El adiós para Pedro Macedo
Durante los primeros minutos del domingo falleció Pedro Macedo. Tenía 87 años. Sus hijos, nietos y bisnietos, junto a muchos que lo conocieron y quisieron, lo acompañaron en la sala velatoria de la CPE y a las 15 encabezaron el cortejo hasta el cementerio. Durante muchos años fue operario gráfico en este diario. Además de meticuloso fotomecánico era buen compañero y un personaje entrañable.
Había nacido en Telén,el 1° de mayo de 1937 y era todavía bebé cuando sus padres se radicaron en Buenos Aires. Allí se hizo hincha de Platense y un día conoció a Julio Domínguez, “El Bardino”, quien le presentó a su hermana menor, Pabla, nacida en Algarrobo del Aguila, cuando el río todavía corría. Se casaron en Buenos Aires y a mediados de los años ‘60 volvieron a La Pampa. Tuvieron ocho hijos, que hasta ahora sumaron a la familia 13 nietos y 13 bisnietos. Este enero habían celebrado 63 años de matrimonio.
Aquella vez planeaban pasar unos días de vacaciones en Santa Rosa, pero a Pedro le ofrecieron empleo como mozo en la cantina del Club Santa Rosa. Aceptó y se quedaron para siempre. Años después se hizo cargo de ese emprendimiento. Colocaba mesas con sillas sobre la vereda a lo largo de una cuadra y servía una picada con más de 20 platitos.
Compró un terreno en Colonia Escalante e hizo una casa que frecuentaban el Bardino y Bustriazo, entre otros referentes culturales. También fue amigo de Eduardo Ferma, de quien aprendió el arte de la serigrafía.
Terminada su etapa gastronómica ingresó a trabajar en LA ARENA, donde permaneció unos 25 años, hasta jubilarse. Guardo siempre fresco el recuerdo de una madrugada, hace más de 35 años, cuando regresó de su rutina diaria y comentó: “Hay una vacante como corrector en el diario. Están tomándole pruebas a los aspirantes, ¿por qué no te presentás?”
Fuiste un hombre muy bueno, Pedro. Recordaremos tu espíritu alegre y tus anécdotas, como aquélla en el Centro de Educación Física Nº 1 de Buenos Aires, cuando le serviste un café al presidente, Juan Domingo Perón.
Hoy toca despedirte y desearte buen viaje. Gracias por todo, Pedro. Y no es adiós, sino hasta siempre.
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