Descendimiento desde el sueño hasta la escatología
Otra vez, esta semana, apareció, en circunstancias muy dolorosas, la frase que pretende que determinados individuos, o, más precisamente, cierta clase o clases de individuos humanos, están hechos de materia excrementicia. De verdad: me cuesta escribir "de mierda", pero reconozco que se hace necesario si es que queremos entendernos con los impredecibles lectores.
A la salida de un lugar de bailes, en Ramos Mejía, hubo un choque entre dos grupos de jóvenes que habían estado en el local. Desde uno de ellos alguien sacó un revólver y disparó sobre un muchacho del grupo opuesto, que venía de ser severamente golpeado. Los testigos dicen que al disparar el agresor dijo "boliviano de mierda".
Yo todavía prefiero remitirme a una palabra de poco uso. Digo que se habla de una "materia escatológica" o, como digo arriba, excrementicia. Lo escatológico tiene dos acepciones bien diferenciadas: a) habla de lo referente a lo que se puede esperar para después de la muerte (el "destino de ultratumba"), y b) dice de lo referente a la materia excrementicia, esa que antes se guardaba en un pozo del fondo del patio y que ahora hace el largo recorrido de las cloacas y luego mejor no preguntar qué pasa con ella. Recuérdese que "nada se pierde, todo se transforma".
Dada la frecuencia con que alguien descubre que otro está hecho de esa materia, a veces tan olorosa (salvo la bosta de paloma, como dijo Perón de algunos de sus opositores), cabe preguntar si no será que todos estamos hechos de eso. Un descuido del Alfarero inicial pudo hacerle meter mano en la letrina y no en el polvo. Es cierto que siempre lo suponemos del "otro": el que nos molesta, nos inquieta y nos quita seguridad. Y se comprueba también que siempre se lo decimos al que vemos más bajo o quisiéramos que esté más bajo. Suena estrafalario que se lo digan al que está más arriba, en esa altura a la que todo trepador sueña con llegar. Es que "nadie escupe para arriba".
Y los sueños
En La Tempestad (Shakespeare) aparece una frase que ha sido muy abusada. Dice que "estamos hechos de la misma materia que los sueños. Nuestro pequeño mundo está tejido de la materia de los sueños". Hay otras traducciones más poéticas. Es un bello decir, quizás porque toca y se va. Golpea y obliga a mirarse para dentro y a pensarse. Puede que éste sea un papel secreto de la poesía, bien porque hay una realidad más rica, que debemos propiciar; bien porque quiere que, exista o no, pongamos empeño por hacerla real.
No se oye decir "Te pateo y te mato porque sos un negro (o un pobre, o un indio, etc.) soñado, o de ensueño". Sí es frecuente invocar los sueños en los arrebatos del erotismo, que es cuando en lugar de destruir a patadas se busca poseer, libar... y después. Al final, puede ser lo mismo. Cuando el otro es obstáculo o es memoria (recuerda de donde venimos todos y a donde vamos todos) se lo expulsa, lastima, patea y balea. Cuando el otro es necesario para la satisfacción de un impulso tan poderoso como indiscernible, se lo adula, ablanda, adoba y fagocita. ¿Hay una tercera posibilidad? La respuesta de Shakespeare puede (pudo) ser: -Ese es el desafío. Más cerca en el tiempo, Jean-Paul Sartre nos propone "ser para el otro", como camino hacia una moralidad.
El aluvión
Por ahora, lo que tenemos es esta cosa de maltrato. Maltratamos y somos maltratados. Creemos que si podemos trepar lo suficiente, alcanzaremos una plenitud ajena a toda agresión de los "negros, mersas, mierdas..."; quienes, desgraciadamente, siempre se nos aparecen como para recordarnos que el escalón que ocupamos no nos hace diferentes. Les tiramos con esas palabras porque son impertinentes, porque nos espejan y nos perturban los sueños con los que queremos tejernos para dejar de aparecer como ellos.
Un diputado, Sanmartino, hablaba en la cámara, en agosto de 1947, cuando dijo esa frase "aluvión zoológico", que fue tomada como descripción de la masa del 17 de octubre. Muchos de los que habían hecho el largo recorrido refrescaron sus pies en la fuente de la plaza de Mayo y esta imagen vino a ilustrar el aluvión zoológico. Desde el lado peronista se ensayó la réplica de "gorila". Es decir, siempre que nos describimos, nos vemos en la escala zoológica. Un tiempo después, una investigadora publicó una foto de gente que se lavaba los pies en una fuente, pero en este caso se trataba de "turistas" y la fuente era la del Louvre. ¿Es lo mismo, o sea, mersa aquí y mersa allá, o es diferente, mersa aquí y modélico allá?
Lo dicho: estamos hechos de la materia de los sueños. Al cabo, los soñadores somos nosotros y "nosotros" nos damos a conocer por nuestros sueños, que incluyen momentos hermosos y horrores de pesadilla.
Jotavé
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