Si el pensamiento es cosa de que cuidarse
Señor Director:
La creación de una secretaría del flamante ministerio de Cultura se ha conocido al mismo tiempo que trascendía el nombre de la persona que tendrá a su cargo desempeñarla.
Al conocer que es Ricardo Forster no pude menos que sentirme conforme con esta elección. Y no es que no pueda haberse pensado en otro, pues, hasta donde estoy al tanto, puedo imaginar más de un candidato. Me consta que en la Argentina actual hay muchos intelectuales que pueden ser colocados en una lista de elegibles, incluso si por tratarse de un cargo político excluimos a quienes se sabe que no comparten lo básico del proyecto de gobierno en ejecución. En el caso de Forster, es notorio que pertenece al grupo de intelectuales de Carta Abierta, el cual comparte los lineamientos principales de dicho proyecto. Quienes han leído las Cartas que lleva publicadas este grupo, saben que ese acompañamiento dista de ser irrestricto. Saben que Carta Abierta, en todo caso, no expresa al peronismo histórico sino a la propuesta que encabezó Néstor Kirchner en 2003. Esta propuesta no fue acompañada por todos los peronistas conocidos, pues grupos apreciables de ellos han formado sectores disidentes que, incluso, compiten electoralmente con el kirchnerismo. Y saben, dichos lectores de esas Cartas, que el apoyo que expresan es siempre crítico y, de hecho, condicionado. Quiere esto decir que dentro de la línea inaugurada por Kirchner y prolongada por Cristina Fernández hasta nuestros días no hay un pensamiento único, sino un pensamiento crítico.
Cuando digo pensamiento crítico, en realidad, estoy sobrado de palabras, porque el pensamiento cabalmente tal siempre es crítico: crítico con respecto a otras interpretaciones de lo dado y de lo que se debe hacer y fundamentalmente crítico con respecto a sí mismo. El pensamiento que merezca este nombre nunca cree haber llegado a comprenderlo todo ni admite que la verdad tenga algún punto de llegada que clausure la búsqueda (el pensar). Forster ha ganado su nombradía fuera del campo de la política, como docente, como autor de ensayos y como partícipe de empresas editoriales encaminadas a exponer un modo de pensar y a provocar respuestas y debates. Por eso es valorado y respetado por sus pares.
Nada tiene de extraño que en sus primeras declaraciones Forster haya sentido la necesidad de subrayar que la secretaría a su cargo no trae un pensamiento que pretenda presentar como el único o el mejor. Lo que propone es estimular la expresión plural del pensamiento que se desarrolla en nuestros días (principalmente en las universidades, pero no solamente en ellas) y también los pensamientos que se han dado históricamente en la Argentina y en América latina. Ante ataques aparecidos en algunos medios de prensa y voceros políticos, parece haber creído necesario recordar que él no es un "seguidor" de José María Rosa, por el pensador revisionista vinculado al peronismo. Y que en la línea San Martín, Rosas, Perón, que algunos mencionan, él se queda con San Martín (no con Rosas ni con Perón). Y que propone releer y debatir el pensamiento de todos los hombres que han tenido actuación destacada en la Argentina desde la Revolución de Mayo. ¿Por qué dudar que precisamente por esta apertura suya pudiera haber sido elegido para el cargo? ¿Por qué no pensar que el gobierno que lo llama a su seno siente que no es sano encerrarse en un habitáculo de pensamiento que tienda a la exclusión? El hecho de tener convicciones y atenerse a ellas para la acción de gobierno, no excluye y más bien necesita esta apertura a la diversidad de pensamientos que ha estado tejiendo la historia nacional.
Produce dolor leer que se ataca con saña a personas como Teresa Parodi y Ricardo Forster, a la primera porque no sería suficientemente intelectual, y al flamante secretario porque, siéndolo, no lo creen alineado con el pensar de quienes quieren descalificarlo.
Atentamente:
Jotavé
Artículos relacionados