Martes 20 de mayo 2025

“He sido una persona afortunada”

Redacción 09/02/2025 - 00.14.hs

Como profesor marcó una época y es muy prestigioso. Es dueño de un carácter que a veces lo hace mostrarse apartado,pero no tiene que ver con la soberbia sino con una timidez innata. Aunque no se crea.

 

MARIO VEGA

 

Los profesores de Educación Física en La Pampa, y particularmente en Santa Rosa, gozaron siempre de una consideración importante. Por supuesto también sucede con los de algunas otras asignaturas o ciencias, pero la verdad es que aquellos profes –quizás porque lo suyo pasaba por el deporte, la recreación y el esparcimiento--, se quedan con buena parte de nuestros buenos recuerdos de la adolescencia y la juventud.

 

Se sabe que en antiguas épocas eran sólo unos pocos, que se desempeñaban en los colegios secundarios y en algunos clubes –aunque en verdad no tanto en estas instituciones--, y tenían un gran prestigio. Cómo no recordar a la pasada a Héctor Mario Vega, Catón Montoya y su esposa María Chiován (por años directora del Normal), Héctor Omar De La Sota, Estela Lamberto. Un poco más tarde llegarían Noemí Delú de Russo, Zoraida Parada, Juan Carlos Gavazza y Horacio González. Y en una camada siguiente Alberto Molina, Patucho Álvarez, Omar Lastiri, Lungo Álvarez, Raúl Quaranta, Roberto Zamudio, Oscar Di Benedetto, Dacio Requejo, Foca Haedo, Dardo Pacheco y Nino Maldonado. Y muchos y muchas más.

 

Ahora son cientos.

 

La situación evolucionó de tal manera que ahora hay en nuestro sistema educativo, y también en diversos deportes y clubes, cientos de profesores de Educación Física. Varones y mujeres. Sin dudas es la resultante de que aumentó de gran manera la aparición de institutos donde estudiar la carrera, incluso en nuestra provincia, o en localidades no muy alejadas (General Pico, Trenque Lauquen, Pehuajó). Y también que cambió la percepción de la gente sobre el cuidado del cuerpo y la importancia de hacer actividad física.

 

Por supuesto que –como sucede en diversos ámbitos--, hubo profes más reconocidos/as que otros/as. Lo cierto es que los mencionados –y muchos más-- se fueron tornando en personajes reconocidos y por qué no decirlo muy valorados.

 

Antiguo conocido.

 

Entre todos aquellos queridos profes destaca nétamente Raúl Omar Lastiri, y considerando su trabajo dificilmente haya opiniones diferentes. En nuestra época de chicos lo llamábamos “Pera” (apelativo que quedó en el recuerdo), y lo menciono porque lo conozco mucho.. De cuando junto a sus padres y hermanos llegó desde tierras misioneras para instalarse –ahora sí-- definitivamente en Santa Rosa. Nos encontramos por primera vez en tercer grado de la escuela primaria, y fuimos compañeros en el secundario en el Colegio Comercial.

 

El monte misionero.

 

¿Por qué desde Misiones? Hay que decir que Omar y su hermano menor Jorge nacieron en esta ciudad, y sus otros dos hermanos Néstor (“Chamaco”) y Ricardo (“Totila”) en Roca Chica (localidad ubicada en el departamento San Ignacio de la provincia de Misiones). “Era una zona rural desfavorable, cuyo centro urbano más cerca distaba unos 7 km. Vivíamos en un paraje en pleno monte misionero... zona de cítricos, mandioca y yerba mate, donde convivían colectividades de japoneses, paraguayos, italianos, polacos, alemanes, ucranianos...”.

 

Allí fueron como maestros titulares sus padres, Néstor Mario; y su mamá Blanca Orlinda. Son cuatro hermanos, “dos misioneros porque era en pleno ciclo lectivo y estábamos en Roca Chica; y los pampeanos porque nacimos en vacaciones de verano cuando la familia venía a Santa Rosa”, explica.

 

De Misiones a Santa Rosa.

 

Cuando el mayor de los hijos del matrimonio (“Chamaco”) tenía 11 años pidieron traslado y los destinaron aquí a la Escuela Hogar. “Nos costó un poco adaptarnos... nuestros padres ya no eran nuestros maestros, los compañeros se nos reían por nuestra manera de hablar mitad guaraní y mitad castellano, y medio nos hicimos conocidos como ‘los chamacos’”.

 

Más adelante su mamá titularizó como maestra en la Escuela n° 38 y el padre como vicedirector en la Escuela n° 2, ubicada frente a la plaza. Y recuerdo a ambos, sobre todo al papá que, se me ocurre, era muy parecido a quien es el mayor de sus hijos, Néstor o “Chamaco”.

 

Familia, hijos y nietos.

 

Omar está casado con Mónica Evangelista (maestra jardinera y runner); tiene cuatro hijos: Alejandro (fisioterapeuta y kinesiólogo), Paula Mariana (abogada), Sol (empleada del Senado de la Nación), y Valentín (ingeniero civil). Tres son los nietos que constituyen hoy en día el mayor de sus desvelos: Francesca (16), Paz y Amancio (mellizos de tres años).

 

Estudiante aplicado.

 

Al regresar a Santa Rosa los Lastiri fueron a vivir a una casa de calle Autonomista, y los muchachos gozaron de “una adolescencia placentera y feliz en una ciudad que era tranquila, urbana y amigable”.

 

Lo recuerdo como buen alumno sí, pero --me parece-- fue más o menos en tercer año del secundario cuando se puso las pilas de una manera especial. Un poco mostrando una faceta que lo caracteriza: la constancia, la determinación de tener un objetivo e ir a buscarlo.

 

“Sí, puede ser… Un poco me costó adaptarme los dos primeros años, pero vinieron materias más específicas que me encantó estudiarlas, como Matemática Financiera, Derecho Comercial, Organización del Comercio y de la Empresa. Me interesaron, pero además era un tiempo en que uno sentía cierta admiración por algunos profesores como Manolo Peralta, Carlos Sáenz y el Flaco Casal”, rememora.

 

Los días de El Prado.

 

Ya en ese tiempo Omar, y toda una barra de adolescentes habían hecho de El Prado un poco el patio de sus casas. Era un centro de solaz, de recreación, y de práctica de actividades deportivas. “Sí, el glorioso Club El Prado, donde empecé a practicar con buen suceso natación (se destacaba en estilo mariposa), principalmente entre los años 1962 a 1980”.

 

Pero también había lugar para el fútbol. Le gustaba atajar y lo hizo en el Club Estudiantes, y en los seleccionados del Colegio Comercial en los intercolegiales”. No deja de mencionar que “otro deporte que se me dio muy bien fue el sóftbol en los intercolegiales y en el Club Estrellas del Sur; y en Buenos Aires jugué por la Agrupación Aconcagua dirigida por el profesor Armando Barrios”.

 

El Profesorado.

 

Estudió en el Instituto Nacional de Educación Física de San Fernando. “Al principio me resultó difícil porque había materias que no conocía, pero de todos modos hice una carrera muy buena, con mucho compromiso y vocación”, relata.

 

Cuando estaba en segundo año de la cursada (1970) falleció su padre, lo que obviamente tornó difícil la situación familiar, porque otros dos de sus hermanos (Chamaco y Totila) cursaban Ingeniería en Córdoba.

 

Sintió un poco de alivio cuando en Buenos Aires el profesor Oscar Zunino le consiguió unas horas en el primario del Colegio Guadalupe en Paraguay 3800. “En verano en lugar de venir a Santa Rosa me fui a trabajar a la Colonia de Vacaciones de la empresa Corcemar (Compañía Cementera Argentina) en Verónica (Punta Indio, Bahía de Samborombón. Después, el 14 de diciembre de 1971 me recibí de profesor nacional de Educación Física”, rememora.

 

Un profesor disruptivo.

 

La consideración que hay en nuestra sociedad del profesor Raúl Omar Lastiri esla de alguien que en ese tiempo –de alguna manera-- vino a romper determinados moldes. Aunque cabe admitir que antes también había otros que eran excelentes.

 

Pero él llegó con una impronta que lo convertiría en un profe “especial”, que aplicaba métodos no tan conocidos por aquí, como por ejemplo usar una cámara de para registrar los movimientos de los atletas y corregir errores. Y sí, era una novedad.

 

Pero, y sobre todo, Lastiri mostró todo un bagaje de conocimientos adquiridos no sólo durante sus años de estudio, sino también en capacitaciones que realizó en distintos lugares.

 

Primera colonia.

 

Después del Servicio Militar que hizo en Toay –había pedido prórroga por los estudios-- empezaría una meteórica carrera. Así acordó con León Nicanoff y Lalo Espina crear la colonia de vacaciones en el Club Estudiantes. Fue en el verano de 1972 y obviamente Omar la preparó concienzudamente, con docentes especializados, con organización y planificación en deporte y recreación, y buscando objetivos concretos en lo educativo, recreativo y formativo del niño respetando las distintas edades evolutivas y su desarrollo motriz.

 

Indica que “fue la cuarta que se hacía en el país: la primera fue la del Club Gas de Estado en San Fernando; después Ríver en Núñez; Ferro de Caballito, y luego Parque Chacabuco y Estudiantes de Santa Rosa”. Han pasado más de 50 años de aquel suceso.

 

Más tarde sería el promotor de una experiencia fantástica. En tiempos de José Regazzoli se llevó adelante el Centro de Iniciación Deportiva (con concurrencia multitudinaria de chicos en la residencia del gobernador). Algo inédito que, incluso, llegó a ser registrado por la conocida revista El Gráfico.

 

Muchos trabajos.

 

No le resulta fácil a Omar resumir tantos años de profesión. “Pasa que cambié 33 veces de trabajo, algo imposible de describir. Todos fueron importantes, y debo decir que trabajé mayormente como privado 40 años. Sólo estuve dos y un poco más en el Estado” (dos en el gobierno de Verna; y cuatro meses con Larrañaga en la municipalidad). “Fui el primer profesor del Colegio de la Universidad y también del Colegio Santo Tomás. Siempre con contratos a término… Y sí, son muchos 50 años”, aprecia.

 

La capacitación.

 

Podría decirse que la diferencia de Lastiri con algunos colegas es que muchos –no todos, claro-- fueron formados para trabajar en el ámbito educativo, preferentemente. Aunque es verdad que también estuvieron los que se fueron acercando a los clubes, sobre todo a través del fútbol.

 

Omar tuvo pasión por leer y capacitarse y mostró una inquietud permanente por hurgar y prepararse para los muchos desafíos que habría de afrontar. Y así estuvo en el Instituto Nacional de Educación Física de Madrid… “Fueron un año y ocho meses, y llegué por una recomendación de Honorio Romero a Simón Silvestrini, entonces director de Deportes de la Nación que tenía que designar a un profesor a pedido de la Unesco… yo entrenaba a Honorio (para su participación en juegos paraolímpicos) para las pruebas de jabalina, bala y disco”. Y así hizo la maestría en natación con Fernando Navarro; y en sociología cursó con José María Cagigal (célebre filósofo español del deporte).

 

Universidad de Indiana.

 

Pone especial énfasis en mencionar otra experiencia fantástica. “Estuve dos años becado en la Universidad de Indiana, y allí conocí a James Counsilman… y la verdad es que me encontré con una eminencia”, sostiene. Y no es para menos, porque es considerado uno de los mejores entrenadores de la historia, que alcanzó el cenit de su carrera y fama mundial por haber preparado a Mark Spitz cuando en los Juegos Olímpicos de Munich se alzó nada menos que con siete medallas de oro.

 

“Fue un privilegio extraordinario, porque él y su esposa me atendieron de una manera exquisita… con decir que como yo no dominaba el idioma le pidió a otro becario brasileño que me ayudara en lo que precisara y me hiciera un poco de traductor”, cuenta con entusiasmo. “Él sí utilizaba la filmadora para hacer análisis biomecánico de fluidos. Y claro que era toda una novedad que después traté de utilizar”.

 

Clubes y deportes.

 

Sobre todo en el Club All Boys, Lastiri desarrolló una enorme tarea en natación; pero además paulatinamente otros deportes lo fueron ganando para la preparación física de diferentes planteles. Así lo hizo en el fútbol de All Boys (en dos etapas: Edilio Zabala y Osvaldo Biaggio como DT), con jugadores que marcaron una época y que aún ahora lo recuerdan y lo distinguen quizás como “el mejor preparador físico”. Aunque Omar se niegue a esa definición. Pero también trabajó en el Club Banco Pampa (Julio Pérez entrenador) y en Rácing de Eduardo Castex. En el exterior tuvo también su posibilidad, como ayudante del profesor Álvarez del Villar en Atlético de Madrid; y en el Toluca de México con el querido y recientemente desaparecido “Pampa” Jorge.

 

Pero hay mucho más… Hizo su aporte en atletismo con AJYD, en sóftbol en el Club Belgrano, y marcó una época con el Club Deportivo Mitre cuando conformó un gran equipo de ciclismo con Tiempo Libre.

 

El libro que falta.

 

Como quedó dicho trabajó en El Prado cuando lo tenía el Club Santa Rosa; en la Villa Don Bosco, Club Rucalén, y en Madrid en el Club Canoe y en la Colonia de Valle Hermoso, entre otras instituciones.

 

Omar Lastiri sostiene que no escribirá nunca el libro que su vida profesional merecería… “Tengo todo guardado, papeles, videos, recuerdos… Quizás mi hijo Alejandro se decida un día y haga algo. Pero sí, es muy difícil en una nota periodística reflejar tantos años de actividad”, admite.

 

Recuperar El Prado.

 

“¿Qué hago ahora? Tengo mi consultora (“Panorama”), para organizar y planificar lo que tiene que ver con el ámbito del deporte. Ahora mismo uno de mis sueños es colaborar en la recuperación de El Prado para la comunidad... No puedo entender que un club sea oficina, y que una célula de la sociedad se le escatime a los chicos de una barriada. Por eso ahora mismo estamos tratando de conformar una comisión provisoria que vaya con alguna idea y que vuelva a ser el oasis que alguna vez fue en el centro de la ciudad”, enfatiza.

 

Un afortunado.

 

En el plano personal se lo ve contento de estar “muy cerca de la familia, y de los nietos que son lo más… Por suerte mis hijos han podido estudiar y recibirse... ahora cabe esperar el desarrollo de los más pequeños… Así que ¡de qué me voy a quejar!”, dice en esta etapa de la vida que lo encuentra rodeado de sus afectos. Y además, mirando atrás,con una cantidad de realizaciones que lo hacen sentirse completo… “Y me parece que viene bien una frase de Freud: he sido un tipo afortunado, aunque nada me ha resultado fácil”.

 

Aunque podría hacerlo, teniendo en cuenta su largo y meritorio camino, no le gusta alardear con lo que ha hecho. Muchas veces prefiere colocarse en un segundo plano… Pero, de todos modos, no pasará inadvertido porque nadie ignora su excelencia como profesional serio, responsable y talentoso…

 

“Soy tu hijo...”

 

Empezaba marzo de 1994 cuando el médico deportólogo Néstor Lentini se comunicó telefónicamente con Omar Lastiri. Le dijo: “Necesitamos tu gimnasio para que vaya a entrenar Maradona”. Diego vendría a prepararse para la Copa del Mundo en Estados Unidos.

 

Lentini pidió “silenzio stampa” para evitar a los periodistas y los fanáticos atentos a su llegada, y Lastiri, fiel a su palabra, no se lo contó a nadie. Sólo él supo que venía. Miguel Díaz sería luego encargado de acompañar al “10”a la Estancia “El Marito”; en tanto Omar se ocupaba de tener a disposición el natatorio de All Boys y su gimnasio.

 

Cuando Maradona apareció en “Antorcha” vino el reproche del hijo mayor de Omar, Alejandro: “Papá… no me dijiste nada… ¡Soy tu hijo”.

 

En aquel momento, han pasado más de 30 años, todos morían por una foto con Diego. Omar confiesa: “Nunca me saqué una foto con él. No tengo nada”, cierra con una sonrisa nerviosa. Así es él.

 

Un gusto en Francia

 

Fue hace poco que Omar Lastiri se pudo dar el gusto de ver en vivo y en directo las Olimpíadas. Fue en Francia. “Hasta ahora las había seguido siempre por televisión, pero esta vez fuimos con Mónica, y lo disfrutamos”, revela.

 

Era un sueño para él, tanto que el nombre de su reconocido gimnasio –“Antorcha”- tuvo que ver precisamente con los juegos: “Sí, es por eso… Tenía esa idea de alguna vez poder estar, y la antorcha (que esta vez recorrió las calles de París) es totalmente representativa de los Juegos Olímpicos”, señala.

 

Cabe decir que “Antorcha” –nacido en 1975 y ubicado en calle Pico 336- fue un centro deportivo de excelencia, con una amplia gama de servicios para el entrenamiento, masajes, rehabilitación, y con algo que lo convertiría en pionero: fue el primero en La Pampa en tener baño sauna, “instalado con la ayuda de la arquitecta Elsa Fernández”, cuenta Lastiri.

 

Épocas de Tiempo Libre.

 

En el gimnasio de Omar Lastiri se gestó un equipo que se destacó de gran manera cuando aquí el ciclismo estaba en un gran momento. Fueron varios años de competir en muy alto nivel, y aunque luego el proyecto se fue diluyendo, quedaron hermosas historias relacionadas con ese mundillo de las bicicletas.

 

Hace más o menos un año, al momento de disputarse la tercera fecha del Provincial de Ruta de ciclismo, Omar Lastiri fue homenajeado por varios de los que fueron sus pupilos en Tiempo Libre. Estuvieron sus familiares, y obviamente algunos de quienes competían bajo su dirección como Nika Martínez, Sebastián Lastiri, Gustavo Bertotto, Juan José Besi, Andrés Olié, Darío Stachiotti, Andrés Kiriachek, Néstor y Omar Weiss.

 

El profe, esa vez, no pudo evitar que algunas lágrimas corrieran por sus mejillas… ¡Y… al final no eras tan duro Omar!

 

Una vida en tres imágenes

 

En París.

 

Omar posando frente a una de las sedes de los Juegos Olímpicos de París. Era uno de sus sueños verlos en vivo y en directo. Por eso su gimnasio se llamaba “Antorcha”.

 

En Indiana.

 

Una foto en la Universidad de Indiana. Posando con un extraordinario entrenador: James Counsilman, quien preparó nada menos que a Mark Spitz cuando ganó siete medallas de oro en Munich.

 

Con Lentini.

 

Omar en su gimnasio conversando con Néstor Lentini. Es el médico deportólogo que le comunicó que Diego Maradona vendría a entrenar a La Pampa. Le pidió que la visita no trascendiera y él cumplió.

 

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