Tiempos turbulentos
Parece que estos nuevos tiempos de la política nos traduce supuestos anuncios positivos bajo una pátina de preocupación y morbo. Sin ir más lejos con los ejemplos, hace pocos días, aun saboreando las mieles de un triunfo electoral inesperado hasta para su círculo más íntimo, el presidente se despachó con un aviso alarmante: “Hay que abrocharse los cinturones”.
Y lo más extraño es que pronuncia la advertencia en el marco de un discurso que presupone el inicio de una especie de “segunda fase” de un gobierno en el que en repetidas ocasiones nos avisaron a todos los argentinos que “lo peor ya pasó”.
Queda claro que el mensaje de referencia, que se utiliza habitualmente en la voz del piloto de un avión para prevenir que se viene un momento de turbulencia, en este caso es pronunciado por la máxima autoridad de nuestro país para advertirnos que debemos prepararnos para otra etapa complicada.
En el caso de los vuelos, se puede decir que cuando se habla de turbulencia se hace referencia al movimiento desordenado de un fluido -en este caso, el aire- cuyas moléculas, en lugar de seguir trayectorias paralelas, lo hacen con trayectorias sinuosas y formando torbellinos. En palabras sencillas, durante la turbulencia, el avión deja de tener un avance “lineal”, y sigue una trayectoria sinuosa, que los pasajeros describen como movimientos “hacia arriba, hacia abajo, con inclinaciones y/o con golpes secos”. De acuerdo con la intensidad, esa turbulencia se puede clasificar como ligera, moderada, severa y extrema.
¿Y dónde está el piloto?
Pero resulta que para el hecho que nos ocupa, el que usó la frase cual piloto de tormentas fue el presidente. Concretamente, el mandatario lanzó la advertencia en su exposición durante una visita a la Corporación América, compañía dónde trabajó como economista antes de ingresar a la política. Dijo textualmente: “No vamos a calmar nuestra vocación reformista y el apoyo que hemos tenido va a hacer que aceleremos más, así que abróchense los cinturones porque va a haber más reformas”.
También sostuvo que su gobierno encarará una “segunda mitad de mandato” que dedicará a “generar las condiciones para crecer lo más posible” y que “por eso necesitamos más que nunca de la participación activa de empresarios y demás exponentes del sector privado”.
Sus palabras abrieron varias líneas de análisis. Una de ellas es que esa “participación activa” que le reclama al empresariado no estaría teniendo la respuesta que espera: la economía sigue sin mostrar signos de recuperación. Otro punto tiene que ver con las condiciones para el crecimiento: si aludió a las reformas laborales y previsionales, tampoco estaría teniendo el respaldo que hace poco consiguió con la votación de medio término.
Lo único seguro es que si preguntan dónde está el piloto, lo más probable es que esté en Estados Unidos, recibiendo nuevas instrucciones de vuelo.
Ajuste a la pampeana.
En este turbulento panorama, los pampeanos ya sabemos a qué atenernos. En esta semana, los ministros que expusieron en la Cámara de Diputados sobre el Presupuesto 2026 dejaron en claro que el objetivo estará centrado en garantizar servicios esenciales a la población. Para lograrlo se deberán hacer nuevos recortes en la obra pública y tal vez también haya que tomar más dinero correspondiente a la coparticipación para hacer frente al déficit de la caja previsional.
Obviamente, son medidas que deben tomarse porque Nación no aporta los fondos adeudados a la provincia, esos que usa la gestión libertaria para mostrar un mentiroso “equilibrio fiscal”. A las autoridades nacionales les encantaría tener las cuentas ordenadas que tiene La Pampa, embanderada en otro modelo, pero no puede. Entonces, opta por ponerle todos los palos posibles, para demostrar que esta forma de manejar los destinos de un “Estado presente” no funciona. Hasta ahora no lo han podido lograr, porque se han encontrado con una provincia que se maneja con auténtico equilibrio fiscal, desde hace décadas.
Resta por ver que tanto consigue el gobierno nacional con el anuncio de la “nueva turbulencia” ajustadora. A juzgar por la experiencia de los dos primeros años de gobierno, nada bueno se puede esperar para esta segunda etapa del viaje libertario. Nos piden abrocharnos los cinturones, pero cada vez quedan menos agujeros para seguir ajustando.
Queda por saber hacia donde nos llevan mientras seguimos esquivando los espesos nubarrones, o si más temprano que tarde este piloto se ve obligado a un aterrizaje de emergencia en medio de estos tiempos turbulentos. Una parte de los pasajeros, esos que no viajan en primera clase, se están cansando de que los lleven una y otra vez hacia un destino de pobreza.
DANIEL ESPOSITO
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