Sabado 12 de julio 2025

Con mate en la mano me amanecía, en otro tiempo

Redacción 29/04/2012 - 03.42.hs

La desmesurada especulación con la yerba mate a que hemos asistido en los últimos días, ha hecho que se hable del mate.
Los que no sabían se han podido enterar que es una bebida rioplatense, aunque no exclusiva; que los uruguayos tienen más afición que nosotros; que exportamos yerba mate hacia muchos destinos y que uno de los importadores principales es Siria; que algunos argentinos que residen en el exterior piden que les manden yerba y que en los países donde hay muchos (argentinos y orientales) suele encontrarse un comercio que tiene existencia...
El problema del precio surgió porque la secretaría de Comercio logró que los industriales mejoraran el pago a los productores. En las provincias del noreste hay grandes plantaciones de empresas que realizan todo el proceso de industrialización, pero hay pequeños y medianos productores que hacen de este cultivo su medio de vida. El precio que ahora se les paga es de un peso setenta centavos por kilo. En las góndolas y anaqueles de pequeños comercios ha estado ofrecido a veinte o más pesos, con limitación a dos paquetes. Al parecer, en la cadena de comercialización hubo quienes se dijeron: "Aura es la mía, aprovechate gaviota", pues se está vendiendo la cosecha anterior, en la que los productores no tenían aumento. El minorista se precave por la reposición. Y un poco más. Por eso el gobierno habla de que hubo aumentos desaforados de hasta 120 por ciento. A su vez, las industrias han hecho saber que están abasteciendo al mercado a precios normales. Alguien hizo la diferencia.

 

Cebar
La Academia de la Lengua acepta como voz rioplatense el uso de la frase "cebar el mate" para dar cuenta del mate que se pone en la mano del que lo ha de tomar y que no tiene más trabajo que chupar la bombilla.
Hay dos momentos del mate. Uno consiste en "ensillar": poner la yerba en el recipiente (llamado mate) con su bombilla. El mate está cebado cuando se le ha echado el agua caliente y puesto en mano de quien lo consume. No aclaramos, pues, si mate es sólo el recipiente o sólo la infusión puesta en mano del que la consume o ambos momentos. Se supone que cebar el mate da cuenta de toda la operación. El que consume no ceba: toma. A veces "se ceba" (no dice gracias). Cuando se habla del colectivo se dice "tomamos mate, nos convidaron con mate" (o sin "con"). En la época colonial, en casas de la ciudad cebaba la "chinita". Cuando la rueda era larga, la muchacha debía mantener mate espumoso. No estaba en su posibilidad usar el "idioma" del mate del que solía hablarse y todavía se menciona, aunque ya estamos en otro encuadre. Además, el mate ha acentuado su rasgo solitario: uno es el que ceba y toma. También conocemos la imagen del gaucho, frecuentemente solo, en pleno campo o en su rancho: aparece el caballo a su lado pero no tiene otra compañía. La vida que llevaba tendía a hacerlo un solitario. Cuchillo, carne y yerba. Los indios se aficionaron y pedían, cuando eran asistidos, la provisión de yerba. También la tropa del fortín (o, sin yerba, acudía al mate pampa).
La Academia registra cebar el mate; el uso habla de cebar mate; indica que alguien se encarga de la operación previa y de llevar la infusión a manos del que la bebe. Cebar el mate se limitaría a la operación previa a servirlo: prepararlo, ensillarlo ("ensille un cimarrón"). "Cebar mate" no parece limitarse al acto de llenar y servir, sino al todo de la operación. La diferencia se debería a que la Academia no asume la tradición del mate en estas latitudes como hecho de sociabilidad, confianza e incluso forma de comunicación entre las personas o los sexos.
Se supone que el mate es una suerte de hecho social, presumiéndose que participan al menos dos y, en casos, más personas, hasta poder hablarse de la rueda del mate.
Se sabe que la voz cebar tiene otras acepciones. La Academia comienza por decir que expone el acto de dar comida a animales silvestres para atraerlos. Ahora hay personas (solitarias en su mayoría) que ceban a pájaros o gatos o perros por compasión o porque aprecian su proximidad y quieren proteger su existencia.

 

Mateada
Hay mucho por hablar del mate. He sido un matero. El trabajo periodístico hizo que me aficionara en extremo, sobre todo en soledad. Entre quienes me conocieron, tengo esa fama. Ahora me limito, pero rara vez me falta el mate al lado de la computadora. En una vieja redacción de diario (in illo tempore) mi fama creció y se difundió. Es que entonces, además del gusto, necesitaba el mate para luchar con el sueño, ya que vivía de la docencia, pero el resto del tiempo se iba en una redacción de toda la noche. Me faltó ser guitarrero, aunque lo intenté.
Jotavé

 


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