Soy peronista porque soy kirchnerista
Por Héctor Mariani (*)
Azorado, estoy viendo como todavía hay quienes se dicen peronistas pero no kirchneristas. Algo así como sentirse estigmatizados por ese calificativo, que es exactamente lo que quiere el enemigo.
¿Y quién es el enemigo? El enemigo es el poder. El poder real. O sea: el poder político, el poder mediático y el poder judicial. Obviamente, también el económico.
No hay que creer que Javier Milei, este payaso paranoico que hoy tenemos de presidente, es el dueño del poder político.
Eso se lo hacen creer los capos del círculo rojo, con Magnetto a la cabeza. ¡Qué casualidad, nada menos que Magnetto manejando el guión en connivencia con sus socios de La Nación y tantísimos medios que controla!
Ahí están, a tambor batiente todo el día de todos los días, Clarín, La Nación, TN y todos los sinvergüenzas que enlodan la profesión del periodismo, trabajando para ellos, porque los consume el odio o la genuflexión.
Los que reniegan.
Por supuesto cuentan con el paraguas protector de la Corte Suprema de (in)Justicia y la mayoría de jueces y fiscales que anidan en Comodoro Py.
Toda esa caterva tiene en la mira a la más grande dirigente política de la Argentina, del peronismo de Perón, del peronismo de estos tiempos, que por supuesto es Cristina.
Lo que me llama la atención, insisto, es la falta de empatía con el liderazgo de Cristina, de muy buena parte de dirigentes del PJ pampeano.
Fueron ejemplos contundentes Luciano Di Nápoli, renegando de su pasado kirchnerista y criticando a La Cámpora. O la intendente de Pico, sugiriendo el retiro de CFK de la política y mandándola a la casa a lavar los platos.
No funciona así la cosa, Luciano, Fernanda y todos aquellos que piensan y actúan como ellos.
¿Y los que votaron la Ley Bases?
Me hubiera gustado mayor vehemencia en el repudio a aquellos que como Maquieyra, Ardohain y Kroneberger votaron la Ley Bases, para hundir, a conciencia, a trabajadores, jubilados, pymes, científicos, universitarios y tantos que están sufriendo las políticas de ajuste del payaso.
Hay que tomar nota que la banda del mal está al acecho para tratar de borrar la resistencia peronista que encabeza Cristina. Piensen también, que si cae Cristina caemos todos. Ustedes también.
Y a no olvidarse de los traidores ¿Les suenan Jaldo, Llaryora, Jalil, Pasalacqua? ¿Les suenan Kueider, Camau Espínola y varios más? Miralo a Scioli, ahora en función de rata.
Los antiperonistas.
En la banda del mal está el payaso, por supuesto. Está el poder económico, por supuesto. Está Macri, sí, Macri, el que pide "ficha limpia" para Cristina. Si viviera Al Capone se moriría de vergüenza.
Están -cuándo no-, los radicales con su antiperonismo a cuestas, que les viene de 1955 a la fecha. Aprendan de Alfonsín, de Leopoldo Moreau, de Leandro Santoro, del verdadero radicalismo nacional y popular.
Se la pasan bombardeando a Sergio Ziliotto en La Pampa y prefieren el calorcito del payaso o de Macri antes que volver a las fuentes.
“Corte Sotreta”.
Están, como quedó dicho, los truhanes que dictan justicia. En un país normal –si hay alguno en el planeta tierra-, estos personajes estarían presos y no haciendo lo que hacen con tanto descaro.
Por eso, porque el poder real se lo exigió, estos caraduras han reinstalado las causas contra Cristina para que en el próximo año electoral la veamos desfilando en los tribunales. Causas truchas, sin pruebas, imposibles de ser comprendidas en cualquier manual de derecho, La Corte Sotreta, perdón, Suprema, así lo ha querido.
Tenía ganas de escribir esto como un humilde servicio a mi conductora. Y a usted, mi General, que estoy seguro le daría a Cristina el diploma de mejor alumna.
Y por último, lo digo a viva voz y espero que lo mismo hagan los que se reconocen peronistas: soy kirchnerista porque soy peronista. Soy peronista porque soy kirchnerista.
(*) Periodista - Ex diputado provincial
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