Martes 09 de septiembre 2025

Lección formidable

Redaccion 09/09/2025 - 00.48.hs

Empieza a terminarse un ciclo político que, quizás, duró mucho menos que lo esperado. Nada será igual aun cuando el Gobierno tuviera cierta recuperación en octubre. Por empezar, el peronismo y las fuerzas progresistas ya tienen candidato a Presidente.
Axel Kicillof volvió a cargarse la campaña municipio por municipio y es el inmenso ganador. Hubo otros, como el conmovedor militante Gabriel Katopodis que fue decisivo para triunfar en una sección donde los Milei tenían su principal expectativa de victoria o “empate técnico”. Y un equipazo que sabe gestionar, en medio del ahorcamiento abyecto al que lo somete el gobierno nacional. Vaya sobre esto último, además, un destaque especial: por primera vez en la historia, la Provincia se hizo cargo exclusivo de sus elecciones y la organización fue ejemplar. Enfrente no pudieron esgrimir ni tan solo alguna denuncia de fraude. Han preferido, como en el caso del talibán Miguel Boggiano y otros, decir que allá ella si la gente es feliz con seguir cagando en un balde.
Milei, agitado, nervioso, habló después de que se debatiera largamente si estaba en condiciones de afrontar al público. Salió de Olivos creyendo todavía que la diferencia no superaba los cinco puntos y en La Plata se enteró de que era casi el triple. Enfureció contra todos los suyos, es probable que con excepción de su hermana porque, en caso de que asumiera también esa decepción, ya no tendría de qué agarrarse. Completamente ajeno al mensaje de las urnas, ratificó el rumbo que lo condujo al desastre y volvió a remitirse a la eficiencia del “aparato peronista” para conservar sus prebendas. Las caras que lo rodeaban en el escenario lo decían todo.
Volvamos a lo crucial. Nada habría sido posible si el gobernador, contra viento y marea, contra los fuegos amigos, contra lo que viniera, hubiese agachado la cabeza y cedido tanto frente a ínfulas rupturistas cuanto ante imposiciones de nombres.
La unidad y no ya la mera unión se impone ahora más que nunca. Sería imperdonable el retorno a pujas intestinas, después de semejante paliza y de la tan lúcida como emocionante reacción de la mayoría del pueblo bonaerense.
Cuidado: todas las fuerzas del establishment, ya contestes de que Milei no tiene ni la más mínima dimensión política para tripular esta crisis, trabajan para encontrarle una salida institucional a este accidente insólito de la historia argentina que representan los hermanos. Necesitan sacarse de encima, de alguna manera, a un adolescente desequilibrado que es capaz de chocarlos. No van a quedarse de brazos cruzados. El problema, que también involucra a los ganadores de este domingo, es cómo hallarán esa salida.
La gran duda respecto de lo que ocurriera en la provincia de Buenos Aires era si se aceleraría o amortiguaría, relativa y temporalmente, el desenlace de lo irreversible. Y lo irreversible es que el modelo económico del Gobierno está agotado.
Estalladas casi todas las variables de los indicadores de la economía, con sus autoridades exclusivamente dedicadas a medidas de control de daños, no hubo un solo día en que las Fuerzas del Suelo dejaran de dispararse a los pies.
Ni riesgo kuka ni ocho cuartos. No hubo manera de siquiera disimular que así como se fumaron los dólares del blanqueo, y del nuevo préstamo del FMI, empezaron a quemar los pocos que les quedan para intervenir en el mercado.
A la altura de “el que apuesta al dólar pierde” de Lorenzo Sigaut, ministro de la dictadura sucesor del derrumbe de José Martínez de Hoz, ya está en la historia más bizarra de los símbolos del fracaso el coro que Jamoncito, Caputo Toto y la plana mayor del equipo económico le hicieron a Alejandro Fantino. O al revés. En un acting inolvidable, cumbre de la vergüenza ajena, el vocero-animador fue invitado a preguntar si el dólar está intervenido. Y los bufones prorrumpieron en el griterío de “flota, flota”. Quien dio pie fue el tal Tronco, un analfabestia que LLA lleva de candidato en la lista encabezada por el delivery José Luis Espert. (por Eduardo Aliverti, Página 12).

 


 

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