Lunes 22 de abril 2024

"Todas las personas son buenas pero...

Redacción 28/06/2022 - 08.43.hs

...si se las controla, son mejores". La expresión es antigua y muy conocida en el mundo de la política; figura en el repertorio de frases que solía utilizar Juan Domingo Perón y por estos días recobró actualidad en el debate que abrió Cristina Fernández de Kirchner con su reciente discurso en la asamblea de delegados de la CTA realizado en Avellaneda.

 

Con su solvencia oratoria la Vicepresidenta volvió a mostrar que sigue siendo la figura central de la política argentina para furia de la derecha política y mediática. En aquel acto de la central que encabeza Hugo Yasky, CFK brindó un discurso que hizo centro en la economía y, con datos precisos, desbarató la versión de la ortodoxia monetarista para explicar la inflación. Ni el déficit fiscal es tan elevado, ni la presión fiscal es tan alta ni la emisión monetaria tan determinante, afirmó Cristina, y centró su mirada en el "criminal" endeudamiento externo que dejó el macrismo, en la economía bimonetaria, en el incumplimiento tributario de las grandes empresas y en la fuga de capitales.

 

Pero dijo algo más; al finalizar su discurso disparó munición gruesa contra los mal llamados "planes", su "tercerización" en las organizaciones sociales y, sobre todo, en la ausencia de controles y auditorías eficaces. Como era de aguardar, los grandes medios porteños se encargaron de amplificar estas últimas expresiones con dos propósitos más que evidentes: primero, opacar su mirada heterodoxa de la economía que cuestiona la voz dominante de esos mismos medios y, segundo, aguijonear la interna en el Frente de Todos ya encendida por otros debates que, también, fueron iniciados por la vicepresidenta.

 

La respuesta de algunos dirigentes de las organizaciones sociales, entre ellos el aludido Movimiento Evita, no tardó en llegar, al igual que otros mandobles del sector cristinista, para regocijo de la derecha que la mira de afuera. Pero, inesperadamente, desde nuestro nuestra ciudad partió una denuncia mediática contra un dirigente de aquella organización al que atribuyeron maniobras extorsivas contra dos beneficiarios del programa Potenciar Trabajo.

 

La pronta respuesta que llegó de la organización aludida en la voz del diputado Leonardo Avendaño contribuyó a descomprimir la presión social que creció al calor de este fuego cruzado. El apartamiento del acusado, el inicio de una investigación interna y de una querella judicial contra el acusador dan cuenta de una voluntad de aclarar las cosas y de someterse, llegado el caso, a una intervención de los tribunales.

 

Que se cuestione el accionar de las organizaciones sociales forma parte del juego político. La derecha neoliberal tiene gran poder de fuego mediático para descargar contra sus adversarios. Lo que desconcierta es que desde el Frente de Todos se siga sin encontrar un cauce de debate interno para evitar exponer innecesariamente a quienes, con aciertos y errores, con algunos inescrupulosos pero con muchos comprometidos con el trabajo social, son los que están junto a los que más sufren cuando la economía no da respuestas a todos.

 

Una cosa es pedir controles y auditorías, imprescindibles cuando están en juego dineros públicos, y otra muy distinta es sumarse a un discurso dominante para pescar votos en las franjas medias, encandiladas por el marketing de la derecha política y mediática. Por otra parte, no siempre las estructuras políticas formales ni el accionar del Estado han sido eficaces a la hora de atender las demandas sociales. Tampoco han sido inmunes a las desviaciones clientelares. Hay ejemplos de sobra en las provincias y en la Nación, con todas las parcialidades políticas.

 

Que haya dirigentes sociales o dirigentes políticos venales no implica desconocer la trascendencia de las organizaciones o los partidos. También hay empresarios corruptos -aunque de ellos no se hable tanto- que no desmerecen el rol de las industrias.

 

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