Miércoles 27 de marzo 2024

Maestras argentinas

Redacción 13/09/2022 - 10.05.hs

El 11 de septiembre se celebra el día de los y las maestras, en conmemoración del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, en 1888.

 

VICTORIA SANTESTEBAN *

 

La historia de la educación argentina ha enfatizado en la imagen de ese padre del aula, sin reivindicación semejante a las mujeres que hicieron posible la tarea de formar a niños y niñas del Estado Argentino también en formación. Al rescate del rol indispensable de esas maestras, revisar la historia con perspectiva de género saca a relucir el reconocimiento postergado a la vez que da cuenta del hito trascendental para la inserción laboral y política de mujeres que significó el magisterio.

 

Sarmiento encomendó a maestras estadounidenses la tarea de formar a las argentinas y la idea hecha realidad surgió durante su exilio en Londres, cuando se topó con la obra del pedagogo norteamericano Horace Mann e imaginó replicar en argentina la experiencia educativa de esos lados, inspirada en Pestalozzi. Mary Peabody -viuda de Mann- y Sarmiento impulsarían aquel modelo pedagógico en escuelas argentinas.

 

Entonces, entre 1869 y 1898, el gobierno argentino contrató a 61 mujeres de Estados Unidos que viajaron hasta esta australidad tan contrastante con el norte sajón para formar a las maestras argentinas en escuelas normales que se levantaban en edificios de altura imponente, para simbolizar la preponderancia de la educación para la patria. Estas maestras enviadas al interior del país esparcieron entre los valores del trabajo y el esfuerzo tan arraigados a la cultura estadounidense, también la autonomía de las mujeres.

 

Explica la autora del libro "Las Señoritas" Laura Ramos, que Sarmiento se deslumbró con esas mujeres que hoy definiríamos como feministas que se hacían notar en Estados Unidos y entiende que las camadas de maestras argentinas que sucedieron a las sarmientinas dan cuenta, aunque sea fragmentariamente, de aquella visión del mundo. Ramos también reivindica en esta historia a la figura feminista de Juana Manso, por lo que sostiene que Sarmiento propicio el feminismo en la región, obnubilado por el ideal de mujer independiente que representaban todas ellas.

 

Maestras.

 

Si Sarmiento es considerado el padre de la educación, Juana Manso bien puede reivindicarse como la madre del aula, Manso inmortal. Además de maestra, fue traductora, periodista, escritora y pionera en la defensa de los derechos de las mujeres. Exiliada durante el rosismo, Juana escribe su propio periódico en 1854, "Álbum de Señoritas" que arengaba a las mujeres a expresarse libremente. Junto con Sarmiento dieron origen al sistema educativo nacional, bregando por una educación común, popular e igualitaria. Fundó y dirigió escuelas, bibliotecas populares, redactó manuales para la educación común, entre ellos, el primer manual de historia autorizado para escuelas. Sostenía que la educación era el eje para la libertad y así se ganó el odio del machismo conservador de la época.

 

Estereotipos.

 

Los roles de género tuvieron que ver en la elección preponderante de mujeres a cargo de esas primeras aulas laicas, obligatorias y públicas: la tarea de enseñar en niveles iniciales, a niños y niñas de edades tempranas más que un trabajo intelectual y académico fue considerada tarea moralizadora y de cuidados, de allí que a las mujeres serían las "instintivamente" indicadas para el puesto. Ya en 1870 Nicolás Avellaneda escribía que "la experiencia ha demostrado efectivamente que la mujer es el mejor de los maestros, porque es más perseverante en la dedicación a la enseñanza, desde que no se le presentan como al hombre otras carreras para tentar su actividad o ambición y porque se halla, en fin, dotada de todas esas cualidades delicadas y comunicativas que la hacen apoderarse fácilmente de la inteligencia y de la atención de los niños".

 

La conexión entre maternidad y magisterio parecía unirse indisolublemente a partir de estas concepciones que ubicaron a las maestras como una extensión maternal en el aula. Es que la tarea moralizadora de las maestras, tenía por objeto educar en valores, convivencia y modales bajo los ideales de progreso de aquellos años. De esta forma, la conceptualización de la maestra responde a estereotipos de género que la asocian -incluso hasta nuestros días- a roles de cuidado y crianza, más que de conocimiento e inteligencia.

 

Estos atributos estereotipados de racionalidad y sabiduría todavía siguen quedando para los varones, que ocupan hasta hoy puestos académicos muy superiores a las mujeres, ensanchando brechas de género laborales y salariales.

 

Brecha.

 

En unos días, el 18 de septiembre precisamente, se conmemora el Día Internacional de la Igualdad Salarial, para advertir sobre las diferencias salariales, entre otras, fundadas en motivos de género. La histórica precarización de las tareas feminizadas, la postergación en la inserción al mercado laboral, los techos de cristal y el énfasis cultural en que el trabajo por excelencia de toda mujer es el cuidado de la familia continúan ensanchando brechas.

 

El proceso cultural de deconstrucción, si bien considerable en los últimos años, aún no salda las diferencias, y la ONU calcula que recién en más de cien años podrá hablarse de igualdades entre los géneros. Aquella precarización laboral en tiempos de las primeras maestras nos alcanza, muy a pesar de las conquistas feministas. Por aquel entonces, se requería mano de obra barata para hacer frente al ambicioso proyecto educativo y la pertenencia al género femenino justificó los salarios paupérrimos e interrumpidos, en tanto se insistía que el lugar natural de las mujeres era el hogar y que no eran proveedoras económicas.

 

Tamaña subestimación de las tareas desempeñadas por mujeres y los roles de género a la orden nos precariza hasta nuestros días, entre bien actuales e irrompibles techos de cristal y entrevistas laborales en las que indagan sobre nuestra organización familiar.

 

Libertad.

 

Más allá de las injusticias de género de la época -de la que adolecemos sus resabios- más allá de aquellos contratos disparatados en los que se exigía a las maestras no casarse, ni andar acompañadas por hombres, no maquillarse ni salir de noche, la inserción laboral para ocupar las aulas representó un paso sin precedentes para las mujeres argentinas, que se erigieron como recurso humano indispensable para el proyecto educativo de Sarmiento. Esas aulas fueron posibilidad de independencia económica e intelectual, de expresión y salida al mundo tan acaparado por varones. La reivindicación de su tarea formadora llega a destiempo, pero llega, con laureles para las maestras que hicieron patria.

 

*Abogada, magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

Radio Noticias 99.5 · 13 - 09 - 2022 VICTORIA
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