Viernes 04 de julio 2025

Un intento de golpe de estado

Redacción 16/06/2022 - 09.42.hs

Los testimonios recopilados no dejan duda sobre el hecho de que Trump arengó a los insurrectos para que fueran a atacar el Capitolio, prometiéndoles que aquél sería "un gran día".

 

JOSE ALBARRACIN

 

Desde el jueves pasado, los ciudadanos norteamericanos asisten por televisión a un monumental informe audiovisual, generado por una comisión mixta del Congreso, exponiendo las conclusiones de su extensa investigación sobre el mayor intento de golpe de estado verificado en la historia del país del norte. Aquel que tuvo su eclosión en los hechos del 6 de enero de 2021, cuando miles de simpatizantes del entonces presidente Donald Trump atacaron violentamente el Capitolio para impedir la consagración del demócrata Joe Biden como nuevo presidente. Desde luego, no todos los ciudadanos se informarán del tema: la cadena de "noticias" Fox News -notoria por haber servido como un comité de asesores de imagen a la anterior administración, y como su principal servicio de diseminación de fake news y teorías conspirativas- ha decidido ignorar por completo estas audiencias públicas.

 

Borracho.

 

La gravedad de las revelaciones que vienen saliendo a la luz hasta el momento no puede ser exagerada, al punto que, conforme los analistas legales, el informe estaría sentando las bases para una futura mega causa penal contra Trump y sus cómplices en esta maniobra subversiva.

 

Hoy se sabe, por ejemplo, que prácticamente todos los asesores y altos funcionarios del entonces presidente, le aconsejaron en forma vehemente que, durante la noche de las elecciones de noviembre 2020, se abstuviera de proclamarse vencedor. En la emergencia, y ante la evidencia de su derrota electoral, el mandamás eligió seguir el consejo de su abogado particular, Rudolf Giuliani -quien esa noche, conforme testimonios coincidentes, estaba claramente alcoholizado- y optó por negar la voluntad popular.

 

Curioso el derrotero de Giuliani, quien comenzó su carrera política como Fiscal General en la ciudad de New York -se le atribuye la invención de la expresión "tolerancia cero" para combatir el delito- de la que luego fue alcalde, tocándole en suerte manejar la crisis del 11 de setiembre de 2001, cuando el atentado a las Torres Gemelas. Salió de ese episodio con cierto prestigio político, y hasta se presentó como precandidato a presidente, para luego ver su estrella apagarse entre acusaciones de corrupción, y concluir en su actual papel de barrendero de la mugre trumpista.

 

Bullshit.

 

También estas audiencias revelaron el testimonio de William Barr, el abogado en jefe del gabinete de Trump, quien le hizo saber al entonces presidente que sus acusaciones de fraude en las elecciones presidenciales eran simple y textualmente "bullshit" -palabra que aquí traduciremos como "mentiras"-, opinión que fue respaldada por la propia hija del presidente, Ivanka Trump, una de sus asesoras más cercanas. Por cierto, para ese entonces ella y su marido Jared Kushner, largamente favorecidos económicamente durante aquellos cuatro años, habían emprendido un repliegue estratégico.

 

Tal parece que el entonces presidente no sólo decidió seguir adelante con su "bullshit" de todos modos, sino que además, impulsó una campaña de recaudación de fondos entre sus seguidores, para afrontar el costo de las múltiples acciones legales que serían necesarias para probar los supuestos fraudes en las elecciones en cada estado. Cientos de millones de dólares, así recaudados, habrían sido luego desviados a cuentas de empresas del propio presidente saliente, que sólo por ese episodio debería enfrentar múltiples acciones penales por fraude.

 

Todo parece indicar que el proceso que concluyó con el ataque al Capitolio estuvo lejos de ser espontáneo, y que dos organizaciones de extrema derecha claramente vinculadas a Trump, los "Proud Boys" y los "Oath Keepers", estuvieron planeando cada paso como verdaderas agrupaciones armadas subversivas.

 

Horca.

 

Los testimonios recopilados no dejan duda sobre el hecho de que Trump arengó a los insurrectos para que fueran a atacar el Capitolio, prometiéndoles que aquél sería "un gran día". Ninguna duda tampoco cabe, de que cuando los incidentes adquirieron gravedad, y ya habían varios agentes del orden heridos, se resistió a contener la manifestación, siendo el vicepresidente Mike Pence quien se vio forzado a convocar a la Guardia Nacional para esos fines.

 

Y hablando del vice, hay varios testimonios inequívocos que confirman que, cuando la turba en el Congreso empezó con cánticos llamando a "pasar por la horca a Pence", el presidente comentó escuetamente que "a lo mejor tienen razón" en su propósito.

 

La actitud de la mayor parte del partido republicano ante semejante semejantes atropellos va desde el cinismo a la franca desvergüenza. Algunos intentaron describir los incidentes como una "manifestación política legítima". La mayoría mantiene un silencio cómplice, sólo interrumpido para obstaculizar en lo posible las investigaciones. A algunos de ellos no les va tan mal, al punto que algunos precandidatos legislativos apoyados por Trump obtuvieron victorias electorales esta semana.

 

Pero no todos están en el mismo lodo. La vicepresidenta del comité investigador, la republicana de Wyoming Liz Cheney, ha mantenido una postura digna pese a ser virtualmente excomulgada del partido. Como ella se ha encargado de señalar a sus copartidarios: "llegará algún día en que Trump no estará más, pero vuestra deshonra permanecerá por siempre".

 

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