Sabado 21 de junio 2025

"El riego en parkour lo busca uno mismo"

Redacción 09/06/2015 - 05.04.hs

A los tres años, Marcos López se trepaba a los árboles como un mono. No había para él cercos imposibles ni obstáculos para colarse de un salto en un lugar aparentemente cerrado. Hoy, a los 35 años, dice ser instructor de boxeo tailandés, dice haber entrenado a policías y dice cultivar la cultura del parkour, la disciplina física -¿deporte extremo?- que practicaba Pablo Bruno, el niño de 12 años que murió el viernes pasado al caer de una torre del Molino Werner.
Cuando se enteró por la radio que Pablito había muerto, López se sintió culpable, se sintió triste, apesadumbrado. No porque él tuviera la culpa -dice- sino porque ya había advertido que el niño era travieso, inquieto, por demás curioso. Incluso le había dicho a la hermana del fallecido que el niño debía cuidarse.
"Era un buen amiguito y es lamentable lo que le pasó. Se dice que fue a hacer parkour, pero para mí no es así. Para mí él fue a explorar. No porque uno trepe una pared está haciendo parkour y no se necesita escalar techos para poder practicar", dice el instructor que tiene entre 20 y 30 alumnos en un gimnasio de la avenida Spinetto y que sale al menos una vez por semana con otro grupo de 12 jóvenes a practicar en el Parque Oliver, el Parque Mitre o la Laguna Don Tomás.
Según López, Pablo Bruno "fue tres o cuatro veces al gimnasio" y "se encontraba con el grupo en el Parque Oliver". Dice también el instructor que el niño se estaba recuperando de una operación y que "pisaba mal". "Realmente no sé qué habrá hecho. Todas las familias que mandan a los chicos conmigo, saben cómo los cuido. Cada vez que salimos del salón, los responsables son los padres. Este es un deporte como cualquier otro, en el que hay que tener cuidado como en cualquier otro. Yo les tenía prohibido a mis alumnos que fueran al Molino, al anfiteatro de Casa de Gobierno o al Megaestadio", agregó.
-¿Cuales son los cuidados que deben tenerse para practicar el parkour?
-Yo hablo con los padres y les aconsejo que todos los chicos tengan un control médico.
-Hace 3 años tuviste un accidente en el que te quebraste la pélvis. Hay quienes dicen que fue en el Molino...
-Da la casualidad que fue en la casa de un amigo que vive enfrente y no tuvo nada que ver el parkour. Quise desenredar el cable de una antena y me resbalé. Caí de más de 4 metros, me luxé la cadera y quebré la pelvis. Por ese momento tengo puesto un clavo ortopédico.
-¿Pensás que hay un responsable de lo que ocurrió?
-No sé, creo que directamente no, porque el riesgo lo busca uno. Pero la verdad es que mucha seguridad no hubo, el nene estuvo como mínimo media hora adentro. Yo pienso que el Molino Werner es un cementerio y que tendrían que haberlo destruido hace rato.

 

Madre.
La muerte de Bruno sembró la preocupación en los padres de otros chicos que también practican el deporte extremo. Para María, por ejemplo, es un suplicio ponerle límites a su hijo cada vez que quiere ir a practicar el parkour. El adolescente tiene 15 años y hace dos que practica en el Oliver. Ha llegado a la casa con magullones en el cóxis y las rodillas, pero no se queja para que su madre no se meta con su deporte favorito.
"Con tal de que lo deje ir a parkour se toma 20 actrones y se come el dolor. Yo sé que mi hijo fue alguna vez al Molino Werner y varias veces al anfiteatro, a la laguna y el Parque Oliver. Yo una vez fui a ver la práctica y me enojé porque vi que no los cuidaban. En el Oliver no hay ficha médica, ni teléfono de contacto con los padres, ni seguro que valga. Los sábados al mediodía van a un gimnasio en la Spinetto, pero desde ahí tampoco me pidieron nada", dijo la mujer.
Aparentemente -agrega la madre- el instructor les había hecho prometer a los alumnos que ninguno iba a ingresar al Molino. "Yo no le pude sacar a mi hijo mucha información. Lo único que me contó, después de la muerte del chico, es que el profesor les había prohibido meterse al Molino. El día que las madres nos enteramos que había un chico muerto, estuvimos varios minutos con el corazón en la boca hasta que se dio a conocer la identidad".

 

Una práctica con peligros
El parkour es una disciplina que nació en Francia y se expandió a distintos países, hasta que llegó a la Argentina y, desde unos años, a Santa Rosa. Es el desplazamiento en altura saltando entre obstáculos y de allí su cuota de peligro ya que se realiza en parques, plazas o edificios públicos. El deporte requiere un buen estado físico y en la ciudad es usual ver a varios jóvenes practicarlo en el Centro Cívico. Sus cultores advierten sobre "no exponerse a riesgos innecesarios", algo que no ocurrió en el caso del ex Molino Werner.

 

Jorge y los adicionales
La muerte de Pablo Bruno fue utilizada para polemizar en el marco de un año electoral y habilitó cruces entre el municipio, la gobernación, y los referentes de la oposición. La falta de los policías adicionales que hasta hace meses custodiaban el Molino Werner fue uno de los temas más cuestionados. La quita de los guardias se debió a la falta de pago del municipio. Al respecto, el gobernador Oscar Mario Jorge se expidió tras el ágape realizado en Casa de Gobierno para celebrar el Día del Periodista.
"De todo lo que pasa en algunas localidades siempre tenemos la culpa nosotros. Cuando hablábamos de Santa Rosa, que no nos paga el agua hace muchos meses, decía que la ley de municipalidades exige cubrir primero los insumos para el servicio con el pago de tasas, y a los pocos días la policía dejó de prestar servicio adicional, evidentemente hay síntomas serios de incumplimiento", dijo el primer mandatario provincial, en contra de las acusaciones del intendente Luis Larrañaga.

 


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