Lo que nadie contó de la revisión del FMI
El propio Fondo advierte que la capacidad de pago de Argentina enfrenta riesgos excepcionales, y que las obligaciones con el Fondo representan un monto muy alto: el 9% de las exportaciones y el 15% de las reservas del Banco Central
Por Delfina Rossi
Llegaron los dólares del FMI, pero el riesgo país no cayó, el tipo de cambio se estacionó en la banda superior y sigue la volatilidad en las tasas de interés, lo que empieza a trasladarse en una caída del nivel de actividad. En esta nota revisamos si TMAP - Todo Marcha de Acuerdo el Plan- o NTMAP.
Recordemos que el programa macroeconómico tiene tres pilares (o anclas): la motosierra fiscal, la reapertura de Argentina a los mercados internacionales de crédito y entrada de capitales por inversión extranjera directa (IED), y privatización y venta de activos. La primera es indiscutible, así como cruel e injusta, pero, ¿qué pasa con los otros dos pilares?
El 31 de julio de 2025 se aprobó la primera revisión del acuerdo entre el gobierno de Javier Milei y el FMI, correspondiente al préstamo de USD 20.000 millones firmado en abril. Se habilitó así un desembolso de USD 2.000 millones, dándole cierto aire al gobierno después de un mes donde la depreciación del peso fue del 12%, pero ¿qué más nos indica ese famoso staff report del FMI sobre la macro argentina?
El waiver: las reservas.
El Gobierno tuvo que pedir un waiver (una exención) por no cumplir con la meta de reservas internacionales pactada. Al 13 de junio, las reservas internacionales netas estaban en -US$4.700 millones, muy por debajo del piso acordado de -US$1.100 millones.
Además de no haber cumplido con la meta, el FMI decidió suavizar el calendario de cumplimiento de acumulación de reservas. La meta para fin de año pasó a ser deficitaria en USD 200 millones, cuando originalmente era superavitaria en USD 4.800 millones, es decir la meta se redujo en USD 5.000 M para este año. Considerando el pago al FMI previsto, el pago de bopreales (bonos para los importadores) y pago a otros organismos, una relevante consultora, estima que de acá a fin de año el gobierno tendrá que comprar dólares en el mercado único de cambio, realizar privatizaciones o conseguir nuevas inversiones, o seguir endeudándose por un monto total de USD 6.200 millones.
El mecanismo de comprar dólares llamados genuinos, fruto del comercio exterior, parece lejano en el contexto de tipo de cambio apreciado y deterioro de los términos de intercambio. De hecho, el FMI destaca que la entrada de capitales extranjeros puede darse ya sea por la reducción del déficit de cuenta corriente —que ha pasado de un superávit al 0,4% del PIB a un déficit del 1,7%, la privatización de activos o la flexibilización cambiaria (es decir devaluación para frenar importaciones). Sin ir más lejos, explícitamente el FMI sugiere que “se espera que la acumulación de reservas también se verá apoyada por la privatización y venta de activos y concesiones, así como por el apoyo continuo de otros acreedores oficiales”. Una agenda menemista privatizadora que choca con el propio contexto global incierto, con riesgos crecientes derivados de tensiones comerciales internacionales y volatilidad geopolítica.
Cronograma de pagos
Además, hubo cambios en el cronograma de pagos: se suspendió el de noviembre de 2025, trasladando ese desembolso a enero de 2026. Esto implica que sólo se desembolsará un 70% del préstamo en 2025, frente al 75% previsto originalmente. Lo festejado por algunos (el gobierno no enfrentará la revisión del FMI en octubre) conlleva también que no se le trasladará 5% del desembolso previsto originalmente. ¿Por qué?
El propio FMI advierte que la capacidad de pago de Argentina enfrenta riesgos excepcionales, y que las obligaciones con el Fondo representan un monto muy alto: el 9% de las exportaciones y el 15% de las reservas del Banco Central, cifras que mantendrán presión en los próximos años. Es decir, el propio endeudamiento con el FMI hace que el modelo sea inestable en su diseño, ya que aumenta las probabilidades de sufrir crisis externas.
Más motosierra.
Para lograr un superávit fiscal primario de 1,6% del PIB en 2025 (y aún mayor en 2026), se prevén controles más estrictos para las pensiones por discapacidad y la AUH, facilitados por la creación de un registro social único (meta para fin de 2025). Además, el gobierno se comprometió a avanzar en una reforma previsional para simplificar el sistema fragmentado y mejorar la proporcionalidad entre aportes y beneficios, con plazo para fin del año próximo. También se incluyen reformas para mejorar la flexibilidad laboral, como la simplificación de la declaración de impuestos para autónomos y la optimización de las normas de reporte de transacciones financieras.
Una tensión permanente del programa es la aparente contradicción entre la intención de sostener un fuerte superávit fiscal y la implementación simultánea de una agenda de desregulación y reducción de impuestos, que podrían debilitar la base tributaria y complicar la sostenibilidad fiscal a mediano plazo. Asimismo, se plantean reformas que incluyen el cierre de fideicomisos extra-presupuestarios y la privatización de empresas estatales clave.
¿Y si “TMAP”?
La expectativa oficial de que la entrada de capitales privados y la inversión extranjera directa impulsen la acumulación de reservas y la sostenibilidad externa se topa con la realidad: en el primer semestre de 2025, la IED registró un saldo neto negativo de USD 1.525 millones, el peor resultado en dos décadas. Esto pone en duda la capacidad real del programa para financiar el déficit externo vía capitales privados en el corto y mediano plazo.
Una dimensión clave y poco destacada del programa es el efecto de la eliminación del cepo cambiario, que permitió una mayor compra de divisas por parte de “personas humanas”, en junio de 2025 adquirieron billetes por USD 2.416 millones, un récord que supera incluso los USD 2.262 millones comprados en mayo y abril, según datos del último informe de Balance Cambiario del Banco Central (BCRA). Esta demanda de dólares se explica en gran parte por operaciones de carry trade, donde agentes aprovechan las altas tasas locales para financiar compras de divisas y formar activos externos. Si bien esto aumenta la liquidez en dólares, también genera una mayor salida de capitales, complicando la acumulación de reservas internacionales y exponiendo a la economía a vulnerabilidades cambiarias.
En resumen, este acuerdo profundiza la desigualdad y la precarización laboral, transfiriendo recursos públicos a sectores financieros y extractivos, que el gobierno favorece bajando retenciones, como al agro y reduciendo a cero, recientemente, a más de 230 productos mineros con el Decreto 563/2025.
Argentina necesita un rumbo que ponga a las personas en el centro, a la producción y al trabajo. Por ahora, el acuerdo con el FMI muestra las vulnerabilidades del propio esquema. (Extractado de El Destape)
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