Miércoles 20 de marzo 2024

Un presidente llamado Bongbong

Redacción 03/07/2022 - 00.09.hs

La presente nota estará dedicada a la noticia de la asunción del nuevo presidente de Filipinas. Y antes de que se alcen las protestas, permítasenos sostener aquí que por estos lares tenemos más en común con aquel país asiático de lo que suponemos. Para empezar, Filipinas debe su nombre al rey Felipe II, que reinaba cuando fueron colonizadas por España, el mismo que imperaba durante la primera y la segunda fundación de Buenos Aires. Hablaban español como nosotros hasta que tras una guerra algo extraña pasaron a manos de los EEUU: a ellos los colonizaron mejor que a nosotros, ya que hoy el idioma oficial -entre una miríada de dialectos locales- es el inglés. Ah! cómo suspiran algunos mequetrefes argentinos ante la idea contrafáctica de que Inglaterra triunfara aquí en sus invasiones de 1806 y 1807.

 

Marcos.

 

El nuevo presidente filipino, que viene a reemplazar al saliente Rodrigo Duterte tras seis años de mandato, se llama Ferdinand Marcos Jr., aunque en confianza todo el mundo lo llama por el apodo que lo persigue desde la niñez: "Bongbong". Todo está abierto a debate, pero en el barrio de este cronista, ese alias no pinta como una buena señal.

 

Tampoco parece muy auspicioso que durante su discurso inaugural, Marcos Jr. haya pronunciado una frase en inglés ("You will not be dissapointed") cuya traducción literal sería "No serán decepcionados", pero que suena peligrosamente como "No los voy a defraudar". Eso, en este barrio, esa expresión noventosa provoca una sensación como de agujas de hielo recorriendo la columna vertebral.

 

Pero acaso lo que debería despertar más preocupación -aunque los filipinos lo hayan votado por amplia mayoría- es que este Marcos de apodo juvenil (pese a que carga con 64 años) es el hijo homónimo de uno de los dictadores más crueles y corruptos que haya conocido la humanidad durante el siglo XX. Y que, en su discurso inaugural, se haya deshecho en elogios al padre que tuvo que huir al exilio tras la revolución popular que lo depuso en 1986, luego de décadas de encarcelar y torturar opositores, y de robarse unos diez mil millones de dólares del dinero público.

 

Rodrigo.

 

"Bongbong" tendrá que esforzarse bastante para superar a su predecesor y aliado político, cuya hija Sara Duterte fue su compañera de fórmula como vicepresidente. Un dato no menor: por las particularidades del sistema electoral filipino, ella sacó más votos que él. Ahí hay conflicto en puerta.

 

Decir que Rodrigo Duterte era un personaje pintoresco sería hacerle poca justicia. Con su estilo campechano, que le valió un enorme apoyo popular -el cual dura hasta hoy- se le permitió todo tipo de extravagancias y de abusos. Hoy tiene abierta una causa en la Corte Criminal Internacional, por la violación masiva a los derechos humanos cometida durante su proclamada "guerra contra las drogas" que dejó decenas de miles de filipinos muertos.

 

Duterte se ufanaba de salir por la noche -después de su trabajo oficial- armado y en taxi, para asesinar presuntos narcotraficantes. También se vanagloriaba de conocer por experiencia propia que la homosexualidad tiene cura, ya que -según afirma- él mismo era gay y se reformó. Cómo sigue siendo popular después de semejante bestialidad, habrá que explicarlo por las particularidades culturales de aquel lejano archipiélago.

 

Imelda.

 

En el cortejo de ceremonia inaugural estaba la madre del nuevo presidente, Imelda Marcos, esposa del tirano depuesto. Con sus 92 pirulos a cuestas, lejos de aparentar la debilidad de sus años, lucía más bien como un personaje de la película "Monsters, Inc.". Cuando su hijo elogió a Ferdinand Sr. durante el discurso ("construyó muchos caminos", dijo) ella parecía en éxtasis. Miles de agentes de seguridad protegían la ceremonia de una numerosa manifestación opositora que la repudiaba en las afueras del palacio.

 

Hoy Imelda es famosa sólo por su monumental colección de zapatos, pero en su momento, 56 años atrás, cuando gustaba de posar como la Jackie Kennedy filipina, protagonizó un episodio terrorífico, que la pinta de pies a cabeza. Curiosamente hoy se cumple el aniversario del nefasto día en que Los Beatles aterrizaron en Manila para cumplir con una serie de conciertos. Sin que ellos lo supieran, Imelda había organizado una recepción con su séquito, su familia (Bongbong incluido) y unos cuatrocientos niños. A esa fiestita debían concurrir Los Beatles, y que sería transmitida por TV a todo el país. Pero los muchachos de Liverpool -que de todos modos tenían por política evitar olímpicamente todas las recepciones oficiales- ni siquiera estaban enterados de la invitación.

 

Cuando se hizo evidente que los invitados no llegarían, y luego de llorar frente a las cámaras -y hacer llorar a los niños también- la primera dama proclamó que los melenudos ingleses la habían insultado, a ella y a todo el país. De inmediato comenzaron las hostilidades: a Los Beatles se les suspendió todo servicio hotelero, toda medida de seguridad, y la comitiva británica sufrió todos los acosos imaginables, incluyendo escupitajos y agresiones físicas. No contentos con ello, les exigieron el pago de unos impuestos exorbitantes, que incluso superaban las ganancias obtenidas por los conciertos.

 

Aquel episodio distante pinta a los Marcos como lo que son: matones y ladrones. Bongbong ya anunció que su gobierno no colaborará con la corte internacional que investiga los crímenes de Duterte. En su visión de las cosas, todos los extranjeros buscan perjudicar a Filipinas. La verdad es que, con él en la presidencia, no hará falta ninguna ayuda externa para eso.

 

PETRONIO

 

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