélite de la capital española ubicada a 18 kilómetros de Madrid.

 

Los que se fueron.

 

Es la historia parecida a la de tantos que un día el destino llevó para el otro lado del Atlántico. Tengo muchos amigos y amigas que alguna vez se decidieron, levantaron sus cosas y se marcharon… un poco buscando un futuro mejor para ellos y sus hijos, tal vez algunos con un deseo de aventura para ver qué pasaba.

 

Pero lo cierto es que se instalaron en tierras lejanas –tengo conocidos en Italia, España, Austria, Francia y otros lugares de Europa, y muchos en países de América incluyendo EEUU-, empezaron a trabajar, se insertaron en comunidades que les abrieron sus brazos y se fueron quedando. Seguro que entre ellos estaban los que pensaban en una estadía pasajera –quizás de unos años--, y probablemente no en afincarse definitivamente afuera.

 

Contra el destino…

 

Pero es cierto... contra el destino nadie la talla, dice el tango.

 

Es que a veces la gente programa determinadas cosas para llevar adelante, cómo y dónde hacerlo, y como digo siempre al final la vida nos va llevando.

 

Juan Rogelio Moreno, Juan para muchos, y “Gordi” para quienes lo conocieron de purrete, es una de las tantas personas que emprendieron el camino del exilio, pero a lo mejor con la secreta idea de alguna vez regresar al punto de partida.

 

La historia al revés.

 

A veces me conmueve mucho la canción de Alberto Cortez “El abuelo”. A tal punto que –andando sólo en auto escuchándola- se me humedece la mirada al imaginar cómo habrá sido aquella historia. Y se me ocurre que es una parecida a la de tantos llamados Juan… pero al revés… Aquel abuelo se marchaba de España y ya nunca volvería… Y pienso que es probable que muchos de los que se marcharon de esta tierra quizás tampoco regresen.

 

“El abuelo un día como tantos otros,/con tanta esperanza/la imagen querida de su vieja aldea/ se llevó grabada muy dentro del alma…”.

 

Me parece tremenda cuando la canción, ya en el final, cuenta que el abuelo le dice al nieto: “Prométeme hijo que a la vieja aldea/irás algún día/que al viento del norte/dirás que su amigo/a una nueva tierra le entregó la vida…”.

 

Juro que al escucharla se me estruja el alma (¿será que estoy grande?)… Sé que tengo amigos y amigas que ya no regresarán, y algunos y algunas que tal vez nunca más volveré a ver. Y, ya lo dije otras veces, me duele mucho.

 

Por eso entiendo a Juan cuando explica lo que sintió al contarle a su esposa que estaba recordando sus vivencias en su Santa Rosa natal… y lo que vino después.

 

Familia santarroseña.

 

Juan (60) es hijo de Rosa Angélica Pérez (más conocida como Amelia), que “siempre trabajó de cocinera o mucama, en la Clínica Modelo, en el Sanatorio Santa Rosa y en la sede del Gremio de la Uocra, entre otros lugares. Su papá era Juan Carlos Moreno, a quien todos conocíamos como Lito, trabajador del Correo, pero que además no esquivaba seguir laburando como vendedor de gaseosas en los festivales de boxeo en Fortín, o en el hipódromo. “Había que parar la olla y Lito hacía un poco de todo… primero de cartero, sobre todo en Villa del Busto y más tarde de auxiliar”, lo evoca Juan, que también supo desempeñarse como mensajero “y luego de cartero. Tengo muy lindos recuerdos de esa época y de la gente con la que trabajaba”, dice ahora.

 

Tres hermanos.

 

Son tres hermanos, y además de “Gordi” están Graciela, en la actualidad jubilada como administrativa de la Universidad Nacional de La Pampa, que vive en Santa Rosa y “es quien cuida de nuestra madre. Ella tiene cuatro hijos (uno fallecido muy pequeño); y Caio, que es Carlos Alberto, está radicado en Buenos Aires hace casi 40 años y es también profesor de Educación Física”, precisa.

 

Cabe decir que los hermanitos Moreno –Gordi y Caio-, desde muy chicos se destacaron en el ámbito del deporte, haciendo un poco de todo. En el caso de Caio lo recuerdo como un gimnasta de aquellos, haciendo maravillas en el cajón de saltos, y además como muy buen voleibolista. Hoy trabaja en colegios y además junto a su esposa Andrea (tienen dos hijos) se dedican en especial a los saltos ornamentales.

 

Los estudios.

 

La familia vivió primero en 1º de Mayo y Estrada (Villa del Busto), y más tarde pasó al barrio Butaló. Juan hizo la primaria en la Escuela 401 Ricardo Gutiérrez, al lado del parque infantil. “Empecé secundaría en la Escuela Industrial, pero abandoné en cuarto año… un poco por los berrinches propios de la adolescencia, esa época en que uno no tiene muy definido qué quiere hacer. Pero más tarde terminé en Dinea, en la nocturna, porque hubo gente amiga que me motivó para que termine; y un poco porque supongo jugó su papel el punto de madurez que se iba produciendo en mí”.

 

El amigo de la vida.

 

De seguir otra carrera, luego del secundario, no era tan difícil adivinar cuál podría ser. Su íntima vinculación con el deporte lo llevó a estudiar Educación Fìsica a Buenos Aires, donde se iba a encontrar con un amigo que le dio el fútbol cuando los dos eran muy pibes.

 

Y ese otro chico, también lleno de sueños e ilusiones, no era otro que Carlos Javier Mac Allister, quien ya había iniciado su carrera como jugador de fútbol de Argentinos Juniors. “Vivíamos juntos con el Colo, y gracias a su ayuda con el departamento, y sobre todo su amistad, pude hacer el profesorado en el INEF Romero Brest. Después, ya en Madrid, hice la licenciatura en la Universidad Politécnica”.

 

Todos deportistas.

 

Que hoy el “Gordi” esté viviendo en Madrid tiene mucho que ver con Laura Lahora, con quien se conoció en el INEF mientras estudiaban. Ella ha sido excelente jugadora de handball de Ferrocarril Oeste de Caballito, y también de la Selección Argentina (con la que disputó los Panamericanos de Indianápolis y Mar del Plata), “es profe y trabaja igual que yo en el Colegio Calasancio de Madrid, de los Padres Escolapios”, cuenta Juan. Esta es una orden religiosa de la Iglesia Católica, dedicada a la educación y evangelización de niños y jóvenes, especialmente los más pobres.

 

La saga de los Moreno.

 

Juan y Laura tienen dos hijos: “Matías (28) que en estos días se está independizando junto a su pareja y es encargado en un supermercado. Es además un gran deportista aficionado haciendo carreras populares, maratones, triatlones etcétera. En tanto Daniela (24) -sigue- hace 5 años que no vive en casa, ya que juega handball profesional. Está radicada en Galicia (milita en Club Porriño) y vive con su pareja, estudia Educación Social y lo compatibiliza con el deporte. También jugó en la selección española hasta la categoría junior”, narra.

 

El año pasado los cuatro estuvieron en Argentina. Y cuenta Juan: “Matías tiene un sentido de pertenencia impresionante, aunque nació en Madrid; y Dani un poco menos. Eso sí llaman un par de veces a la semana a su abuela… pero es verdad que se criaron acá con tíos postizos: Martín Kockritz, Dani Ballardo, Fernando Casalini (por desgracia ya fallecido). Mamá vino 7 u 8 veces para acá y le gusta, pero le prometí que a partir de ahora yo voy a ir todos los julios”, acota.

 

Recuerdos santarroseños.

 

Hablando con Juan es imposible no remontarse a su transcurrir en Santa Rosa. “Sí, siempre el deporte, ha sido nuestra vida con Caio… como sabés jugué fútbol en Belgrano donde ya estaban los Mac Allister (Colo y Pato), natación, vóley en All Boys, sóftbol… se lo debemos a nuestros padres que nos metieron en el club de muy chicos, sobre todo para que no estuviéramos en la calle y porque además en aquellas épocas en Santa Rosa el deporte siempre estaba presente. Teníamos profes excelentes como Horacio González, Roberto Zamudio; y el espejo en que muchos nos miramos intentando emular que ha sido Omar Lastiri. Pero hubo muchos otros que se encargaban de motivar a los chicos. en los ‘70 y ‘80”, reconoce.

 

Trabajando en Buenos Aires.

 

“Gordi” no regresó nunca a trabajar en su ciudad natal, donde sí llegaba de visita. “Trabajé en Buenos Aires, en escuelas municipales con chicos down, lugar que me consiguió el Colo a través del profe de Argentinos Juniors que era Jorge Callase y dirigía los programas de este tipo en CABA. Además con Colores creamos dos escuelas de fútbol, una en Paternal y otra en Ramos Mejía en centros de la comunidad judía. Con eso me ganaba la vida y me pagaba los estudios”, resume.

 

Por qué Madrid.

 

En el segundo año de la carrera se encuentra con Laura y empiezan a noviar. “A ella le llegó una propuesta de España para venir a jugar handball… acá balonmano, je!. Bueno, se vino y después de seis meses me invitó a pasar las navidades en Madrid; y por sobre todo para saber que iba a pasar con nuestra pareja”.

 

Llegó al aeropuerto de Barajas “con un billete de un mes y sólo 100 dólares en el bolsillo, porque un año de ahorro se me había ido en el pasaje… pero ya a los dos días conseguí trabajo y de a poco me fui afianzando, siempre en colegios y escuelas deportivas. Y la verdad es que los dos trabajábamos muchísimo”, explica.

 

PF de Argentinos Juniors.

 

Hubo una posibilidad de venir a trabajar a Argentina. “En el 2000, intenté volver de la mano del Colo, que me propuso ser parte del cuerpo técnico de Argentinos Juniors, junto a Pato su hermano. Empezamos muy bien, pero luego empatamos 8 partidos seguidos, perdimos un par y decidimos dar un paso al costado… Y volví a Madrid donde había quedado mi familia. Laura embarazada de Daniela; y Mati con 4 años. Encima después vino el corralito (en Argentina) y ya fue más difícil plantearse la vuelta al país”.

 

Pero se presentó otra chance: “De nuevo con una propuesta del Colo llegué a la Secretaría de Deportes de la Nación, donde me encargué del programa Clubes Argentinos”.

 

Al producirse el reclamo familiar Juan no lo dudó: “Laura y los chicos seguían en Madrid, y me replanteé quedarme en Buenos Aires o no, y decidí volver a España”, recuerda.

 

Los amigos de siempre.

 

Señala que sus hijos son españoles “y les encanta ir a Argentina de visita… pero su vida está acá y loa entiendo perfectamente”, admite.

 

Es de seguir las noticias de Argentina y en particular de La Pampa, y por eso “procuro leer La Arena y saber qué está pasando”, agrega.

 

Cuando viene por Santa Rosa sigue teniendo contacto “con Walter Bonetto que jugaba con nosotros en Belgrano y estudiaba conmigo en la Escuela Industrial, con Turly Costabel que nos escribimos seguido, con Pachi Laborde con el que nos juntamos cuando voy al Club Mac Allister. También mantengo relación con Seba Lastiri, que vivió un año en casa cuando vino a probar suerte en el ciclismo. Y en Buenos Aires, con un amigazo del INEF, Gustavo ‘Chupete’ Neira; y siempre con el Colo y el Pato… lamentablemente con otra gente he ido perdiendo contacto con el tiempo. Pasó demasiado, 35 años más los cuatro en Buenos Aires: son casi 40 años fuera de Santa Rosa”.

 

La Pampa su lugar.

 

Se pone reflexivo “Gordi” y explica que “es muy duro vivir tan lejos, sobre todo el primer tiempo. Después te vas haciendo al lugar y habituándote a lo cotidiano y la vida te va llevando. Aunque lo feo es que cuando vas a Argentina sos el gallego, y en España sos el argentino, y parece que te quedás en medio del charco. Pero yo nunca dejé de ser de La Pampa... ése es mi lugar”.

 

Y sigue contando_ “La última vez que fui me quedé en la casa de mi hermana los 20 días… mi viejita me necesitaba ahí, jugando al burako con ella, mirando la tele, acompañándola. Fui un par de veces al club (Mac Allister), y a jugar al padel con el Pato, pero no iba a ver a nadie... no por nada, sentí que tenía que estar con mi mamá”.

 

La distancia que duele.

 

Se pone un poco triste comentando que “esto es durísimo. Cuando le pasa algo a un conocido o se enferma un familiar es jodido no estar. Los fallecimientos de amigos del fútbol como Cefe Lezcano, el Topo González, o de gente que uno quiere entristece a la distancia… uno siente que fue perdiendo el contacto con todo y con todos. A veces cuando voy a Santa Rosa me cruzo con gente que me parece conocida pero me jode no acordarme. Tengo muchísimos recuerdos de mi vida en La Pampa, pero a veces me pregunto si la gente se acordará de mí… Y eso es duro”.

 

Y no quiere decir más: “No sé cómo continuar, porque otra vez me brotan las lágrimas…”.

 

Fue García Márquez el que dijo: "La distancia no es el problema. El problema somos los humanos, que no sabemos amar sin tocar, sin ver o sin escuchar. Y el amor se siente con el corazón, no con el cuerpo”.

 

Y debe ser así nomás. Juan hoy leerá estas líneas y, seguro, se verá otra vez ganado por la “llantera”… Es la vida “Gordi”, y ya sabemos: “Contra el destino nadie la talla”.

 

Un enorme gusto.

 

Se dio un enorme gusto Juan, porque estuvo en Qatar, donde la Selección Argentina liderada por Lionel Messi fue campeona del mundo. Invitado por el Pato y el Colo Mac Allister vivió esa locura en vivo y en directo en dos partidos decisivos: Australia y Holanda.

 

Obviamente cuando llegó lo hizo con esa expectativa de que los resultados se dieran de la mejor manera, porque no tenía ningún interés de que le colgaran el cartel de mufa. “Sólo pude estar una semana…. Teníamos un grupo de WhatsApp de la familia y como llegué la noche anterior del partido con Australia, apenas terminó Alexis (luego campeón del mundo) escribió: ‘Como zafó Juancito! Jejeje!’. Todavía lo tengo guardado”, agrega.

 

Una gran amistad.

 

El “Colo” recuerda que cuando eran pibes y Juan trabajaba de cartero -y los Mac Allister no la estaban pasando bien- Juan era el que pagaba la Coca y las pizzas. “Él no se olvida y siempre me está invitando, y a veces me da un poco de vergüenza… en Qatar los tres estábamos invitados por Alexis que creo pagó el hotel… me hubiese gustado estar hasta el final, pero no pudo ser”.

 

Los tres, Juan, Colo y Pato han compartido mucho, y Juancito lo rememora ahora: “Las meriendas con los alfajores de Verónica (mamá de los Mac Allister) o los buñuelos de mi vieja, la Amelia. Compartimos los sueños de ser deportistas profesionales, que creo casi todos tenemos y muy pocos logran… las tristezas, las alegrías, los amores. Muchas cosas…”

 

Y cierra: “Es así desde que teníamos 10 ó 12 años. Nos conocimos en ese hermoso torneo infantil en el Estadio Municipal, ellos en Belgrano, y yo en un equipo de la Uocra que dirigía Mari Acevedo. Son muchísimos recuerdos: las tardes interminables en Belgrano donde íbamos a las 2 de tarde y volvíamos a nuestras casas por las noches, las idas y vueltas a entrenar en bicicleta o en mi motito roja”.

 

Y concluye: “A veces me da un poco de vergüenza porque me invitan a todos lados… pero al Mundial no podía decirle que no!”. ¡Pero cómo le ibas a decir que no, Juancito!

 

Una vida en tres imágenes.

 

Futbolista.

 

“Gordi” Moreno y su estampa de jugador, cuando era un juvenil. Era un delantero con aptitudes que comenzó en General Belgrano, pero es deportista de múltiples disciplinas.

 

En familia.

 

Una familia feliz. Daniela, Matías, Laura y Juan. El deporte es el centro de la vida de los cuatro. “Gordi” se destacó en varios (ahora incluye padel y ciclismo).

 

Con Alexis.

 

Una foto que debe tener bien guardada. En uno de los días que pasaron en Qatar se sacó la foto en la concentración de la Selección con Alexis, quien sería campeón del mundo.

 

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