Miércoles 02 de julio 2025

Sociedades de cuidado

Redacción 26/07/2022 - 08.25.hs

El 22 de julio se celebra el Día Internacional del Trabajo Doméstico, trabajo que todavía recae casi exclusivamente sobre las mujeres en todo el mundo, merced del legado patriarcal de división sexual de tareas.

 

VICTORIA SANTESTEBAN *

 

En Argentina, las mujeres realizan casi el 90% de este trabajo en el interior del hogar, lo que importa un ensanchamiento de la brecha salarial de género con jornadas de trabajo dobles y hasta triples para las mujeres, además de su merma en la participación pública y política a partir de esas tareas que insumen tiempo y energías. "Eso que llaman amor, es trabajo no pago", la denuncia feminista de Silvia de Federici sigue vigente y recién el año pasado en Argentina tuvo un postergado reconocimiento: por decreto se reconoció el valor económico de las tareas de cuidado, como política pública reparatoria y ayudín para solventar las desigualdades estructurales de género.

 

Historia.

 

En 1983, el Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe declaró al 22 de julio como el Día Internacional del Trabajo Doméstico para visibilizar la labor de mujeres de todo el mundo al interior de los hogares. Estas actividades comprenden el cuidado de niñas, niños y personas mayores, responsabilidades esenciales para la organización de la vida familiar y para el desarrollo de la vida económica, productiva y social de toda comunidad.

 

De allí que una huelga mundial de cuidados importaría la caída del sistema. No obstante esta imprescindibilidad nuclear para el desarrollo social y su sostenimiento, la estrategia patriarcal de invisibilización histórica ubicó al trabajo doméstico como tarea feminizada y quitó su reconocimiento económico. Hasta nuestros días, esta división sexista del trabajo impacta en la cotidianeidad de las mujeres al punto que, a pesar de los espacios laborales conquistados, del acceso a educación terciaria y universitaria sin precedentes, de las leyes de cupos y de los piedrazos a los techos de cristal, las mujeres continúan estando a cargo de las tareas domésticas y de cuidado casi exclusivamente.

 

Argentina.

 

En nuestro país el 76% de los trabajos domésticos no remunerados son realizados por mujeres. El 88,9% de las mujeres los realizan y dedican a este tipo de labores un promedio de 6,4 horas semanales. La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo realizada por INDEC entre octubre y diciembre de 2021 revela que el 91,6% de las mujeres participa de alguna de las tareas domésticas.

 

En este marco, las licencias por maternidad y paternidad continúan enquistando la brecha en relación a las tareas de cuidado, con 2 días para padres y 90 para madres. Según datos del Ministerio de Economía, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representa el 15,9% del producto bruto interno, actividad con mayor aporte a la economía, por encima de la actividad industrial (13,2%) y comercio (13%). El 17 de julio de 2021, el decreto 475/21, reconoció el valor económico de las tareas de cuidado, tras incorporarlas al marco jubilatorio nacional. El reconocimiento de aportes por el trabajo de cuidado se erigió así como política pública en miras de acortar las brechas de género y reparar años de injusticias sexistas que todavía nos empobrecen, postergan y discriminan.

 

América Latina.

 

La región de América Latina y el Caribe atraviesa una crisis de cuidados, atento la existencia de déficit entre las necesidades interdependientes de cuidados que tienen las personas y la capacidad de la sociedad para brindarlos. Según la CEPAL, la contribución de todo este trabajo a las economías en América Latina y el Caribe representa entre el 15,7% y el 24,2% del PIB regional. El Informe "Los cuidados en Latinoamérica y el Caribe, entre las crisis y las redes comunitarias" de abril de 2022, publicado por EcoFeminita y Oxfam, resalta que el modelo de desarrollo que se desenvuelve actualmente en la región está estrechamente vinculado a siglos de colonialismo por lo que la propuesta de los movimientos sociales -sobre todo de los feminismos urbanos territoriales y comunitarios - es la de un cambio de eje, una ampliación de la visión de los cuidados en América Latina, que ubique prioritariamente en el centro a la sostenibilidad de la vida y nuestra interdependencia con el ambiente y la naturaleza. Es que el modelo de cuidados neoliberal reproduce exclusión, racismo y deterioro medioambiental además de su distribución inequitativa en función de la condición socioeconómica. Esta lógica mercantiliza el cuidado y promueve la explotación de las personas cuidadoras, imposibilitando e invisibilizando otras formas de cuidados comunitarias, explica el informe.

 

Pandemia.

 

La crisis de cuidados vino a agudizarse con la crisis del Covid, que importó no sólo crecimiento y una intensificación del trabajo de cuidados no remunerado realizado en su mayoría por mujeres sino también un impacto desigual en la actividad económica de las personas que cuidan. El mundo suspendió su ritmo con una pandemia impensada pero lo que no se frenó en ningún momento fue ese universo doméstico, feminizado e indispensable para la vida, aunque subestimado hasta nuestros días.

 

El informe sobre la situación en América Latina y el Caribe sobre la crisis en la economía de cuidados si bien advierte de los estragos pandémicos sobre este sector también visibiliza que la pandemia posibilitó -por fin- la inclusión del trabajo doméstico y de cuidado en las agendas públicas. El informe delinea algunas acciones para caminar hacia sociedades de cuidado, en las que exista corresponsabilidad, experiencias multisectoriales e integrales, datos estadísticos sobre el trabajo doméstico, deconstrucción de andamiajes patriarcales para prácticas no hegemónicas y profesionalizadas.

 

El camino hacia esas sociedades de cuidado importa reversionar el entramado axiológico que se ha encargado de feminiza, precarizar y desplazar el sostenimiento de vidas dignas de su lugar protagónico. Así, recuperar la estelaridad de la sostenibilidad de la vida garantiza sociedades respetuosas de derechos humanos.

 

*Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

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