Miércoles 02 de julio 2025

Un debate oculto por la restitución de la ley Glass-Steagall

Redacción 23/08/2013 - 04.02.hs

La ley Glass-Steagall de 1933 establecía la separación plena entre la banca comercial y la banca de inversión para evitar la concentración. En 1999, producto de un fuerte lobby, fue derogada. Una solución a la crisis del sistema.
Juan Laborda*
La crisis económica sistémica en el llamado Primer Mundo lleva más de cinco años y aún no se han implementado las medidas y reformas necesarias en el sistema financiero para que lo ocurrido no vuelva a repetirse. Todo lo contrario, el tamaño de muchos bancos, los que generaron las condiciones para el colapso actual, es todavía mayor, y son más sistémicos que nunca. Pero a pesar de ello, especialmente en Estados Unidos, se alzan voces en contra, pidiendo las reformas necesarias para evitar un nuevo desastre.
Este año, el jueves 16 de mayo, al cumplirse el octogésimo aniversario de la introducción de la ley Glass Steagall por el senador Carter Glass en 1933, el senador demócrata por Iowa, Tom Harkin, introdujo en el Senado el proyecto de ley SB 985 para reinstituir esa misma Ley Bancaria de 1933. Si bien no se conoce públicamente el texto completo del proyecto de Harkin, el hecho de que ahora haya una propuesta en el Senado para restablecer la separación plena entre la banca comercial y la banca de inversión, es un acontecimiento de suma importancia. De hecho, con esta iniciativa ya son cuatro las presentadas en el Congreso estadounidense luego que fuera derogada el 12 de noviembre de 1999 por el Financial Services Modernization Act. Desde ese momento los bancos comerciales pudieron tomar más riesgos y apalancarse más ya que eran al mismo tiempo bancos comerciales y de inversión.

 

En debate.
Durante los últimos meses, además, en veinte de los cincuenta Estados que conforman los Estados Unidos se han introducido resoluciones para exhortar a sus respectivos representantes en el Congreso a que apoyen el restablecimiento de la Glass-Steagall. A su vez en la Cámara de Representantes, Marcy Kaptur, demócrata por Ohio, y Walter Jones, republicano por Carolina del Norte, introdujeron el proyecto HR 129 para restablecer la Glass Steagall.
A pesar de la enorme presión en contra de parte de la Casa Blanca del presidente Barak Obama y de todos los esfuerzos por impedir estas acciones, diversos senadores y congresistas están tomando la iniciativa. El mandatario no la promueve, a pesar de que en 2010 anunció unas propuestas para endurecer las reglas de los mercados financieros en el sentido de la antigua ley derogada. Pero no avanzó mucho más allá.
Numerosos economistas y políticos como Lyndon LaRouche y Paul Volcker -asesor de Obama- en EEUU o Jacques Cheminade en Francia, afirman que la adopción de una ley de este tipo podría evitar una nueva crisis como la de fines de 2008-2009.
Hasta Sandy Weill, alguna vez director general de Citigroup, dijo que permitir la fusión de los bancos comerciales con los de inversión fue un error. Se trata del mismo Weill que hizo lobby para erradicar la Glass-Steagall y construir el Citigroup actual, que reunió a bancos tradicionales de captación de depósitos, empresas de seguros y corredores de valores. De hecho, Weill diseñó un acuerdo para fusionar al Citi con una aseguradora mayor -algo ilegal en la época, según la Glass-Steagall- y luego impulsó la revocación de la ley, para dar vía libre a esa fusión.

 

Lobby y derogación.
Los economistas heterodoxos, y no solo ellos, han defendido una serie de reformas del sistema financiero necesarias para evitar que se produzcan los excesos derivados de la desregulación que se inició en los años 80, como una parte más del pensamiento único que se deriva del "Consenso de Washington" y las políticas neoliberales mundiales. La desregulación financiera se desarrolló a la par que se intensificaba el proceso de globalización y se cometían errores de política monetaria, y todo ello acabó produciendo inflaciones de activos y procesos de endeudamiento insostenibles.
Pero desde el lado del comportamiento del sistema financiero, ¿qué permitió esos niveles de apalancamiento? Por encima de todo, la derogación de la ley Glass-Steagall, y el culto a la autorregulación.
En noviembre de 1999, el Congreso derogó la ley Glass-Steagall, la culminación de un esfuerzo de lobby de alrededor de 300 millones de dólares de la banca y las industrias de servicios financieros, encabezado en el Congreso por el senador Phil Gramm. La ley Glass-Steagall, que separó durante mucho tiempo los bancos comerciales (que se prestan dinero) y los bancos de inversión (que organizan la venta de bonos y acciones), había sido promulgada a raíz de la Gran Depresión y estaba destinada a contener los excesos de la época, incluyendo los graves conflictos de intereses.

 

Consecuencias nefastas.
Quienes promovieron la derogación de la ley Glass-Steagall, propusieron la creación de murallas chinas para asegurarse de que los problemas del pasado no se repetirían. Sin embargo, la crítica de Hyman Mynsky a la autorregulación del sistema financiero volvió a funcionar: prevaleció el poder de los incentivos económicos.
La consecuencia más importante de la derogación de la Glass-Steagall fue indirecta: la derogación cambió toda una cultura. Los bancos comerciales no deben ser empresas de alto riesgo, ya que se supone que deben administrar el dinero de otra gente de manera muy conservadora. Bajo este presupuesto el gobierno se compromete a hacer frente a los depósitos si el banco falla. Los bancos de inversión, por el contrario, tradicionalmente han manejado dinero de gente de mayor riqueza, gente que puede correr mayores riesgos con el fin de obtener mayores retornos. Cuando se produjo la derogación de la ley Glass-Steagall, la cultura de la banca de inversión estaba en su pleno apogeo y fue la que prevaleció. Había una demanda de altos rendimientos que podrían obtenerse sólo a través de un alto apalancamiento y una toma de riesgo grande.
Hubo otros pasos importantes en esta locura desreguladora. Uno de ellos fue la decisión en abril de 2004 por la Comisión de Bolsa y Valores de permitir que grandes bancos de inversión pudieran aumentar su ratio deuda-capital (de 12:1 a 30:1 o superior) para que pudieran comprar más títulos respaldados por hipotecas, inflando la burbuja de la vivienda en el proceso. Al aceptar esta medida, la Comisión defendió las virtudes de la autorregulación: la noción peculiar de que los bancos pueden efectivamente ser la propia policía que vigile los excesos. La realidad fue muy distinta.

 

Obama no es Roosevelt.
La era del "apalancamiento" ha terminado, a pesar de todas las protestas en sentido contrario de parte de la plutocracia, y Obama debería lidiar con el final de la misma. Sin embargo, no ha hecho nada. La realidad es que los bancos sistémicos, auténticos monstruos enormes, dominan por completo la economía norteamericana, y cuando meten la pata, de manera que perjudican a los demás, incluso cuando se viola flagrantemente la ley, el hecho de que nunca se vean seriamente castigados significa que no tienen incentivos para refrenarse. Hasta que los gobiernos no corrijan este problema, el resto de la economía va a seguir sufriendo, y el riesgo de futuras crisis financieras seguirá creciendo.
Franklin Delano Roosevelt, un político excepcional, cuando se enfrentó a una elección similar a la de Obama, tomó la elección acertada, a través de una avalancha de decisiones ejecutivas. Pero lo más importante que hizo no fue lanzar el New Deal, sino cortar las alas a la industria financiera a través de la ley Glass Steagall. Hoy en día, por el contrario, ante la inacción de Obama, sólo iniciativas como el proyecto de ley SB 85, impulsado por el senador Tom Harkin podrían cambiar el devenir de los acontecimientos.

 

En Europa.
Un debate semejante al que se observa en EEUU está en curso en Gran Bretaña. Una comisión dirigida por sir John Vickers, economista de Oxford y ex economista jefe del Banco de Inglaterra, pretende que las operaciones de banca minorista se "cerquen" contra las actividades bancarias de inversión y de operaciones con títulos, que son más riesgosas. El cerco no es exactamente una separación al estilo Glass-Steagall, ya que esa ley prohibía a los bancos comerciales hasta la afiliación con bancos de inversión, pero el espíritu es el mismo.

 

*Periodista. Vozpóluli

 


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