La heladería y cafetería Blümen se distingue por su sabor y calidad
La heladería y cafetería «Blümen» se convirtió en poco tiempo en una referencia gastronómica de la ciudad. De la mano de Dominique Courrege, la mini pyme da empleo a 10 personas y basa su éxito en la calidad artesanal y en una atención destacada.
Es hora de la siesta y el mito sentencia que «en el interior» no se mueve ni una hoja durante ese rato de negocios cerrados, bancos sin clientes y calles sin gente. Pero aunque es cierto que la actividad decae después del mediodía, la expansión de las ciudades y el ritmo actual desmienten un poco esa afirmación. Es martes, falta poco para las tres de la tarde y en una heladería céntrica el desfile de clientes es como el de un fin de semana. Decenas de personas (parejas, familias, adolescentes, hombres o mujeres solas) entran, eligen los gustos y se deleitan con esos sabores que desbordan el cucurucho.
«Estoy muy sorprendida aún por la manera en que la gente nos eligió, nos abrazó desde un primer momento y esa es la mayor recompensa posible. Santa Rosa es una ciudad que en este último tiempo tuvo una explosión gastronómica increíble, con propuestas de mucha calidad e innovadoras y eso te impulsa a mejorar cada día más», cuenta Dominique Courreges, que a sus 26 años es una empresaria que en poco tiempo supo encontrar en «Blümen» una fórmula para combinar sabores y éxito comercial.
Dominique nació en la Ciudad de Buenos Aires, vivió en General Villegas y luego de regresar a su ciudad natal decidió, junto a su pareja Ignacio Zubizarreta, buscar un lugar muy diferente al alboroto porteño. Eligieron la ruta nacional 5 y después de 600 kilómetros el GPS marcó el sitio indicado donde estacionar.
«Estábamos muy cansados de Buenos Aires, queríamos irnos, así que buscamos una ciudad que tuviera universidad nacional porque Ignacio es profesor e investigador del Conicet. A él le surgió una posibilidad laboral en Santa Rosa y no lo dudamos; fue la mejor elección». Dominique es contadora y licenciada en Administración de Empresas y antes de cambiar de rumbo trabajaba en una multinacional. Era el momento de empezar el camino emprendedor. Faltaba decidir en qué rubro.
«Cuando se confirmó lo de mi marido yo empecé a gestar Blümen. Siempre me encantó la gastronomía, es algo que me fascina, tengo ascendencia francesa así que siempre fui fanática de las panaderías, pero abrir una requiere otro tipo de requisitos. La heladería, en cambio, fue algo que germinó de a poco y fue tomando cada vez más sentido. Viajé a Buenos Aires, me capacité y me especialicé en heladería y cafetería, aprendí todo lo necesario y en diciembre de 2017 abrimos las puertas», recuerda respecto del local ubicado en una esquina emblemática de la ciudad, en Gil y Mansilla, donde además de helados se puede encontrar el mejor café, exprimidos, tortas, postres y distintas exquisiteces son sello propio.
Esos primeros tiempos fueron mucho más difíciles de lo imaginado, lejos del ideal de abrir y cerrar las puertas con una sonrisa de satisfacción. «Teníamos planeado abrir en octubre, pero los equipos se demoraron, los proveedores no llegaron a tiempo así que se postergó hasta diciembre, justo en plena temporada alta, y me desbordó. Fabricaba los helados, atendía la caja, llevaba la contabilidad. Dormía dos horas y volvía, estaba acá 16 horas por día. Fue una locura y me di cuenta de que no podía con todo. De a poco fui ordenando y estandarizando las tareas y todo se encaminó. Esto es un aprendizaje constante, de todos los días, pero por suerte la gente conectó con el lugar y eso nos ayudó a estabilizarnos y crecer».
Delicias
El Lemon Pie y el Kinder están entre los gustos más elegidos, además de los clásicos. Y si algo distingue a «Blümen» es la búsqueda constante de algo nuevo, de productos que sorprendan, por eso cada 30 días hay un cartel que anuncia «Helado del mes».
«Tenemos una manera muy atractiva de presentar los helados, la gente siempre nos dice eso y se sienten seducidos por lo que les entra por los ojos», cuenta Dominique mientras una pareja no puede quitar la vista del Sacher Torte cubierto por unos cuadraditos de chocolate que pueden vencer la resistencia de cualquier paladar.
«Es una de nuestras especialidades, es un bizcochuelo de origen austríaco que lo hizo un pastelero para un príncipe en 1832, es un homenaje de mi amor por los dulces. Tiene una capa de mermelada de damasco y una cobertura de chocolate con crema», detalla la responsable de «Flores» (es la traducción de Blümen en el idioma alemán).
La heladería funciona como local y fábrica en esa misma esquina. Allí está la sala de elaboración artesanal, con maquinaria de última generación y materias primas de máxima calidad. Durante la temporada alta de verano trabajan hasta 10 personas y en temporada baja varía entre cinco y seis. Abre todos los días y apunta a trabajar con materiales que cuiden el medio ambiente.
También busca erigirse como una de las caras que puede ofrecer la gastronomía pampeana, algo que para Dominique es un punto muy destacado de la provincia.
«A nosotros nos fascina vivir acá, es una ciudad tranquila pero en crecimiento, y hay todo un boom de nuevas ofertas relacionado a lo gastronómico que realmente es sorprendente. Creo que la provincia no tiene los atractivos turísticos más tradicionales como mar, río, montaña o nieve, pero sí otras posibilidades que por ahí la gente del resto del país no conoce. Acá hay una industria láctea de excelencia, chacinados y embutidos de primera, carne de altísima calidad, restaurantes nuevos y con propuestas increíbles. Hay todo un polo por descubrir y aprovechar que realmente es muy valioso».
¿Es cierto que la heladería ya no es solo un negocio de verano?
«La verdad es que hablo con colegas y no, sigue siendo un negocio muy estacional. Si bien hoy el helado se consume también en invierno y durante el año, cuando pasa el verano decae mucho. Lo que también es cierto es que en épocas de crisis económica, sobre todo, salir a tomar un helado es una opción que dentro de todo puede involucrar a toda la familia. Si no se puede ir a un restaurante o al cine o a otro lugar con costos importantes, dar una vuelta y tomar un helado es mucho más accesible. Y eso se nota». Y se nota aunque sea sábado a la noche o en plena siesta pampeana. Y «Blümen» lo sabe.
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