Miércoles 30 de abril 2025

Ejemplos insólitos

Redacción 29/11/2023 - 00.53.hs

Más allá de las mentiras ocasionales de algunos políticos sin conocimiento ni vergüenza alguna, es cierto que la Argentina es uno de los países mejor dotados del planeta en cuanto a riquezas naturales. Si a ello se le superpone la calidad humana que generó en los aspectos más variados pese a las barbaridades gubernamentales que sufrió a lo largo de muchos años, bien podría decirse que está a un paso de ser la gran nación que pregonan nuestros símbolos nacionales.

 

Sin embargo también somos dueños –responsables, mejor— de algunos de los personajes cuyos procederes asombran al mundo, que nos mira con justificada extrañeza y bastante desconfianza. A lo dicho vayan dos ejemplos cabales ocurridos en el muy breve plazo de diez días, hechos públicos muy ampliamente y que refuerzan la condición de insólitos que se menciona en los párrafos anteriores.

 

El primero, por cierto que ya es sabido pero plenamente vigente. En poco más de un año un personaje de actitudes e ideas desaforadas alcanza nada menos que la Presidencia de la República pero, hay que reconocerlo, sin esconder sus propuestas gubernamentales que, en el criterio general, destruirán la estructura socioeconómica del país y degradarán la vida de sus habitantes en aspectos esenciales: salud, trabajo, alimentación, educación, trasporte… Todo esto dentro de un proceso democrático donde alcanzó ese rango presidencial por medio de sufragios inobjetables y, se reitera, sin haber ocultado nunca esos objetivos, a todas luces alocados para una parte de la población pero esperanzadores para otra parte aún mayor. Además, el ahora presidente electo se rodea de lo más conservador y retrógrado de los políticos del país.

 

Si se excluyen los aconteceres dictatoriales, posiblemente no haya en el mundo ejemplos similares dentro de procesos surgidos de elecciones limpias.

 

El otro suceso a considerar es, dentro de su síntesis, todavía más asombroso. Una altísima autoridad nacional –el presidente de la República— declara públicamente que en el helicóptero en que se moviliza diariamente para desplazarse entre la residencia de Olivos y la Casa de Gobierno, han aparecido repetidas veces miras telescópicas; también que en algunos de esos viajes se visualizó dentro de la máquina en viaje un punto infrarrojo, propio de las armas más modernas. La condición mafiosa del mensaje no puede ser más evidente, alentando vaya a saber qué advertencias dentro del caldero de la política.

 

Lo increíble es que es que las textuales manifestaciones del presidente al respecto hayan sido: "No me pasó una vez, me pasó dos, tres o cuatro veces, y con mi custodia lo vimos, y nos callamos porque dijimos: 'No hagamos un problema con esto’".

 

Lo tremendamente insólito es —hay que repetirlo— la reacción de la máxima autoridad del país ante lo que insinuaba un atentado contra su vida, con todo lo que ello implica en lo personal y en lo político, refrendando la falta de trascendencia del hecho en su momento con una expresión más popular: “No quisimos hacer bardo”.

 

¿Es tan ingenuo , por no decir ineficaz, el servicio de custodia presidencial? ¿Tantas personas tienen acceso al helicóptero en que se moviliza como para que se desechara una investigación rápida y a fondo? ¿Puede la máxima autoridad del país ser apuntada impunemente con un arma de alta tecnología durante su recorrido? Más que para la solidaridad, el caso da para la mofa de sus similares en el resto del mundo, máxime por esas “repetidas veces” que tuvo el suceso.

 

El deterioro de las instituciones básicas de la Argentina ha sido grande en los últimos años. Los hechos, personajes y perspectivas que se avizoran no parecen muy prometedores al respecto.

 

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