Sabado 03 de junio 2023

El peso de la imagen

Redacción 17/05/2023 - 00.38.hs

Como cualquier otra actividad, la política se vale de los artilugios que el ingenio humano crea constantemente en materia de difusión. Sin embargo, aunque ya muy lejos de los tiempos en que los caudillos y sus adláteres pregonaban nombres a voz en cuello, desde hace al menos un siglo subsiste una elemental forma de publicitar políticamente: el cartel con la imagen de la persona que se propone para el cargo, con su nombre y apenas acompañada a veces de un apotegma que pretende sintetizar intenciones y/o trayectoria. No deja de ser curioso que un elemento importantísimo a la aceptación subconsciente recién se haya hecho frecuente en las últimas décadas: la sonrisa. El gesto adusto del aspirante al cargo parece ser casi imprescindible en algunos casos, aunque se ha atenuado mucho en los últimos años con la obligada presencia femenina.

 

Vista la realidad hasta podría considerarse que buena parte de los votantes, consciente o inconscientemente, asimilan los rostros que miran desde los carteles que, en definitiva, están más allá de los discursos y escritos audiovisuales. Bien podría decirse que, en última instancia, no son más que una muestra de que vivimos en una cultura preeminentemente visual, en cualquier aspecto. Algo debe haber en el peso de la imagen cuando una de las prácticas de los adversarios políticos era, al menos hasta hace unos pocos años, arrancar los carteles del oponente, especialmente en los sitios en que eran más visibles, una actitud que derivó en no pocas trifulcas.

 

Tiempo atrás, en rueda de prensa, un veterano político defendía su postura de no aparecer sonriente en las proclamas impresas promocionales ya que, innegablemente, la situación del país no daba para alegrías… El hombre abandonó la política hace tiempo pero –nobleza obliga—nunca obtuvo demasiados votos…

 

Va de suyo que cuando más grande y colorida sea la imagen, mejor.

 

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