Miércoles 17 de abril 2024

Mamarrachos de Nisman se pagan con cárceles y con menos derechos

Redacción 31/03/2018 - 02.18.hs

Las delirantes acusaciones del suicida fiscal siguen provocando que inocentes sean rocesados, encarcelados, difamados, etcétera. Y lo que es peor, agudizaron un fenómeno que venía de antes: una justicia sin venda, que juzga según billetera y color político.
Emilio Marín - El fiscal Alberto Nisman provocó mucho daño mientras ejercía en la fiscalía especial UFI AMIA, supuestamente dedicada a investigar el atentado terrorista contra la mutual judía donde murieron 85 personas.
Su labor fue muy criticada por los familiares de los muertos de 1994 porque el sujeto trabajaba poco y nada, se dedicaba más a viajar con jóvenes modelos a playas VIP del extranjero que a investigar lo de Pasteur 633.
Su libreto estaba determinado por el espía Antonio "Jaime" Stiusso, de la putrefacta SIDE, una alta escuela en cometer toda clase de delitos, espiar en el frente interno y expresar "subordinación y valor" a los servicios de inteligencia extranjeros como la CIA y el Mossad israelí.
Siguiendo las órdenes de esa SIDE, posteriormente disuelta y reconvertida en la AFI que no dista mucho del original, y bajo el gobierno de Carlos Menem, el gran acusado fue Irán, que podrá tener sus defectos, como todos los países, pero que no incursionó en la actividad terrorista.
Irán fue acusado, obviamente sin pruebas. Le convenía a Israel para demonizar aún más a un adversario de fuste en Medio Oriente. También a Estados Unidos, por los mismos motivos, sobre todo en esos años `90 (luego, como se verá, bajo la administración Obama hubo un cambio de táctica y línea más negociadora con Teherán). Le convenía a Menem, para alejar toda sospecha de la llamada "pista siria" que podía complicar, también sin pruebas, a empresarios relacionados.
Y por sobre todas las cosas, acusar a Irán era la mejor manera de favorecer a quienes ejecutaron el atentado, sean quienes fueren los que provocaron esa explosión adentro del edificio de Pasteur, sembrando la pista falsa de una Traffic que nunca detonó afuera, según coincidentes investigaciones. El estallido fue adentro, colocándose entre los escombros un motor de una Traffic y partes de otras Traffic, para que el menemismo, la SIDE y el juez Juan José Galeano pudieran acusar a Irán, a Carlos Telleldín y a policías bonaerenses que no eran ningunos santos pero no tenían que ver con ese atentado.
Después del bochorno judicial instruido por Galeano y con intervención de los fiscales Barbaccia y Mullen, los policías acusados falsamente recuperaron la libertad y los culpables de manipulación de la justicia terminaron procesados por encubrimiento, juicio que recién ahora está en pleno desarrollo. Eso sí, todos libres.

 

Con la extrema derecha.
Nisman apareció después de esas brutalidades, ya bajo el gobierno de Néstor Kirchner, al mando de una flamante UFI AMIA, con todo el presupuesto y personal necesarios, con amplias libertades. Eran años en que Kirchner, y luego Cristina Fernández de Kirchner, también eran de la idea de seguir acusando a Irán. A la dirigencia de la AMIA y la DAIA la llevaban a Nueva York, cuando intervenían en el marco de las Asambleas Generales de la ONU y reclamaban a Irán, como si fuera culpable.
El flamante fiscal no cambió nada respecto a la desastrosa investigación del enjuiciado Galeano. Siguió con la misma hipótesis. Dependió de los datos falsos que le tiraba Stiusso y consultaba sus escritos judiciales con la embajada norteamericana y sobre todo la israelí. Esto último no es una injuria musulmana: es información de WikiLeaks y de ArgenLeaks, el libro de Santiago O´Donnell.
Nisman quedó pegado a lo peor de la extrema derecha republicana y el lobby judío de Aipac y el Consejo Judío Mundial, con financistas de los "fondos buitres", tipo Paul Singer y otros aportistas del "Tea Party" que también lo son actualmente de Donald Trump. Y por encima de esas dependencias, incluso monetarias, el fiscal era un devoto del Mossad y del genocida Benjamin Netanyahu.
Todo eso sin ceder ni un milímetro su dependencia con Stiusso, aún con el poder recortado levemente por CFK en la SIDE, con nuevas autoridades como el poco sagaz Oscar Parrilli.
Nisman siguió dependiendo de "Jaime" hasta aquel 18 de enero de 2015 cuando se pegó un tiro en el baño del edificio Le Parc, tras intentar salvarse con data del espía. Este ni siquiera le atendía el celular en vísperas de una audiencia clave en el Congreso, cuando el kirchnerismo lo iba a destrozar políticamente por sus mentirosas acusaciones de encubrimiento.

 

Dos líneas.
El Memorando de Entendimiento con Irán se firmó entre los cancilleres de los dos países en enero de 2013, y luego fue votado en discusión plural en ambas cámaras. El argumento de Cristina fue impecable: queremos que un juez argentino, Rodolfo Canicoba Corral y el fiscal Nisman, puedan ir a Teherán y tomarle declaración a los cinco iraníes que consideramos sospechosos. Esas indagatorias serían auscultadas por una Comisión Internacional de jueces y podían sacar al expediente AMIA de la total parálisis en que estaba, entre otras cosas por Nisman.
Esta línea renovada del gobierno y el Palacio San Martín de Héctor Timerman sintonizaba, en ese momento sin datos públicos, con el nuevo curso de Obama, quien con sus pares europeos más China y Rusia, estaba comenzando a negociar un acuerdo con Irán. El mismo se firmó en julio de 2015: EE UU y sus aliados europeos levantaban las sanciones y el país persa ponía límites al enriquecimiento de uranio y abría sus instalaciones para demostrar que su plan nuclear era pacífico.
¿Quién fue el gran enemigo de ese acuerdo del "G-5+Alemania" con Irán? Netanyahu y el estado de Israel. Mentían con que Teherán tenía armas nucleares (en todo caso, si las tuviera, serían muchos menos que las 200 de Tel Aviv, sin control de la OIEA). Otros enemigos de la paz eran la ultraderecha norteamericana del Tea Party, el lobby AIPAC, etc.
En este bando se ubicó Nisman, con la derecha de la derecha mundial. En cambio, Cristina y su canciller Timerman abrieron una negociación con el país persa, en sintonía objetiva con Barack Obama y el "G-5+Alemania".
Lamentablemente el Memorando, que tenía buenas intenciones, no llegó a ratificarse. Del lado iraní, es muy posible que quisieran con esa firma levantar las circulares rojas de Interpol contra sus cinco ciudadanos sospechosos por la pésima investigación de Galeano-Barbaccia-Mullen-Nisman. Y entonces Teherán no entregó las cartas reversales para la puesta en marcha del Memorando.
Del lado argentino fue peor. La resistencia de la derecha política macrista-radical y de la dirigencia de AMIA-DAIA, más la derecha judicial, incluido Nisman, el Memorando fue declarado inconstitucional en las postrimerías del gobierno K. Y cuando llegó Macri a la Rosada no quiso apelar ante la Corte Suprema.

 

Falsedades y dolor.
La denuncia de Nisman del 14 de enero de 2015 era falsa de toda falsedad. El Memorando no quería encubrir a nadie y era un hecho político no justiciable. Además, bueno o malo, no llegó a materializarse. El titular de Interpol, Ronald Noble, desmintió al suicida, insistiendo que nunca Argentina pidió el levantamiento de las circulares rojas. Otra argumentación era falsa: no hubo aumento del comercio bilateral con Irán, de granos por petróleo.
Tantas barbaridades provocaron una ruptura en la comunidad judía local, porque familiares de muertos en la AMIA como Sergio Burstein y exdirector de la DAIA, como Jorge Elbaum, se opusieron a la disparatada denuncia.
Una lista de daños políticos de esas mentiras:
-Pusieron a Cristina como encubriendo un crimen masivo. Quizás por eso mismo, según la fábula macrista, un comando venezolano-iraní-cubano asesinó al fiscal, entrando y saliendo difuminado como espectros sin que nadie pudiera verlos. La victoria de Macri en el balotaje fue pavimentada por mentiras de alto impacto mediático.
-Derechizaron aún más a magistrados y camaristas de Comodoro Py, además de los nombramientos que PRO-Cambiemos impulsó en su planta, incluso en la Corte Suprema.
-Alteraron gravemente el Estado de Derecho, porque no se respetaron las garantías del proceso ni el aguardar en libertad el juicio; se lincharon personas con imágenes de TN, tapas de Clarín o acusaciones de Luis Majul.
Arruinaron la vida de mucha gente, espiando y publicitando sus conversaciones, procesando sin pruebas y mandando a la cárcel. A Diego Lagomarsino lo procesó Julián Ercolini como partícipe necesario del "crimen" de Nisman, con tobillera electrónica. Nisman le robaba el 50 por ciento del salario y lo puso como testaferro en una cuenta millonaria en el Merrill Lynch. "Me cagó la vida" dijo el joven.
Claudio Bonadío ordenó la prisión preventiva de los acusados de encubrimiento; la ex presidenta se salvó por sus fueros. Lo más cruento lo sufrió Timerman, enfermo de cáncer que no pudo tratarse en EE UU. Otros de salud frágil, como Luis D'Elía, estuvieron casi cuatro meses presos, como Carlos Zannini y Jorge Khalil. De ese lote sigue detenido Fernando Esteche, un antiimperialista a quien le habían pedido 400.000 pesos de fianza. Sindicatos y amigos reunieron esa suma, pero el TOF8 le dijo que no, que seguiría preso.
Los daños políticos, legales y humanos son muy graves. Desde diciembre los causó Bonadío, pero Nisman lo hizo desde 2015.

 


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