Lunes 14 de julio 2025

All Boys, una vez más, es el campeón

Redacción 14/07/2025 - 00.05.hs
Df.Miguel Gigena

"All Boys, siempre All Boys", gritaba un histórico dirigente auriazul en medio de los festejos, mientras saludaba a los protagonistas de una de las finales más peleadas de los últimos años en la Liga Cultural de fútbol.

 

Ante el bravo Campos de General Acha, como visitante, mostrando las garras y la chapa cuando fue necesario, All Boys volvió a gritar campeón, como en nueve de las últimas diez temporadas, para levantar su corona número 46 y agigantar su condición de máximo ganador culturalista.

 

Ayer, en una Trinchera Albiceleste vestida de fiesta y que lució repleta, con unas tres mil personas en todo su contorno, los dirigidos por Ignacio Archieri sacaron pecho ante el máximo candidato a la consagración, ganaron 2 a 1 y cerraron la finalísima con un global de 3 a 1 para dar una nueva vuelta.

 

Juan Ignacio López puso en ventaja a lo achenses durante la primera etapa, en la que los locales fueron más, pero Giuliano Guinchinao lo dio vuelta para la visita en el complemento, con un gol en el inicio y otro en el cierre, luego de que el partido estuviera demorado más de diez minutos por incidentes dentro y fuera del terreno de juego.

 

Arranque local.

 

Campos se llevó puesto a All Boys en el inicio del partido; presionando, metiendo y llevando el juego al roce constante, con un rigor físico y una determinación que por momentos apabulló a los visitantes.

 

Luego del 0-1 de la ida, los dirigidos por Edgardo Leguizamón salieron decididos a tomar del cuello a los auriazules, pero lejos estuvieron de golpearlos, porque querían construir con la misma intensidad con la que marcaban y cortaban, y terminaban chocando contra sus propias imprecisiones y sus apuros.

 

El mejor en ese trámite fue Juani López, cortando todo en el medio, ganando siempre por arriba y jugando cuando era posible, especialmente a partir de algunas combinaciones con Gonzalo Calderón. Y el mismo López fue el responsable de abrir la cuenta con un soberbio cabezazo a los 19 minutos, tras un centro impecable de Calderón.

 

Con la serie igualada y Campos imponiendo su juego parecía que la balanza de la final empezaba a inclinarse para el lado de Acha, donde miles de albicelestes vibraban con el equipo que había marcado el rumbo a lo largo del torneo y que parecía agarrar ritmo para coronar con el título.

 

Pero enfrente estaba All Boys, su historia y su presente. Y su chapa de multicampeón, que empezó a mostrar dejando en claro que, si lo invitaban a luchar, estaba dispuesto a dar batalla: poco a poco fue emparejando algunos duelos, los centrales Ricardo Ramírez y Benjamín Portillo comenzaron a comerse a sus rivales, Facundo Guiñazú la empezó a agarrar en el medio con el recién llegado Agustín Maciel (se incorporó en la semana y fue titular), Agustín Servetto corrió, metió, jugó y se bancó todas "a lo Julián Alvarez", como es su estilo, y Guinchinao apareció como nunca antes en el torneo para dejar su mejor versión.

 

Al final de la primera etapa llegaron más parejos de lo que la habían empezado, tanto en el marcador, porque Campos había igualado la serie, como en el juego, porque All Boys ya no era atropellado por su rival.

 

Fiesta visitante.

 

El inicio del complemento fue letal para los locales, que se equivocaron groseramente en una salida y lo pagaron carísimo. Iban 3 minutos cuando Andrés Galetto interceptó un cambio de frente local -flojito, bajo y paralelo a la mitad de cancha-, y desde allí salió una contra que manejó excepcionalmente Servetto para servirle un centro-pase a Guinchinao, quien por el segundo palo sacó un cabezazo medido a la red para el 1-1.

 

Campos nunca encontró una reacción positiva. Sí fue hacia adelante, con ganas y por el impulso propio de sentir que la final se le escapaba, pero nunca tuvo la tranquilidad necesaria como para construir lo que le hacía falta para igualar la serie.

 

Buscó por arriba, con pelotazos largos y siguió chocando, ante un All Boys mucho más sereno, aplomado y dispuesto a dejar la piel. Todo el Auriazul jugó un segundo tiempo inolvidable, no por el brillo del juego -fue poco vistoso- pero sí por el convencimiento y la concentración para no cometer errores, no hacer faltas cerca de su área y no entrar en el juego dialéctico que proponía el rival desde el banco de suplentes.

 

Tuvo Campos una llegada cercana con un tiro libre de Calderón y más tarde con un remate de López que desvió Ariel Martínez y terminó en las manos de Lautaro Guaraglia. Pero no mucho más. All Boys fue encontrando espacios con el guapo "Julián" Servetto por todo el frente de ataque y con el incansable Ramiro Fredes, que tuvo una para aumentar pero su definición por arriba del arquero se fue cerca.

 

En ese contexto, ni los 8 minutos que adicionó Emanuel Leguizamón (de muy buen arbitraje) hicieron dudar de la coronación alboyense. Pero a los 50 minutos Mirko Parassole entró en el juego rival, sacó corriendo para intentar "vengar" un golpe a Rodrigo González, y se generó una batahola dentro y fuera de la cancha (ver aparte) por la que el partido estuvo demorado 13 minutos.

 

La confusión era agua para el molino de Campos, que podía reiniciar su máquina para buscar el heroico triunfo en la reanudación y llevar la serie a los penales. Pero rápidamente el bueno de Guinchinao se encargó de cerrar la historia, porque apenas comenzó el juego picó "a lo Di María" al espacio y, como Fideo, la pinchó por arriba del arquero para el 2 a 1 final.

 

El cierre, calmo y con todo el plantel de Campos recibiendo con hidalguía su medalla de subcampeón, encontró otra vez a los capitalinos levantando la copa. En un torneo con un sistema nuevo que le daba más chances a los demás, en el que no partía como favorito por el recambio y por el potencial de sus rivales, en el que sufrió un cambio de entrenador con la salida de Cristian Santa María y en el que llegó a la final como punto, el campeón fue otra vez All Boys. Siempre All Boys.

 

Los incidentes opacaron la fiesta.

 

Cuando se jugaban 50 minutos del complemento, una pelea entre el local Rodrigo González y el visitante Mirko Parassole derivó en una batahola entre los jugadores e integrantes de los cuerpos técnicos, con corridas, empujones, agarrones, amenazas y algunos golpes.

 

Los incidentes se trasladaron a las tribunas, con hinchas arrojando piedras a la cancha y entre ellos, y con la Policía (había 30 efectivos en la cancha) tratando de disuadir con disparos al aire y apuntando a los violentos, pero también alcanzando a familias e incluso a un menor que estaba como alcanza pelotas.

 

Ese accionar derivó en el enojo de algunos jugadores, entre ellos Gonzalo Calderón, que terminó a los empujones con los efectivos y hasta denunció un golpe. Luego de 13 minutos de parate y la expulsión de Parassole y González (intentó agredirlo nuevamente tras recibir la roja), la final, que hasta allí era una fiesta, se reanudó.

 

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