El disfraz del negocio
Cuando se menciona a Dante Panzeri es pertinente aclarar en atención a la gente joven que fue un periodista caracterizado por una inamovible ética deportiva, que se opuso desde sus mismos inicios al pretendido “fútbol espectáculo” que –el tiempo le dio la razón—no era más que un disfraz de fútbol negocio.
Se dice que Panzeri tenía una lista de quienes consideraba enemigos personales por ser sostenedores de esa concepción del fútbol, que trasformaba ese deporte hermoso y popular en una mera mezcla de sumas y restas, donde las personas y sus habilidades eran poco más que cosas.
Si Panzeri viviera (murió en 1978) seguramente hubiera puesto a la cabeza de esa nómina el nombre de Mauricio Macri, el ex presidente de la Nación para quien todo se reduce a cifras y desde hace años promueve un pingüe negocio: la privatización de los clubes de fútbol. Él, y su continuador, también en la Presidencia, ni siquiera disimulan el objetivo material que los mueve a esa meta… Se trata de un negocio y como tal proceden, máxime con los ejemplos foráneos donde los clubes han pasado a ser sociedades anónimas. La condición de entidades de raíz y funcionamiento popular no les importa en absoluto.
Pese a que en nuestro país el rechazo a esa posibilidad ha sido prácticamente unánime de parte de los clubes de mayor entidad, de primera y segunda división (hubo una sola opinión favorable a la medida y fue la del club Estudiantes de La Plata) ambos personajes apuntan al mecanismo accionario y la venida de capitales foráneos (que se da por descontado que llegarían, ya que se trata del fútbol de los actuales campeones del mundo). En esa clase de encuadre jurídico-comercial es de imaginar quiénes tendrán la mayoría de las acciones. A favor del cambio se arguyen prácticamente las mismas medidas que se promueven para el pase a una economía de mercado y es previsible que con iguales resultados… Por ahora esa llegada de capitales divide las aguas y genera una gran controversia en el ambiente deportivo y político.
Sin ponerse colorado, Macri ya lo había dicho en uno de esos foros sospechosos de partidismo: "El fútbol sudamericano debe imitar al europeo aplicando reformas, como las Sociedades Anónimas Deportivas y los controles económicos para una competencia más justa", aunque cosechó un revés unánime en la Asociación del Futbol Argentino. Por si la idea se concretaba, y aprovechando la veta, la petición incluía un campeonato mundial cada dos años, en lugar de los cuatro actuales.
La intención macrista viene de lejos, de cuando presidía el club Boca Juniors, su trampolín a la presidencia. Al ocupar la primera magistratura, esa idea la puso en evidencia al vaciar en su funcionamiento aquel recordado programa de “Fútbol Para Todos”, que los medios afines se encargaron de borrar prolijamente. Y también se jactó en su momento: "La pasión que despierta el fútbol no la despierta ni siquiera la política, y lo puedo decir habiendo sido presidente en las dos cosas".
Macri y Milei son coincidentes en esta concepción comercial del fútbol, aunque seguramente y según propias palabras, el actual presidente debe ver en la forma actual de los clubes un asomo de socialismo. Por los amagos y declaraciones de los últimos tiempos, no sería raro uno de esos desatinados decretos de necesidad y urgencia que conciliaría los intereses de ambos.
Así las cosas, está latente la posibilidad de que cualquier día los hinchas se enteren que han perdido su corazoncito y, con suerte, son dueños de una acción.
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