Lunes 05 de mayo 2025

Una débil tregua en medio del genocidio

Desde el domingo 19 de enero rige un alto al fuego en la Franja de Gaza. Se trata de un respiro para la castigada población palestina, que sufre un verdadero genocidio a manos del ejército de ocupación israelí.

 

IRINA SANTESTEBAN

 

Con la entrega de tres rehenes liberadas por Hamas, se puso en marcha el acuerdo firmado en Qatar el 16 de enero entre el grupo de la resistencia palestina y el gobierno sionista de Benjamín Netanyahu. Horas después, Israel liberaba a 90 prisioneros palestinos de sus cárceles, la mayoría mujeres e incluyendo niños.

 

El acuerdo prevé 3 fases de seis semanas cada una. En la primera, Hamas debe liberar 33 de los rehenes aún vivos, mientras que Israel pondrá en libertad a 30 palestinos encarcelados en sus prisiones por cada rehén civil y 50 por cada soldado israelí liberado. Así, podrían ser entre 1.000 y 1.650 los palestinos excarcelados.

 

De los 251 rehenes capturados por Hamas en su incursión armada contra Israel del 7 de octubre de 2023, 105 (la mayoría mujeres y niños) fueron liberados en una primera tregua en noviembre de ese año, a cambio de 240 presos palestinos.

 

Se espera que en las restantes fases, sea liberada la totalidad de los rehenes y consecuentemente, los prisioneros palestinos en la proporción acordada. El acuerdo también prevé la retirada del ejército israelí de la Franja de Gaza, así como el ingreso de ayuda humanitaria necesaria para atender a una población que soportó un verdadero genocidio durante 451 días.

 

Infancias arrasadas.

 

En medio de la devastación del territorio palestino, se calcula que el número de personas muertas supera los 47.000, de los cuales más de 15.000 son niños y niñas. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (Unrwa) informaba durante el desarrollo de los bombardeos y ataques, que en Gaza “un niño muere cada hora”.

 

Esa organización humanitaria fue expulsada del territorio palestino por el ejército israelí, aunque con el acuerdo de cese al fuego, debería poder regresar para desarrollar su labor en favor de la población desplazada.

 

El número de fallecidos aumentará porque se estima que hay miles de cadáveres bajo las toneladas de escombros en que hoy se han convertido las casas y edificios de las ciudades de Gaza.

 

Además de haber vivido bajo fuego durante 15 meses, las infancias de Gaza han tenido que soportar el hambre, las enfermedades, las bajas temperaturas y la desaparición o muertes de sus padres.

 

Hospitales bajo fuego.

 

Por los ataques contra la población de la Franja, Netanyahu tiene pedido de captura internacional por la Corte Penal Internacional, desde noviembre de 2024, acusado de cometer “crímenes de guerra”. La denuncia fue realizada por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia y luego fue acompañada por otros países.

 

Entre los hechos graves que se imputan a Israel está el ataque a hospitales y personal de salud, no solo gazatíes sino también contra personal de la Cruz Roja Internacional y de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

A principios de enero Israel bombardeó el Hospital Kamal Adwan, en Beit Lahia, por cuyo hecho la relatora especial de Naciones Unidas, Francesca Albanese, realizó una exhortación a la comunidad médica mundial: “Insto a los profesionales médicos de todo el mundo a que procuren romper todos los vínculos con Israel como una forma concreta de denunciar enérgicamente la destrucción total por parte de Israel del sistema de salud palestino en Gaza, una herramienta fundamental de su genocidio en curso”.

 

El director del hospital, Hussam Abu Safiya, fue secuestrado por las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) junto a su personal médico. La “excusa” de Israel fue que ese hospital estaba siendo utilizado como centro de mando de Hamas, un hecho que no fue probado antes y no podrá tampoco probarse porque el edificio está prácticamente destruido. Ello obligó a la evacuación de los pacientes, muchos de ellos en grave estado.

 

Otros hospitales fueron atacados a principios de este mes, como Al Wafa y Bautista Ahli, ambos en la capital de Gaza.

 

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) hizo un llamamiento urgente para que se respeten y protejan las instalaciones médicas “de conformidad con el derecho internacional humanitario”.

 

Diferente trato.

 

Como lo ha hecho durante más de 77 años de ocupación en territorio palestino, Israel desoye todas las recriminaciones que se le hacen en los foros internacionales. Su desprecio hacia las resoluciones de la ONU cuenta con el respaldo de los EEUU, que con administraciones demócratas o republicanas, siempre sostuvieron las escaladas guerreristas del estado sionista.

 

Sus acusaciones de “terrorismo” contra la resistencia palestina, no pueden ocultar sus crímenes de guerra, denunciados por organismos internacionales. En la reciente liberación de tres mujeres rehenes israelíes, una de ellas soldado, se las pudo ver en buen estado de salud e higiene, evidenciando buen trato por parte de sus captores, aún habiendo permanecido en un territorio bajo fuego (de su propio país). Por el contrario, las prisioneras palestinas liberadas mostraban un deterioro físico que revela el cruel trato que reciben los detenidos en las cárceles israelíes.

 

La dirigente del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), Khalida Jarrar, de 61 años, fue una de las prisioneras liberadas el domingo 19 de enero, después de pasar 5 meses y 1 semana en confinamiento solitario en las cárceles de ocupación.

 

Resistencia.

 

Jarrar es una feminista palestina de larga trayectoria, investigadora académica en el Instituto Muwatin de la Universidad de Birzeit. Ella sufrió la cárcel en varias oportunidades y durante una de ellas, en 2021, falleció su hija Suha por un infarto. El gobierno israelí le negó el pedido por razones humanitarias para poder asistir a su funeral.

 

De las fotos de Khalida, antes y después de su encarcelamiento, puede verse su deterioro físico, lo que refleja el durísimo trato que reciben los 10.000 prisioneros palestinos en las cárceles sionistas. Ella debió ser llevada al hospital por su grave estado de salud, ya que pasó su detención en confinamiento, durmiendo en el piso en una celda casi sin aire.

 

En 2015, estando detenida, Khalida implementó por primera vez la educación secundaria para las prisioneras que no la tenían, sorteando las enormes dificultades que le imponía el servicio penitenciario israelí. Fue la primera iniciativa de este tipo en la historia de las mujeres palestinas presas en esas cárceles. “La prisión había florecido de repente, convirtiéndose en un lugar de aprendizaje y empoderamiento”, cuenta Khalida.

 

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