Domingo 11 de mayo 2025

Historia del boliche de El Guanaco

Redacción 04/04/2010 - 01.20.hs
La primera construcción fue en 1898. Después fue cambiando de dueño, pero siempre el boliche de El Guanaco, al norte de Santa Rosa, fue un lugar de comercio y sociabilidad para una amplia zona.

Muy cerca de la ciudad de Santa Rosa, a solo 30 kilómetros al norte, sobre la vera de la hoy ruta nacional 35, nació el primer "boliche" de campaña del ámbito zonal. Ese fue el nombre que se le asignaba a los comercios de campo que suplantaban a las llamadas "pulperías" . Estos comercios eran de tipo "ramos generales", los que comercializaban todo cuanto se relacionaba con alimentos, herramientas y artículos destinados al campo, además de ejercer el comercio de bar y minutas. Todo ello era atendido en el mismo local. Asimismo, compraban cueros, lanas, y frutos del país.

 

La zona.
Este comercio comenzó a funcionar a un costado de la ruta de las diligencias y carretas procedentes del norte del recién creado Territorio Nacional de La Pampa Central. Los transportes llegaban desde las provincias de San Luis, Córdoba y Santa Fe, teniendo como destino la nacientemente ciudad de Santa Rosa, posteriormente capital de La Pampa, y General Acha.
Su fundación fue a principios del año 1898, siendo su propietario Jesús Portas, hombre de origen español. Para dar mayor exactitud a la ubicación, aclaro que se edificó al sur de la laguna "El Guanaco" o "Luan Lauquen", como la denominaban los aborígenes mapuches y ranqueles que habitaron nuestra región, y mediante la señalización de la ruta 35 está entre los actuales kilómetros 361 y 362.
Los vestigios de la existencia de éste negocio, amén de las referencias y relatos de viejos pobladores, consistió en el hallazgo de trozos de botellas de barro y vidrio, latas de sardinas vacías, patas de frenos, argollas y alguna reja gastada de arado de mancera, entre otras cosas, comúnmente aparecidos en la superficie hasta la década de 1940. De allí en más, debido al laboreo de esas tierras realizado por los chacareros o arrendatarios, fueron desapareciendo los "certificados" de la existencia de tal comercio.

 

Lugar de paso.
Se justificaba el asentamiento comercial en ese lugar por ser aledaño a un punto de referencia en el amplio llano de la pampa virgen, como lo era la "laguna del Guanaco" -Luan Lauquen-, para los indígenas y criollos que ya rondaban el lugar donde por sus aguas casi perennes y dulces junto a la abundancia de las pasturas naturales, hacían un lugar de descanso para las carretas, carros y arreos que ingresaban desde las provincias del norte llevando como destino las tierras del sur pampeano.
Esto se puede corroborar a través de las profundas huellas que, en forma de rastrillada indígena, se distinguían aún desde mas allá de los límites de los actuales departamentos Capital y Conhelo, y que desembocaban en el margen noreste de la laguna, y costeando el espejo de agua por el margen este seguía con dirección sur.
Una vez cerrado el comercio, que según datos de viejos pobladores rescatados por el autor habría ocurrido en 1905, por razones de una interrupción en las provisiones de mercaderías recibidas desde Buenos Aires, vía Fuerte General Villegas al igual que la venta de frutos del país con lo cual hacía el trueque aunado a un desencuentro sentimental que no vienen al caso, el "Boliche el Guanaco" dejo de funcionar como tal y su propietario se alejó definitivamente del lugar con rumbo incierto.

 

En el otro extremo.
Pasaron tres años de aquel cierre cuando hizo su llegada a la zona un español, nativo de Asturias, de nombre Manuel Corripio Aladro, que había arrendado a los sucesores de J. Drysdale, un terrateniente de origen Ingles, cincuenta hectáreas de campo para dedicarse a la agricultura. Pero al llegar al lugar que distaba aproximadamente 600 metros al norte de la laguna mencionada, y teniendo noticias de la existencia de un anterior comercio y la clientela del mismo como también de las causas por las cuales cesó la actividad, no dudó mucho para cambiar la idea sobre la explotación del predio arrendado y como debía edificar para su vivienda, le agregó un salón para ejercer el comercio de almacén, bar y anexos.
El nombre del negocio siguió siendo el mismo que el de su antecesor: "El Guanaco", con la sola diferencia que se ubicaba en el otro extremo de la laguna, o sea al norte de la misma, a escasos cien metros al este de la hoy ruta 35 sobre la ladera de una lomada, y a doscientos metros del kilómetro 363.
Por ese entonces no existía la ruta, ni siquiera una calle que marcara ese lugar, por lo que se utilizaba un sendero de acceso al "boliche" que partía de una huella distante más o menos mil metros al oeste por donde sí había una calle utilizada por los viajeros que, por distintas causas, se dirigían de norte a sur y viceversa.
Allí estuvo enclavado el comercio cuatro años y algunos meses. El asturiano, con su olfato de comerciante, trató por los medios a su alcance, de adquirir un pequeño predio a la vera de la huella mencionada.

 

Nuevo dueño.
Fue así que, en el transcurso del año 1912 consiguió arrendar con opción a compra, un pequeño predio en la esquina nordeste del campo cuyo propietario, de apellido Repetto, residía en 9 de Julio, Provincia de Buenos Aires. Allí demarcó con una superficie de 10 hectáreas. Estas tierras eran linderas a la calle donde regularmente pasaban los carros, arreos y diligencias, por lo que de inmediato contrató a un pocero el que a 9 metros de profundidad encontró agua y con toda premura edificó un amplio salón para comercio y casaa de familia los que construyó en paredes de "chorizo" y techo de chapas de zinc, con la ayuda de vecinos y trabajadores.
También alambró prolijamente el predio dotándolo de corrales para descanso de arreos y caballos de silla y tiro. Ya trasladado al nuevo local, surtió a este de una muy abundante cantidad de mercaderías, adquiridas a mayoristas de Trenque Lauquen o Saladillo. Emparejó un lugar del terreno e hizo una cancha de bochas, y más tarde una pista para carreras cuadreras. También con el tiempo, planeó y edificó a su manera un amplio salón para fiestas y reuniones familiares (bailes populares), ya que por aquella fecha se estaba poblando la zona de familias, casi todas ellas de emigrantes extranjeros procedentes de distintos países europeos, que se afincaban como arrendatarios o tanteros en un amplio radio de ese paraje. El comercio prosperó en lo económico y se afianzó como responsable.

 

Más construcciones.
A principios del año 1921, por razones de salud, Corripio Aladro decidió abandonar el comercio y por lo tanto lo vendió a una sociedad de hecho compuesta por los señores Félix Barrere y Enrique Elichart, este último sobrino del primero por parte de madre, y a su vez Barrere era tío del propietario del campo lindero, un hombre de origen francés de apellido Labat quien luego viajara a su tierra natal de paseo donde lo sorprendió la Primera Guerra en la que murió.
A mediados del año 1922, quien administraba los bienes del desaparecido propietario de las tierras, Labat, que era una firma inmobiliaria de Capital Federal , cedió a Enrique Elichart un lugar en la esquina noreste del campo por donde estaba ya trazada la ruta nacional 35 y a 2.000 metros de la Laguna de El Guanaco, y le encomendó a un constructor de apellido Maurich la construcción de un salón con casa de familia amplia, con planificación de moderno diseño, paredes de ladrillos, pisos de igual material y techos de chapas de zinc con cielo rasos de pinotea, lo que no se llevó a cabo en su totalidad, con puertas y ventanas de primera calidad.
Terminada la construcción, surtió al comercio de cuanto pudiera ser necesario para funcionar como almacén de ramos generales y comercializó como tal hasta el año 1924, o sea dos años y fracción.

 

Otros dueños.
En 1924, Elichart lo vendió a Gregorio Torres casado con Catalina Collado. Esta familia vivió y lo explotó durante tres años el lugar, para luego en 1927 lo enajenó Bruno López, quien le dio al comercio un impulso, no solo comercial si no también en lo social y deportivo, pues allí en el año 1943, más precisamente el 20 de junio, se fundó el Club Sportivo El Guanaco de gran repercusión en lo deportivo y social de aquella época. Allí residió con su familia hasta los última década del año 1950, dejando tras él un historial educativo interesante como lo fue la colección de distintas figuras creadas en huesos que trascendieron las fronteras de la provincia e incluso en el exterior.
En esa fecha aproximada lo vendió al señor José Kasper, un colono vecino ruta por medio.
En el año 1965, Kasper se lo cedió con opción a compra a un concuñado de apellido Bruno quien cerró definitivamente al año y meses. Con ello quedaba cerrada la historia del hasta hoy lamentado Boliche "El Guanaco", comercio de aprovisionamiento de los colonos lugareños y gente paso, y un lugar ameno y acogedor para esparcimiento en los fines de semana de la juventud y personas mayores de aquella dura época.

 

 
Francisco Alonso
Escritor
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