Jueves 18 de abril 2024

Los quince de Luana

Redacción 20/09/2022 - 07.58.hs

A sus seis años, Luana se convirtió en la primera niña trans del mundo en recibir un documento nacional de identidad conforme su identidad autopercibida, sin judicializar el trámite.

 

VICTORIA SANTESTEBAN *

 

Luana cumplió quince años. Desde sus primeros años de vida ni bien pudo verbalizar sus deseos de ser princesa comenzó a balbucearlos a su mamá -Gabriela Mansilla- quien hizo frente junto a su hija a aquellas maestras y vecinos horrorizados por su estrechez mental estancada en binarismos excluyentes. Luana tuvo la valentía inteligente desde muy pequeña de expresar sus íntimas vivencias de género que daban cuenta de la falta de correspondencia entre el masculino asignado por su genitalidad y su autopercepción como niña. Registraba bien consciente de su identidad quien era y quien quería ser.

 

Heredó la valentía de una madre que la acompañó amorosa para representar sus intereses más íntimos e identitarios, para efectivizar aquello que la vanguardista Ley de Identidad de Género garantiza, hasta convertirse en la primera niña trans del mundo en obtener su DNI a la edad de 6 años.

 

Princesa.

 

En 2013, la Ley de Identidad de Género cumplía su primer aniversario y lo festejaba con el reconocimiento de la autopercepción de género a una niña de seis años. Luana se convirtió en la primera niña trans del mundo en recibir un documento nacional de identidad conforme su identidad autopercibida, sin judicializar el trámite, acorde a los lineamientos de la legislación nacional. Si bien la sola sanción de la norma en 2012 no garantizó su aplicación efectiva y Luana debió sortear obstáculos burocráticos alejadísimos del espíritu de nuestra ley, luego del trámite de estreno en instituciones que no tenían del todo claro cómo proceder, Luana obtuvo el reconocimiento del Estado Argentino de su género autopercibido.

 

Lucha.

 

La fiesta de quince de Luana -y su hermano mellizo Elías quien con amor también estuvo bien cerquita de Luana en su camino identitario- significó una festividad democrática, política y revolucionaria, como la definió su mamá, al resaltar que son pocas las niñas trans que llegan a festejar sus quince abrazando su identidad autopercibida, porque "generalmente se las excluye, se las maltrata, se las discrimina, se las echa a la calle. Y acá hay una adolescente trans que desde niña está siendo abrazada".

 

En vez del empujón a la calle y del rechazo familiar, Luana encontró abrazos y amor que sostuvieron todos los miedos y la acompañaron en ese trayecto identitario de construcción indispensable para reafirmarnos en el mundo. Todo ese amor imprescindible contrasta con la realidad de todavía tantas personas trans que quedan al desamparo excluyente que las arroja a historias de marginalidad, falta de acceso a derechos y abusos a esa integridad desprotegida. Es por eso que el quince de Luana fue fiesta popular de toda la comunidad LGTBIQ+ más acostumbrada a reunirse en reclamo de justicia que en fiestas que confirman los avances.

 

Madre.

 

Gabriela Mansilla, representada por Eleonora Wexler en la película "Yo Nena Yo Princesa" que cuenta la historia de Luana, fundó la Asociación Civil Infancias Libres, y escribió dos libros en los que comparte su recorrido de acompañamiento en defensa de los derechos de su hija: "Yo Nena, Yo Princesa" y "Un mundo donde quepan todes". Mansilla da lecciones de amor, elemento suficiente e indispensable para maternar, para abrazar fuerte a una Luana chiquitita que le confiaba su autopercepción como niña y acompañarla en representación de cada derecho, a sabiendas sin necesidad de formación jurídica, que primaba el interés superior de esa niña que sabía quién quería ser.

 

En su primer libro, Gabriela describe ese recorrido hasta el DNI de Luana, las idas y vueltas, los entramados kafkianos, la maldad y la ignorancia de corazones que poco entienden de amor y diversidad. Así, sus relatos de lucha acompañan ahora a tantas familias a las que allana el camino sinuoso que tuvo que transitar allá por 2013 y es material ESI para implementar contenidos que se adeudan desde 2006 en las escuelas argentinas.

 

Sueño.

 

La fiesta de quince de Luana y su hermano Elías se celebró en el emblemático boliche Amérika, en Buenos Aires, sede desde 1983 para que la comunidad LGTBIQ+ junto con la sociedad en su conjunto ejerciera sus derechos a la diversión lejos de espacios heteronormativos y peligrosos para la diversidad. "Creo que Amérika fue la apertura total. Uno con el tiempo, después, se da cuenta de que abrimos un camino. Abrimos las puertas a las chicas trans cuando no tenían cabida en ningún lado", dijo a Télam Osvaldo de Riso, dueño de Amérika, quien expresó sentirse muy orgulloso por la elección de su lugar para la fiesta de 15. Luana, con un vestido rosa como los que le gustaba usar desde muy niña, leyó durante su fiesta un texto del segundo libro de su mamá, editado este año por Chirimbote: "Sueño que el mundo nos respete, que travesti no sea un insulto, que les niñes trans tengamos poderes como volar y ser invisibles. Yo quiero esos poderes para defenderme de quienes me agreden porque deseo un mundo mejor donde no haya que crecer porque eso me preocupa. Quiero seguir siendo pequeña".

 

Fiesta.

 

La celebración de estos quince trasciende la tradición festiva para ubicarse políticamente como reafirmación de la lucha del colectivo LGTBIQ+: "Los 15 tienen una reivindicación política porque muchas de nosotras no pudimos tenerlos. Yo vengo de Salta y siempre soñé mis 15 años con ilusiones, fantasías, deseos, que no se realizaron porque viví un momento de mi vida en el cual estaban marcados unos parámetros de una sociedad totalmente diferente", expresó la activista marrona Daniela Ruiz, quien acompañó a Luana en una fiesta de cumpleaños que definió como "un gesto de amorosidad". "Somos una generación que nunca pensamos que lo que soñamos lo íbamos a vivir y eso sucedió. Hoy tenemos infancias y juventudes trans que nos depositan nuevos desafíos. No tiene que pasar nada de lo que pasamos nosotras. Tienen que tener derecho a la alegría: es una revancha", agregó la artista Susy Shock que también dio el presente en la fiesta. Un mundo que empieza a abandonar binarismos y lógicas heteronormativas y asfixiantes, invita a todes a fiestas donde se baila con orgullo, en pleno ejercicio de la diversión postergada.

 

* Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

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