Punto de vista: Con el corazón rojiblanco
El hecho de que uno trate de entender y a veces modificar esta realidad de nuestra tierra bregando por el agua o asomándose a la historia no le quita lugar a que también tenga su corazoncito futbolero, albirrojo en este caso…
Albirrojo y del otro lado de las vías piquenses, más allá de la calle 21 y que por muchos años tuvo centro emocional en un predio que abría su modesto portón de alambre en la esquina de las calles 18 y 29, por donde afincaba la barriada pobre que lo había fundado por no seguir las huellas ajenas.
Era el Club Costa Brava, Atlético, como no, aunque en aquellos inicios no asomaran más que el fútbol y el boxeo. Y si la memoria se atreve con un pantallazo, digamos que el recuerdo mezcla figuras que vienen desde la evocación, tanto en el deporte como en la directiva: “Colás Sánchez”, Abel Novillo, los Matos, Zenarola, Diego Mainz, los Garrido, Guaycoechea, “Figurita” Gómez… mezclando el ring de campana humilde con la canchita de medidas mínimas y barandas rojiblancas.
La canchita donde años después lucirían Lalo Campos, Blago Jarak, José Aragonés y la inolvidable imagen de Lidoro Rodríguez repartiendo a los chicos que lo seguían los caramelos que no había tenido en su infancia. Junto con él, conformando aquella delantera que solía ser aplaudida desde los cuatro costados de la cancha, la picardía de Reta y el enorme Juan Carlos Pires, aquel que, increíblemente, se elevaba por sobre las manos de los arqueros rivales-
El presente propone otros nombres, pero la misma alegría que tiñe la barriada.
Aunque inevitables, las la evocaciones suelen ser injustas, incompletas y ahora, a la vista del espléndido Nuevo Pacaembú y recordando al viejo (que así lo bautizara Joaquín Rodríguez) quizás sea mejor que el recuerdo teñido de rojo y blanco deje lugar a la alegría.
Después de todo, como decía el poeta José Pedroni: Yo conozco el artista de humor desapacible/y el grave, que en un mundo de soledad se encierra,/y el cargado de gloria, que nunca está visible./ A mí me gusta el fútbol. Hay de todo en la tierra.
Faustino Rucaneu
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