El modelo que empuja a cerrar
POR RODRIGO GENONI *
La economía no es un Excel, ni una cadena de tuits. La economía es la vida real: es abrir el negocio cada mañana, es pagar el alquiler del local, es decidir si contratás a alguien o si bajás la persiana.
Y es, sobre todo, la sensación de no saber si el mes que viene vas a poder seguir.
Hoy el relato oficial habla de superávit fiscal, dólar controlado y fin de la emisión. Pero el que camina la calle —el comerciante, el industrial, el trabajador, el cuentapropista— sabe que eso no se refleja en la vida real.
Porque la economía no se estabiliza si la gente no consume, si las PYMES cierran, si las industrias frenan y si lo único que funciona es la especulación financiera.
¿Qué pasa con los dólares?
El gobierno dice que el Banco Central tiene más de 40.000 millones de dólares, pero la mayoría de esos fondos no están disponibles. Son préstamos que hay que devolver, compromisos con bancos y empresas, y depósitos que no se pueden tocar. Cuando se descuentan esas obligaciones, las reservas reales están por debajo de cero.
Esto genera un clima de alerta: No hay margen para importar insumos industriales. No hay certeza para planificar producción. Y no hay previsibilidad en los costos.
El dólar que no se ve, pero se siente.
Aunque el dólar oficial se mueva despacio, ya superó los $1.260, y los inversores internacionales —como Wells Fargo— ya proyectan $1.450 para 2026. Esto impacta directamente en los precios, aunque no compres en dólares: porque los repuestos, los medicamentos, los insumos agrícolas y las materias primas suben; porque los comercios no saben a qué precio reponer lo que venden; porque los industriales dejan de producir por falta de materiales o de previsibilidad.
¿Y la emisión “cero”?
El gobierno afirma que no emite más. Pero en los hechos, la cantidad de pesos en circulación se multiplicó por 3,6 veces desde enero de 2024. Fecha de pesos en circulación: Enero 2024, $9,7 billones; Junio 2025, $35,5 billones.
Esto no siempre se ve como billete impreso, pero se siente como más deuda interna, más intereses, más presión sobre el sistema.
La verdadera incertidumbre.
Argentina siempre tuvo vaivenes económicos. Pero la diferencia ahora es el tipo de incertidumbre. Antes, las empresas discutían cuánto ganarían, o si valía la pena invertir más o menos. Hoy, la duda es si van a sobrevivir.
El comerciante ya no piensa en cómo vender más, sino en si puede abrir el mes que viene. El industrial no discute volumen, discute si frena toda la planta. El trabajador no espera un aumento, espera que no lo despidan.Y esa es una diferencia crucial: esto ya no es un modelo de ajuste, es un modelo de desgaste.
Las Pymes no pueden trasladar los precios por la caída del consumo, pero los insumos no paran de subir. El comercio vende menos, todos los meses. Los servicios esenciales —salud, educación, obra social— están al borde del colapso. El trabajo se precariza o desaparece.
Conclusión.
Esta macroeconomía no está resolviendo nada. Solo está sosteniendo una imagen mientras ahoga a la producción, debilita al empleo y deja a miles sin horizonte.
Y la diferencia con otras crisis es clara: antes se discutía cómo crecer. Hoy se discute si cerrar o resistir. Y cuando una economía gira solo alrededor de la deuda, el dólar y los intereses, se olvida que lo que mueve un país es el trabajo, la industria y el comercio.
Si no se cambia el rumbo, no se va a caer un modelo económico. Se va a caer un país entero con su gente adentro.
*Secretario general del Centro de Empleados de Comercio
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