Simplemente Charly
Charly García se presentó un día como hoy pero de 1999, gratis, en un concierto en Puerto Madero, que reunió a más de 300.000 personas en el ciclo Buenos Aires Vivo III. Fue el recital más convocante de la historia del rock nacional.
Gustavo Pose *
Los 90’s fueron furiosos para Charly. Buscando una nueva identidad, sus conciertos eran un salto al vacío con grandes presentaciones o abruptos finales en donde todo podía pasar. “La entrada es gratis, la salida vemos” fue una de sus frases de cabecera.
“Say no more” era su nuevo nombre artístico y era una apuesta jugada donde irradiaba la libertad total como en aquel disco del mismo nombre de 1996, donde bien aclaraba que: “El demo es el disco” y las canciones quedaban plasmadas en primeras tomas, cual pintor surrealista. Pero miles de fans de la vieja guardia dejaron estos mares de rabel musicales y un nuevo grupo de admiradores empezaron a seguirlo. En una actitud casi punk, tocando en lugares muy pequeños, García escapó de la masividad, para convertirse en privilegio para pocos. Después de ser el productor de su propio tributo en vida, con la majestuosa voz de Mercedes Sosa en “Alta fidelidad” en 1997, Charly vuelve al formato canción con “El Aguante” en 1998, con algunas canciones de su autoría y un puñado de versiones de buen a gran nivel de muchos compositores preferidos suyos. En diciembre de ese año el Bicolor, retorna a los grandes escenarios. Realiza dos Obras con entradas agotadas y mucho calor, arriba y abajo del escenario, hasta llegar en 1999 al momento de protagonizar una de las noches estelares del ciclo “Buenos Aires Vivo III” que oficiaría como medida para ver cual era la temperatura en el torrente sanguíneo de un público que empezaba a seguirlo nuevamente. En la semana previa, su idea de tirar muñecos desde helicópteros fue criticada por todos los organismos de derechos humanos. El artista finalmente y a último momento dio marcha atrás, pero ajustaría un golpe más fuerte durante el concierto.
Se hizo la luz.
Como seguidores de un profeta, miles y miles de personas cruzaban a la dársena acondicionada en Puerto Madero, para seguir la oración –música– de un verdadero genio del rock argentino. Buenos Aires aturdida por los insoportables cortes de energía eléctrica por esos días, esa tarde/noche tuvo la fortuna de recobrar su luz y eso fue la señal de que todo iba a salir bien. Aquel excelente video producido por Cuatro Cabezas, donde Charly hablaba sobre cuestiones de la vida, la música y el destino, como bien dijo: “Artista, no es cualquiera. Hay que bancársela” fue la entrada al show más imponente de su historia. Pautado para las 20.30hs, la demora en casi tres horas no enojó a nadie, aunque sí preocupó a la producción. El inicio del show fue con la “Sarabande” de Haendel, pegada a una impresionante “Cerca de la Revolución”. Allí María Gabriela Epumer demostró por qué acompañaba al artista desde 1993, en una de sus performances más brillantes de aquellos años. Su guitarra sonó fuerte, aguerrida, con solos inspirados y un poder de magnetismo con su sonrisa y las miradas cómplices con García.
En reportajes posteriores, el ídolo se quejó que esa noche no había tenido una buena voz, sin embargo en aquellos años, quienes lo seguíamos ya nos habíamos acostumbrado a su timbre de ese entonces, entre una ronquera leve, pero con una gran actitud más varonil al cantar. Siguió con “Promesas sobre el bidet”, una deliciosa “Pasajera en trance” y dos enormes hits, cual piña de boxeo en uno-dos: “Rezo por vos” y “Fanky”.
Charly canta una personalísima versión del clásico de David Lebón: “Dos edificios dorados” e invita a Javier Calamaro para reversionar el clásico de “Lynyrd Skynird” aquel de “Sweet home Alabama” al cual le cambió la ciudad por Buenos Aires. Una provocación en su pelea mediática de aquellos años con Andrés Calamaro, por su ex mujer: Mónica García.
El concierto siguió con el clima intimista de la enorme “Yendo de la cama al living” que le dio paso a “One to One”.
El fin de la grieta.
Charly cierra la grieta con Hebe de Bonafini y las Madres de Plaza de Mayo, –por aquella pelea mediática sobre los muñecos al río– y las invita al escenario donde cientos de miles son testigos de su abrazo y le dedica en un gesto de irreverencia genial su fabulosa: “Kill my mother”.
El invitado estelar de la noche, sin dudas fue Nito Mestre. Su compañero de Sui Generis cantó con su voz, la hermosa “Aprendizaje” pero ya no habrá concesiones a los viejos hits. Sui Generis modelo 1999 sonará letal, duro, devastador y rockero al mango.
Te quiero cada día más.
Cuanto más avanzado el concierto, más power rock tendrá, la multitud está desbordada, es imposible mirar hacia atrás y Charly ataca con versiones aceleradísimas de “Nos siguen pegando abajo” y “No llores por mí, Argentina”. Invita a Fabi Cantilo para delirar con “Demoliendo hoteles” en una versión desprolija pero genial.
Una de mis versiones preferidas de “No toquen” se dio en este concierto. Es rabiosa, es “agrandada”, respira mucha transpiración, los músicos están a pleno. A estas alturas ya ni me acuerdo donde estaba, era una enorme masa de gente saltando, hacia atrás y adelante; y para cerrar esta parte otro golpe al corazón con “Popotitos”.
Darte mi amor o desparecer.
Tras un intervalo breve, Charly retorna con “It won’t be brong” y “Tin Soldier”. “Cuchillos” nos puso la piel de gallina.
El instante más introspectivo fue con la experimental “Estaba en llamas, cuando me acosté” para volver a cerrar esta parte con otro hitazo: “Hablando a tu corazón”.
Charly cual ave fénix, volvía a pegar una enorme patada en el culo a toda la Argentina. Nadie, pero nadie como él, genera en vivo el deslumbramiento, la incertidumbre y la excitación tanto con su presencia o como con los teclados o la guitarra. Quedaba el bonus track: una pesada versión de “El aguante” y un simulacro de fusilamiento con militares a los tiros tomando el escenario.
Dos estrenos para la gran mayoría, del inédito disco tributo a Titanes en el Ring con la juguetona “Mister Moto” o la gran “Cerebrus” y el cierre con dos covers de Los Beatles: “Ticket to ride” y “Twist and Shout” para no olvidar nunca más este concierto. Más adelante el compact disc, incluirá casi como en el cielo otra genial adaptación de una gema de Los Beatles: “It’s only love” sublime, ensoñadora que fuera grabada días más tarde, en un recital en la ciudad de Junín.
Al regresar a casa –ya de día– mi madre, que se quedó esperando mi regreso y con alivio en su rostro, me preguntó cómo me había ido y sólo pude decirle: “Fui al mejor concierto de mi vida”.
* tucorazondemarquesina.blogspot.com
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