Quedó imputado el capataz de la obra
La investigación sobre la muerte de Ezequiel Iriarte y Claudio Holgado, los dos operarios que trabajaban en una boca de registro del sistema cloacal de la ciudad de Santa Rosa, dio un pequeño paso: el fiscal que investiga el caso, Andrés Torino, imputó a un primer acusado: el capataz de la empresa Vial A que dio la orden a los dos trabajadores de dirigirse al lugar a realizar la tarea en el interior del sistema de cloacas en la zona norte de la capital pampeana.
Fuentes de la fiscalía indicaron a LA ARENA que la declaración de Pablo Andrade, el imputado, fue muy breve y que no respondió preguntas del fiscal Torino. En rigor, la citación de ayer tuvo como fin que el capataz se notificara en forma fehaciente por parte de los investigadores de que había una imputación en su contra.
“Lo incorporamos al proceso a través de la condición de imputado, más allá que él se había presentado antes, junto a su abogado, sabiendo que podía serlo”, explicaron. “Queríamos que tuviese el rol de imputado para que pueda desplegar su defensa en las diligencias que vienen o en cualquier otra que tengamos de aquí en más”, explicaron.
La diligencia que sigue en lo inmediato es la declaración, vía Cámara Gesell, de un menor de edad que dio el primer aviso sobre la situación que ocurría dentro de la boca de registro, a partir de la cual se alertó a la Policía y luego a los Bomberos, que iniciaron las tareas de salvataje. La idea es que la defensa del acusado pueda estar presente en esa testimonial y en las que siguen.
¿Qué le imputan a Andrade? “Tiene que ver con dar una orden para bajar a las cámaras de cloacas, a dos personas que no estaban dentro de lo que tiene que ver con la distribución de funciones de la empresa, presentadas como personas preparadas para hacer esa labor. No solo ingresaron sin elementos de protección sino que, además, como preliminarmente entendemos, habrían sido enviados al lugar por un superior. Esa orden estuvo”, respondieron desde la Fiscalía.
Los investigadores tienen en cuenta los testimonios que se han sucedido por parte de compañeros de los operarios, sobre todo durante las marchas en las que los familiares reclaman justicia, en los que se asegura que el capataz les dio la orden de ir al lugar y que hubo cierta resistencia al menos de uno de los dos obreros. Aun así fueron dejados en el lugar para desarrollar estas tareas.
Otro elemento que obra en la causa, aportado por la empresa Vial A, es la planilla con las firmas de los dos fallecidos en la que acreditan su participación en una capacitación sobre las condiciones de trabajo en ese tipo de lugares y los elementos de seguridad e higiene. También está acreditado que quien se encargaba habitualmente de esos trabajos no estaba ese día disponible porque había solicitado una licencia.
“La declaración fue muy escueta y tiene que ver con referencias a que las mascaras no estaban relacionados con que ellos no las habían llevado. Declaró muy poco. Muy corto y conciso. Fue un acto más de formalidad”, sostuvieron sobre lo aportado por Andrade.
“Una atmósfera letal”.
El martes 22 de octubre, Iriarte y Holgado, abrieron una boca de registro de cloacas ubicada en la esquina de Jujuy y Río de la Plata y se introdujeron. Se especula que uno ingresó primero, se descompuso, y el otro bajó a ayudarlo. Ambos murieron poco después cuando los bomberos los habían sacado, inconcientes, desde el interior del sistema cloacal.
Ambos eran operarios de la empresa Vial A y fueron al lugar a trabajar en el marco de una obra pública que la firma ejecuta en la zona. En el lugar trabajó personal de la Seccional Segunda, Bomberos, y la Agencia de Investigación Científica que realizó las pericias de rigor. Poco después, el jefe de bomberos de la Policía de La Pampa, Enzo Ojeda, confirmó que las víctimas no tenían "ningún tipo de protección" para descender a las cloacas.
Cabe recordar que uno de los bomberos que bajó a auxiliarlos tuvo un problema con la máscara de oxígeno que llevaba (se le corrió) y debió ser internado luego de aspirar, en una dosis menor, los mismos gases que habrían matado a los trabajadores.
Días después del incidente, en el marco de la investigación judicial, se realizaron mediciones dentro de la boca de registro. Uno de los principales resultados fue que en la cloaca había "una atmósfera muy tóxica, letal, en la que no se podía trabajar sin protección". Detectaron monóxido de carbono y ácido sulfhídrico en volúmenes altamente nocivos" y descartaron la presencia de “cianuro y amoníaco”.
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