Jueves 10 de julio 2025

¿Con Obama se termina el neoliberalismo?

Redacción 14/11/2008 - 04.37.hs

Bush termina su mandato repudiado en su país y el mundo. Por primera vez un afroamericano llega a la presidencia de la potencia más importante del planeta. Un hecho impensado años atrás. ¿Qué va a pasar con la política concreta de Barack Obama?
JOSE CASTILLO
En la Avenida Michigan de Chicago y frente a Times Square en Nueva York las cámaras de las cadenas internacionales captaban las imágenes de cientos de miles de personas festejando, algo que hacía mucho no se veía tras una elección presidencial en los Estados Unidos. Decenas de miles de afroamericanos lloraban de emoción. Seguramente la conmoción y la esperanza era mucho más grande ahí donde "no llegaban las cámaras", en los barrios postergados del Broxn neoyorquino, en la periferia pobre de la propia Chicago, y ni hablar en los pequeños pueblos marginados de Alabama, Mississipi o Lousiana.

 

La vergüenza norteamericana.
Fueron 200 millones de seres humanos, arrancados brutalmente de sus aldeas africanas y traídos como esclavos, primero a las colonias inglesas de Norteamérica y luego al "nuevo país de la libertad", los Estados Unidos. Recién en 1865, guerra civil mediante, Abraham Lincoln decreta la emancipación de los esclavos.
Pero pese a esa liberación, se mantuvo una brutal opresión sobre la población negra, mediante las repugnantes leyes racistas de segregación. En muchos estados, los afroamericanos fueron separados en colegios, barrios y hasta medios de transporte, donde los negros no podían sentarse si había blancos parados. Se calcula que 100.000 afroamericanos fueron linchados desde el fin de la guerra civil por bandas racistas como el Ku Klux Klan.
Desde fines de los ´50 se desarrolló una impresionante rebelión, conocida como "la lucha por los derechos civiles". El pastor Martin Luther King planteó la resistencia pacífica y, en 1963, pronunció su famoso discurso ante 200.000 personas en Washington, "Tengo un sueño", en el que habló de unos Estados Unidos libre del odio de razas. También hubo un ala revolucionaria, la liderada por otro gran dirigente negro, Malcom X, quien propugnaba establecer una sociedad de iguales, con la unidad de blancos y negros pobres contra el capitalismo. Ambos líderes fueron asesinados: Luther King en 1965 y Malcom X en 1968, pero finalmente esta fenomenal lucha triunfó. Las leyes contra la segregación racial fueron derogadas. Y los afroamericanos conquistaron la igualdad legal.

 

Los más pobres.
El triunfo democrático del movimiento por los derechos civiles abrió las puertas a que un pequeño sector negro de empresarios, comerciantes y dueños de estudios de abogados se insertara en la parte opulenta de la sociedad norteamericana. Los propios capitalistas blancos alentaron este proceso, para terminar con la rebelión negra. Con los años incluso aparecieron los políticos afroamericanos. El propio Bush tiene a funcionarios de primer nivel, como la Secretaria de Estado Condelezza Rice o el General Colin Powell.
Pero no debemos confundirnos, nada de esto cambió la realidad social de la inmensa mayoría de la población negra norteamericana. Veamos los números: los afroamericanos son el 12% de la población total de los Estados Unidos, pero el 40% de los presos. Uno de cada tres jóvenes varones negros está preso, en libertad bajo fianza o procesado. Hay más jóvenes negros en las cárceles que en las universidades. El 11,4% de los afroamericanos está desocupado (en la población blanca es el 5,4%). En el año 2007, el 25% de los negros era pobre, mientras que en los blancos ese número era del 10%.
Por todo esto lloraban tantos negros al ver a Obama triunfar en la elección presidencial. Por eso surge la tremenda pregunta, que tan bien expresaba en estos días Eduardo Galeano: "¿Obama, primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos, llevará a la práctica el sueño de Martin Luther King o la pesadilla de Condelezza Rice?"

 

Del sueño a la realidad.
El triunfo de Obama ha despertado enormes expectativas alrededor de un "giro" en la política económica yanqui. A la novedad de ser el primer presidente afroamericano se le suma la coincidencia de asumir en medio de la crisis capitalista más grande desde la década del ´30.
Los dos millones que han perdido sus casas, el 6,5% -que según todos los datos va camino a 9%- de desempleados, los 12 millones de indocumentados y los 50 sin acceso a seguro de salud, se preguntan si, efectivamente, ahora se va ha terminar el "neoliberalismo", como se denomina popularmente al conjunto de políticas que, desde comienzos de los ´80, se dedicó sistemáticamente a atacar las conquistas de la clase trabajadora y las políticas sociales, ofreciendo a cambio inmensos privilegios a los especuladores de Wall Street y al gasto militar. Así, como muestra Michael Moore en su película "Flint", decenas de ciudades obreras del Medio Oeste quedaron transformadas en pueblos fantasmas y se perdieron puestos de trabajo estables por centenas de miles, mientras que, en el otro extremo, los directivos de las corporaciones financieras se transformaban en multimillonarios.
Y lamentablemente la realidad es contundente. Obama no terminará con esta lógica. Basta mirar a sus asesores económicos. Comencemos por Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal de la era Reagan, justamente el que elevó las tasas de interés a principios de los ´80 que dio origen a la crisis de la deuda externa latinoamericana. Sigamos con Larry Summer y Robert Rubin, los dos Secretarios del Tesoro (el equivalente a nuestro ministro de economía) de Bill Clinton -el presidente que se jactaba de ser un "nuevo demócrata", entendiendo por tal un continuador de las políticas neoliberales de los ´80 y de no aceptar ninguna "presión" de los sindicatos-. Y, por si esto fuera poco, Obama también tiene como asesor a su "multimillonario amigo" Warren Buffet, "el oráculo de Omaha", como se lo conoce en las revistas del establishment económico, donde se jacta de nunca haber perdido especulando en la compra y venta de empresas.
El mes pasado, cuando Bush perdió la votación de su proyecto de 700.000 millones de dólares en la Cámara de los Representantes, Obama -junto con Mc Cain- pusieron todo su prestigio y autoridad como candidatos presidenciales para votar ambos a favor de la propuesta de Bush en el Senado y "disciplinar" a los díscolos. Lograron así que se aprobara un proyecto que salvaba a los banqueros y no contemplaba en absoluto a los deudores que perdían sus viviendas.
Algunos críticos del neoliberalismo, como Noam Chomsky o Atilio Borón, expresaron en estos días su desazón porque Obama ha elegido estos asesores y esta ruta. Sostienen que sería distinto si se rodeara de economistas "heterodoxos", como Joseph Stiglitz o el premio nobel Paul Krugman. Pero, aún cuando esto sucediera, no cambiaría el rostro ni las tendencias a la mayor desigualdad social de la economía norteamericana.
Obama no será como Abraham Lincoln, que cumplió la tarea enormemente progresiva de terminar con la esclavitud. Ni siquiera como Franklin Delano Roosevelt, ya que ningún plan de obras públicas para paliar el desempleo -parecido al New Deal de 1933- aparece entre sus propuestas. En sus planteos programáticos, su historial como senador por Illinois y los personajes del establishment económico de que se rodea, se dibuja la continuidad del capitalismo de siempre: el de los privilegios para los banqueros y los monopolios transnacionales que saquean a los pueblos y hunden en la miseria a la clase trabajadora, incluso la del país más rico del mundo.
Volvemos, y terminamos, de nuevo con Galeano: "¿podrá Obama cambiar el rumbo asesino de un modo de vida de pocos que se rifan el destino de todos? Me temo que no, pero ojalá que sí". Como economista más que poeta, tengo la obligación de no dejar abiertas falsas expectativas: seria, muy seriamente, me temo que no.
*Economista. Profesor de Economía Política y Sociología Política en la UBA. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda).

 


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