Martes 23 de abril 2024

Siempre puede haber una sorpresa peor

Redacción 31/05/2022 - 00.52.hs

Con la firma del acuerdo con Inglaterra sobre Malvinas, en 2016, parecía haberse colmado la capacidad de asombro e indignación de los argentinos. El papelón, como se sabe, estuvo a cargo de un alto funcionario del gobierno macrista, portador de una borrachera de la que dio fe su contraparte británica. Sin embargo un nuevo hecho recientemente salido a la luz, parece haber superado esa marca vergonzosa.

 

No se trata de una exageración periodística: la noticia puntualiza que durante el pasado gobierno, soldados argentinos fueron enviados a Gran Bretaña para realizar cursos de entrenamiento; tal la revelación de un medio inglés que accedió a los archivos desclasificados relativos a esa presencia. No se brindó información en cuanto a tipo de instrucción ni cantidad de efectivos enviados ni tampoco si tuvo alguna relación con el etílico acuerdo que se mencionara al comienzo de estas líneas el cual -hay que recordarlo- comprometía a nuestro país a "eliminar todos los obstáculos" para que los británicos accedieran a la búsqueda de petróleo, minerales y pesca en el área de las islas, además de trabajar en el fortalecimiento de las relaciones entre las fuerzas armadas de ambos países". La -digamos- visita presumiblemente estuvo a cargo de oficiales de mediana y alta graduación.

 

La pregunta cae por su propio peso: ¿había alguna razón de fuerza mayor para agraviar así la memoria de los centenares de muertos en aquella contienda? No es que se deba vivir en el rencor constante para con quien fuera el enemigo, pero un mínimo comportamiento patriótico, respetuoso de aquellos caídos, debería estar presente para no caer en este tipo de pactos con un país que históricamente obró en oposición a los intereses argentinos.

 

¿Qué pudo llevar a la concreción de este acto tan escaso de dignidad nacional? Además de los gastos, que seguramente los hubo, no se advierten urgencias ni razones de fuerza mayor que lo justifiquen, y tampoco se hizo público en su momento.

 

Queriendo ser sutil un portavoz británico dio un argumento risible; dijo que no hubo entrenamientos para combate pero que "ocasionalmente ofrecemos cursos educativos presenciales, que abarcan temas como el buen gobierno y el derecho internacional humanitario". También así, como al pasar, en el Parlamento británico se habló de cambios en la política de exportación de armas a nuestro país. Cartón lleno: un acuerdo ultra desfavorable para la Argentina, firmado por un ebrio, y una nueva dependencia (otra más) en lo que concierne a la provisión de pertrechos bélicos de nuestras fuerzas, donde campean armas estadounidenses, israelíes y francesas y ahora también británicas.

 

Semejante modo de obrar empalma claramente con las actitudes que asumió el gobierno macrista poniendo de manifiesto su indiferencia para con las islas y su problemática. Esa postura política evidentemente tiene continuidad, no de otra forma se explica que en momentos graves de la epidemia de Covid, y cuando se procuraba el acceso a las vacunas elaboradas por los países anglosajones, una de las máximas figuras de la derecha macrista haya planteado la alternativa de canjear las islas por esos medicamentos.

 

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