Jueves 18 de abril 2024

Mujeres pioneras del metal argentino

Redaccion Avances 08/03/2022 - 20.29.hs

El domingo 8 de julio de 1990 se llevó a cabo la elección de la “Diosa del Metal”, en Halley, el boliche donde habitaba el hard rock y metal de aquellos años, en Avenida Corrientes 2052. Pero la convocatoria no estaba dirigida a la enorme cantidad de cantantes e instrumentistas mujeres que venían tocando heavy metal desde la década anterior, y más aún lo harán en esta década de los noventa, sino, tal como decían los avisos publicitarios que invitaban a inscribirse, a “las mejores bellezas argentinas”.

Así retrataba el evento la revista Pelo: “En una concurrida velada post-festejos del Mundial de Fútbol, el pasado 8 de julio se coronó en la discoteca Halley a la Diosa del Metal 1990 (…). Analía, una rubia de veintiún años, fue elegida Diosa del Metal entre veintiséis finalistas, que fueron preseleccionadas entre casi cien inscriptas al concurso. La Semidiosa resultó ser Mabel, de diecisiete años. Ambas ganadoras se hicieron acreedoras a importantes premios, como dinero en efectivo, indumentaria, y atenciones en LLongueras”.

Las verdaderas “diosas del metal” argentino ya tenían nombre, apellido, grabaciones, escenarios, y una historia.

Cuando aún no habían comenzado los años 80, una joven de 18 años llamada Leonor Marchesi se presentó en el Festival O.M.A. y se llevó el premio a la mejor cantante solista y una guitarra Yamaha de la que no se separó hasta el día de hoy: juntas recorrieron pubs, teatros y festivales de Capital y Gran Buenos Aires, hasta que formó Marchesi Band, la agrupación de rock pesado que más tarde sería la legendaria banda Púrpura, con quienes grabó dos álbumes, uno en 1983 y otro 1984.
 

 

Grupo Purpura


Pero es en 1982, que aquel largo camino de pubs desembocaba en su primera y multitudinaria gran actuación: Púrpura se subía al escenario del Festival B.A. Rock, junto a otras artistas mujeres, que por primera vez eran incluidas en este festival, como Anahí Greco, y otra pionera del rock pesado: Patricia Sosa.
 

 

Patricia Sosa en la tapa de la revista Pelo

La cantante venía de dar su primer giro, pasando del pop, rock y soul de su banda Normandy Soul, al hard rock que proponía La Torre. Con esa banda, habían grabado su primer álbum homónimo y debutado en septiembre de ese año, a sólo dos meses de presentarse en el festival B.A. Rock IV. Antes de terminarse, el año 1982 les deparaba un último galardón: resultan los ganadores del rubro “Grupo Revelación” de la encuesta anual de la Revista Pelo.

Desde que arrancaron, no pararon: La Torre grabó seis álbumes en siete años. Con el último disco de estudio de La Torre “En Movimiento” (1988), vivirán una gira internacional diferente a todas sus experiencias previas. A su regreso, la banda recorre el país en lo que sería la antesala del final de La Torre y de un nuevo cambio de estilo para Patricia; cuando llegue 1989, asistiremos a la disolución de la banda y al nacimiento de la solista.

Leonor y Patricia no estaban solas abriendo caminos en el metal argentino: Rosana Goudard, la primera cantante de Super Ratón, una de las bandas de metal con más años en actividad de la Argentina, también lo estaba haciendo, desde todos los escenarios del circuito under.

 

De la zona oeste del gran Buenos Aires surgió otra gran vocalista del heavy metal argentino: Mónica Rodríguez. Desde 1981 hasta 1984, Mónica fue la cantante de la banda Alud. En 1986, nace Maratón, la agrupación donde Mónica recalaría por los próximos cinco años y donde haría sus primeras experiencias como compositora.

Mónica se despide de los ochenta, formando una banda, esta vez, integrada únicamente por mujeres: Sauvage. Paola Braña en guitarra, Adriana Ficca en teclados, Marcela Zaldarriaga (y más tarde Maria Colantoni) en bajo, Silvia Sales, (y luego Carolina Flechner) en batería.
 

 

Grupo Sauvage


Otra de las primeras mujeres de la escena del incipiente metal argentino, fue Mabel Díaz, bajista de la banda Thor. Fan de Black Sabbath, Led Zeppelin, Judas Priest, Iron Maiden, fue ella la que llevó a Thor por el camino del metal con sus influencias. Podemos escucharla en el compilado Aleación, editado a fines de 1984, junto a las agrupaciones Bloke, Riff y V8, que tenía dos canciones de Thor: Emisario de Satán y El pacto; este último título fue también el del álbum que la banda había grabado el mismo año y que se editó a comienzos de 1985 y se reeditó en 2014 en cd y vinilo.

En la segunda mitad de la década, otra voz irrumpía en la escena del metal: Ana Davis y su banda llamada Barracuda, en honor al tema de la banda Heart, de la que Ana era fanática. Con la nueva década, Ana se ponía al servicio de un nuevo proyecto musical, la banda Paysana, que ganó un concurso de bandas cuyo premio era grabar un álbum con el sello multinacional EMI, y así fue que grabaron tres canciones “No puedo parar”, “Sucio ruido” y “Creo en vos” en un disco que se llamó “Lo mejor del under”.
 

 

Barracuda


Para terminar de trazar el mapa de las pioneras del rock pesado local de los años ochenta, tenemos que hablar de una de las primeras bandas metaleras formada íntegramente por mujeres: Las Brujas.
 

 

Graciela Folgueras, voz, guitarrista y fundadora de la banda, recuerda que miraba por cable un programa de música de la RAI donde pasaban videos de bandas extranjeras: Judas Priest, Iron Maiden, Saxon, AC/DC, Black Sabbath, Scorpions y otras bandas que le encantaban y fueron para ella una influencia musical. Hasta que, un día, pasaron un video de The Bangles, una banda de pop rock de chicas. De allí empezó a surgir el deseo de hacer una banda de heavy metal integrada únicamente por mujeres. Graciela tenía sólo diecisiete años y, sin saberlo aún, en su interior empezaban a gestarse Las Brujas.

Solían tocar en lugares como Cemento (donde debutaron), Halley, o Rockódromo. El repertorio contaba con varias canciones de la banda que hablaban de situaciones de violencia y marginalidad vividas por mujeres. Una de ellas, “Me llaman la loca”, resultó la Canción del Año por mayoría de votos en la revista Metal. Y Las Brujas fueron elegidas como Banda Revelación del año. La canción le dio nombre al disco de Las Brujas, editado por Barca con producción artística y arreglos de Graciela Folgueras.

Los años noventa traerían a los escenarios metaleros una enorme cantidad de cantantes, instrumentistas, y compositoras, que siguieron abriendo horizontes en el masculinizado ámbito del metal argentino.

En efecto, a principio de aquella década, irrumpen varias bandas con mujer al frente: Kerigma, con Teresa Gerbasi en voz, una pastora evangélica que tocaba con sus dos hijos; y Boanerges, con Gabriela Sepúlveda en voz; dos bandas que combinaban su mensaje religioso con la potencia del metal. También, del hard rock, la marplatense Neven-k y la rosarina Patricia Lloretcantante de Hertz. Un poco más tarde, en la banda Punisher, va a escucharse la voz todopoderosa de Andrea Eberón.

Otro grupo de esos años, integrado en su totalidad por mujeres, fue Sarkástica, una banda de thrashcore metal fundada por las hermanas Blanco, Marisol en batería y Marisa en guitarra, que contaba en su formación con la bajista Samara Abuin y Elsa González en la voz, y luego ocuparía ese lugar Brenda Cuesta, a la vez que sumaría su guitarra.

A las ya mencionadas podemos agregar más músicas, como la vocalista Vivian Black, con un estilo catalogado como “horror metal”; Verónica Carracedo, de la banda Kronos, a Laura Balzer, del grupo Habeas Corpus, a Sonia Macchiavello, de Leyenda. Y definitivamente, la escena del metal de los noventa tuvo un antes y un después en la guitarra de Carina Alfie.

 

Carina Alfie había cursado cinco años en el Conservatorio para estudiar guitarra. “Escuché a Steve Vai y dije: yo quiero sonar así”, recuerda.  Unos años después, tocaba con él como invitada en sus shows del Gran Rex, y comenzaba una relación artística, y de amistad, con uno de los mejores guitarristas del mundo.
 

 

Paysana


Antes de esto, también tuvo sus bandas formadas íntegramente por mujeres: Rouge Band, Paysana; luego Lunatycas, y también se agrupará con la ya mencionada Mónica Rodríguez, en la banda Anya.


En fin, las verdaderas “diosas del metal” no habían sido convocadas al concurso de bellezas argentinas de Halley. Habían sido convocadas por la historia, para quedar en ella, abrir caminos, hacer música, alzar las manos con cuernos, y sus voces, que siguen y seguirán sonando junto a las nuevas generaciones. (Télam)

 

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