Jueves 02 de mayo 2024

Cantos en medio del combate

Redaccion Avances 23/07/2023 - 09.00.hs

El 18 de julio se cumplieron 87 años del comienzo de la Guerra Civil Española, originada en la insurrección del general Francisco Franco contra las autoridades de la República, legítimamente constituidas.

 

Walter Cazenave *

 

Ríos de tinta han corrido sobre este triste acontecimiento, preludio de la Segunda Guerra Mundial.

 

Sin embargo, con el paso de los años y la desaparición de los protagonistas, va siendo poco conocido de los más jóvenes un detalle singular: las canciones que acompañaban a los combatientes, muy especialmente a quienes estaban del lado de la república. Es cierto que “los nacionales”, tal como se denominaban las tropas insurrectas, también se acompañaban al combate con canciones pero, podría decirse, eran menos populares y de significado más oscuro, de lo que son un buen ejemplo las tonadas de los legionarios Soy el novio de la muerte, Cara al sol, Soy Falangista. En esta evocación consideramos solamente las del lado de la República.

 

Esas coplas se nutrían en las melodías del cancionero popular, centenarias algunas de ellas, a las que se adosaban letras relativas a la contienda, significativas y cargadas de ingenio y emoción muchas de ellas. Las de corte marcial más acentuado, servían también para dar ánimo a los combatientes. Quien esto escribe recuerda una charla con un ex combatiente del bando republicano quien contaba, literalmente: “Había veces en que mandaban adelantar a la infantería y, cagados de miedo, avanzábamos entre las balas, y el sargento que encabezaba el pelotón rompía a cantar alguna canción guerrera... Había que ver cómo nos daba ánimos”.

 

Esas canciones se mantuvieron y popularizaron en los años de la posguerra (obviamente fuera de España) pero, transcurridas tres generaciones de aquella conflagración, son poco menos que desconocidas para las actuales generaciones y apenas si suelen alcanzar el nivel de curiosidades.

 

Cantos de guerra.

 

“La Guerra Civil Española llevó a practicar el tradicional uso del canto colectivo al inicio de los ataques contra posiciones enemigas. El estado de emergencia vivido en las trincheras durante los enfrentamientos, redujo los márgenes de identidad individual y los caracterizadores de pequeños colectivos de tal modo que, bajo acuerdos internos conjuntamente pactados, unos u otros himnos representativos pudieron encabezar los avances de posiciones del grupo” (Joaquina Labajo).

 

Podría decirse que las canciones adaptadas a la situación fueron casi coetáneas con el inicio de la guerra; sobre la melodía de la tradicional ¡Anda jaleo! Ya cantaba una copla

 

El 18 de julio

 

en el patio de un convento

 

el pueblo madrileño

 

fundó el Quinto Regimiento

 

 

Y agregaba otro decir:

 

 

Con el Quinto, quinto, quinto

 

Con el Quinto regimiento,

 

Madre yo me voy al frente

 

Para las líneas de fuego.

 

 

De Lorca a los milicianos.

 

Los ejemplos sobran pero vale señalar algunos: la tradicional Los cuatro muleros, que, al igual que otras canciones que mudaban sus letras, fueran recogida por Federico García Lorca, el poeta fusilado por los nacionales:

 

 

De los cuatro muleros

 

que van al agua

 

el de la mula torda

 

me roba el alma

 

 

paso a ser

 

 

Los cuatro generales

 

que se han alzado,

 

para la noche buena

 

serán ahorcados

 

 

O bien

 

 

Puente de los Franceses

 

nadie te pasa,

 

porque los milicianos

 

que bien te guardan

 

 

Al respecto resulta notorio que el pequeño Puente de los Franceses multiplicaba su condición metafórica al trasladarse a una canción que glosa su importancia en la defensa de Madrid. Los cantos era muchos más, siempre con alusiones guerreras: Canción de soldados; Nubes y esperanza; A la huelga; No pasarán…

 

 

De los tiempos napoleónicos.

 

Hay que destacar que este fenómeno poético-musical también tiene raíces mucho más profundas que la Guerra Civil, tal es el caso de Ay Carmela (por citar solamente uno, quizás el más significativo), cuya letra en la Guerra Civil glosa el cruce del río Ebro por las tropas republicanas; la melodía de la canción, que deviene de una tonada de los guerrilleros españoles cuando la invasión de las tropas napoleónicas, también tuvo la letra de Viva la Quinta Brigada. En época contemporánea volvió a escucharse como una de las músicas de fondo de la multipremiada película Morir en Madrid, que dirigiera Frederic Rossiff con materiales fílmicos de época.

 

Otra canción popular también había cambiado su letra en uno de los reclamos inmediatamente anteriores a la guerra:

 

Dime dónde vas morena

 

dime dónde vas salada,

 

dime dónde vas morena

 

cuando recién te levantas

 

Voy a la cárcel de Oviedo

 

a ver a los pacifistas

 

que los tiene prisioneros

 

esa canalla fascista.

 

 

El canto de las Brigadas.

 

Una característica muy especial de la Guerra Civil Española fue que las izquierdas del mundo percibieron en ella un avance del fascismo, como quedó en claro a poco de iniciarse la contienda. A instancias de ese pensamiento fue que acudieron a España decenas de miles de gentes dispuestas a combatir en defensa de la república. Fue así como surgieron las famosas Brigadas Internacionales y esa circunstancia se tradujo también en la música, ya que había combatientes que estaban lejos de hablar castellano, caso de polacos, ingleses, franceses, alemanes, belgas, rusos, irlandeses, judíos... por lo que entonaban sus propias canciones tradicionales o relativas a la contienda. Una de las más difundidas fue la que llevaron los italianos, Bandiera Rossa, que también fuera utilizada por los guerrilleros peninsulares durante la Segunda Guerra Mundial.

 

Reunidos en brigadas según sus nacionalidades, según algunos testigos era curioso, y hasta conmovedor, ver como aquellos internacionalistas procuraban entenderse con los combatientes españoles, y frecuentemente lo hacían a través del canto grupal y las canciones de combate. Por sobre todas ellas, claro, planeaba La Internacional, por entonces imprescindible melodía de quienes se orientaban hacia el socialismo. De la circunstancia quedaban excluidos los latinoamericanos –mexicanos, argentinos, cubanos, chilenos…- que compartían el idioma español.

 

Ecos americanos.

 

Los años y la literatura le han dado un cierto aire de romanticismo a la tragedia pero, no hay dudas que en aquella bélica babel, el canto tenía un papel muy significativo. Como ha dicho la ensayista Joaquina Labajo los procesos transculturales considerados, suelen por tanto originarse en el transcurso de la cohabitación entre pueblos de identidades, consideradas, “a priori”, diferentes (…). De 1936 a 1939, a lo largo de la Guerra Civil Española, dentro del campo republicano, colectivos de hombres y mujeres de diversas culturas y nacionalidades optaron voluntariamente por acudir en defensa del régimen democráticamente establecido en España. Llegados a un país desarticulado, apoyaron la resistencia organizada contra el levantamiento militar y lucharon junto a una población pobre y escasa en recursos para su defensa. En ella, la mayoría hubo de sobrevivir y convivir en la precariedad dentro de un marco relacional improvisado donde el idealismo y la fortaleza personal abundaron más que las municiones. (Aut. Cit)

 

Es sabido que tras la derrota de los republicanos centenares de miles de españoles emigraron a América, donde los pueblos habían tomado partido tempranamente. También trajeron sus ideas y canciones que, hasta los años noventa del siglo pasado, eran cantadas por solistas y conjuntos, casos de Quilá Payún y Víctor Jara en Chile y Los Olimareños en Argentina y Uruguay. En medio de la avalancha de músicas y canciones que trajo la modernidad los modestos himnos de combate de la Guerra Civil Española, portadores de ánimo y esperanza, pasaron a un rincón de la memoria histórica desde donde, periódicamente los rescata algún recuerdo, como es el caso de esta nota.

 

Los dos gallos

 

El fenómeno de las trovas de la Guerra Civil Española tiene otras particularidades, caso de una de las canciones más reconocidas. Los dos gallos -tenida como anónima y popular- tiene autor conocido. Se trata de una composición de Chicho Sánchez Ferlosio, poeta que compusiera varias canciones en pro del campo republicano, prolongándose hasta plena época franquista, cuando se convirtieron en símbolo de resistencia a la dictadura. La interpretaron varios artistas de nota, caso de Quila Payún, Joaquín Sabina, Soledad Bravo, Víctor Jara y Los Olimareños; entre nosotros la versión de este último conjunto se hizo muy popular. Los dos gallos es una bella y expresiva alegoría de la lucha entre el fascismo y el socialismo que parece realizada a la medida de los enfrentamientos en la Guerra Civil y que, sin embargo, fue compuesta mucho después.

 

 

Cuando canta el gallo negro

 

Es que ya se acaba el día

 

Si cantara un gallo rojo

 

Otro gallo cantaría.

 

 

El pueblo le dio a esta canción de Sánchez Ferlosio origen anónimo, popular, condición máxima a la que puede aspirar un poeta según la opinión de Antonio Machado.

 

 

Detalles de la realidad

 

Al margen de los detalles literarios aquellas canciones abundaban en referencias geográficas de la península, casi siempre referidas a los lugares de combate; así la Casa de Campo madrileña, el río Ebro, Barcelona, el Cabo de Palos, el valle del Jarama, El pozo María Luisa, Gandesa, el Barranco del Lobo… Pero también en claras referencias personales hacia los jefes republicanos: Líster, El Campesino, Modesto, el comandante Galán, el comandante Carlos… Esos nombres menudeaban en las coplas populares, a menudo orientadas por las ideologías de los combatientes, fueran estos marxistas, republicanos o anarquistas. Tampoco era extraño ver que lanzaban claros insultos dirigidos a los políticos de uno y otro bando.

 

 

Formas de amenizar

 

“Después de la cena -escribía Harry Meloff, compositor de canciones en el Washington Battalion- los moros comenzaban a cantar uno de sus extraños y místicos cantos”. En el frente de Aragón, Orwell anotaba: “siempre recibíamos órdenes concretas de informar en caso de oír repiques de campanas. Parece ser que los franquistas siempre oían misa antes de entrar en combate” (Orwell 1996). El francés Jacques Delperrie, en un parte de guerra del batallón franco-belga, relata cómo durante la defensa de Madrid en 1936, habiendo recibido órdenes de caminar sin hacer ruido hacia el pie del Cerro, “avanzan y de pronto un imbécil se pone a cantar La Internacional. Le sigue un coro de voces. Las ametralladoras de enfrente, con ciertas variaciones”.

 

* Colaborador

 

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