Domingo 21 de abril 2024

La inteligencia artificial de Funes

Redacción 12/03/2023 - 12.17.hs

Jorge Luis Borges no vivió para conocer la internet, que a no dudarlo le hubiera fascinado. Entre otras cosas, porque en sus invenciones literarias llegó a pronosticarla, de algún modo, como una suerte de biblioteca infinita y circular. La Torre de Babel de las redes sociales, donde todos hablan y nadie entiende, seguramente le habría divertido, más que deprimirlo. Curiosamente, en un cuento seminal de su libro Ficciones ("Funes, el memorioso"), llegó también a atisbar la "gran cosa nueva" de internet, la así llamada inteligencia artificial, y en particular, los llamados "chatbots" de los que todos hablan hoy.

 

Noam.

 

No es raro entonces que, en un muy reciente artículo sobre el tema, el eminente lingüista Noam Chomsky cite a Borges, por aquello de que vivir en tiempos de peligro es experimentar al mismo tiempo la tragedia y la comedia, y la "inminencia de una revelación" sobre el mundo y sobre nosotros mismos.

 

El perfil de polemista político a veces hace olvidar la contribución científica de Chomsky, quien, en contra de las teorías lingüísticas tradicionales, postuló que los seres humanos no adquirimos el lenguaje por mera "prueba y error", sino que ya nacemos preseteados para desarrollarlo como vehículo para expresar el pensamiento. Y que, en un punto, el lenguaje y el pensamiento son casi la misma cosa, de tan inseparables.

 

Esta larga trayectoria científica lo coloca en una posición inmejorable para analizar a los "chatbots", esto es, esos programas de computación que, básicamente, absorben enormes cantidades de datos de internet, y en base a los patrones que se infieren de ellos, producen un discurso cuasi humano al respecto. En su artículo, titulado "La falsa promesa de ChatGPT" postula que, a diferencia de estos novedosos sistemas, "la mente humana es un sistema sorprendentemente eficiente, incluso elegante, que opera con pequeñas cantidades de información; no procura inferir brutas correlaciones entre datos, sino crear explicaciones".

 

Utopía.

 

Para Chomsky, ni ChatGPT (de OpenIA), ni Bard (de Google) ni Sydney (de Microsoft) están en condiciones de cumplir aquella profecía utópica de que las máquinas superarán al cerebro humano, no sólo cuantitativamente -en términos de velocidad de procesamiento y tamaño de memoria- sino también cualitativamente, en términos de agudeza intelectual, creatividad artística, y cualquier otra facultad típicamente humana.

 

Sin negar su utilidad en áreas limitadas como la programación de computadoras, o tareas banales como encontrar rimas entre las palabras, descree totalmente de que estos artefactos, por cómo están estructurados, puedan reemplazar el razonamiento y el lenguaje humanos, que -al decir de Humboldt- pueden hacer "un uso infinito de medios limitados", creando ideas y teorías de alcance universal.

 

Esto ocurre -agrega- por cuanto los humanos nacemos con un "sistema operativo" sustancialmente distinto, llamado "gramática", que nos permite, "con una elegancia casi matemática", generar sentencias complejas y largos hilos de razonamiento. En cambio, la "inteligencia artificial" está en un estadio pre-humano, ya que le falta la cualidad más crucial de cualquier inteligencia, es decir, no sólo describir y predecir un asunto, sino directamente explicar cuál es -y cuál podría no ser- ese mismo asunto.

 

Tomando un ejemplo newtoniano, explica que, si al abrir mi mano cae la manzana que estoy sosteniendo, puedo describir su caída, y puedo también predecir que si vuelvo a abrir mi mano se producirá el mismo resultado. Pero la verdadera inteligencia consiste en algo más: en explicar que la manzana cae por obra de la fuerza gravitacional de la tierra (o, en términos de Einstein, por la curvatura del espacio-tiempo).

 

Error y ética.

 

Esto no quiere decir que los humanos seamos infalibles: de hecho, esa posibilidad de error y su ulterior corrección es lo que permite, gradualmente, limitar cuáles son las posibilidades que pueden ser consideradas racionalmente. Los "chatbots", por el contrario, no pueden distinguir entre lo posible y lo imposible, y de ahí que aprendan con la misma diligencia, y en un mismo nivel de detalle, las teorías sobre la tierra plana y la ciencia que demuestra su obvio carácter esférico.

 

La verdadera inteligencia, además -enfatiza Chomsky- es capaz del pensamiento moral, en virtud del cual limita las creatividad de nuestras mentes en base a una serie de principios éticos sobre lo que debe, o no debe ser, por supuesto, también, sometiendo esos principios a la crítica racional. Los "bots" no se someten a estas reglas éticas, y de ahí que hayan sido instrumentales en la diseminación de contenido misógino, racista y violento en internet.

 

Como confiesa el propio ChatGPT -interrogado por el equipo de Chomsky- es incapaz de tener una perspectiva. "Como un ente de inteligencia artificial, soy un modelo automático de aprendizaje, entrenado para manejar grandes cantidades de información en texto, pero no tengo experiencia personal ni sentimientos. No soy consciente, no tengo autopercepción, ni soy capaz de tener perspectivas personales".

 

En su genialidad -que, aunque se lo proponga, la inteligencia artificial está muy lejos de replicar- Borges creó un personaje que recuerda vagamente a estas máquinas fetiches: un compadrito uruguayo de Fray Bentos, conocido como Irineo Funes, dueño de una memoria prodigiosa, quien a raíz de un accidente de equitación que lo dejó inválido, se aisló del mundo y desarrolló su don a tal punto que podía recordar todo lo vivido con precisión exacta. Hasta podía recordar un día entero de su vida, lo cual, desde luego, le llevaba otro día entero de su vida.

 

El problema con este portensoso talento, reflexiona Borges, es que Funes pronto descubrió que su empeño no sólo era interminable, sino también inútil. Pero, más grave aún, el personaje "era incapaz de generar ideas generales, platónicas". "Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar las diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos".

 

PETRONIO

 

Foto: es.wikipedia.org

 

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